Doble tragedia de ICA

Solamente en 2012 la firma había alcanzado obra pública por 50 mil 400 millones de pesos

Alberto Barranco
Columnas
Maquinaria
Foto: Cuarto Oscuro

Receptor durante el segundo gobierno panista, que encabezó Felipe Calderón, de 47% de los contratos de obra pública cuyo global alcanzó 164 mil 700 millones de pesos el Grupo ICA, la carta fuerte de capital mexicano en la pelea, ha sufrido durante el actual un veto no declarado, o si lo prefiere virtual.

Solamente en 2012 la firma había alcanzado obra pública por 50 mil 400 millones de pesos.

Al regreso del PRI a Los Pinos la firma sufrió el desconocimiento tácito de adeudos derivados de obra realizada en el sexenio anterior…

Estamos hablando, por ejemplo, de 200 millones de dólares de la hidroeléctrica La Yesca, construida para la Comisión Federal de Electricidad.

Entre picos de otras obras se acumuló otro tanto.

De 2013 a 2014 no se le adjudicó ningún contrato significativo por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, pese a que en algunas licitaciones obtuvo entre el primero y el segundo lugares.

Las obras se adjudicaron en su mayoría a constructoras del Estado de México.

La empresa recibió el año pasado un pequeño contrato para las obras del tren rápido México-Toluca.

Para colmo, colocada ya en ruta la posibilidad de un contrato para construir el acueducto Monterrey IV, que correría de Veracruz a Nuevo León, pasando por San Luis Potosí y Tamaulipas, la llegada de un nuevo gobernador a la entidad federativa dejó en paréntesis la obra.

En el escenario surgió el escándalo de la Línea 12 o Línea dorada del Metro de la Ciudad de México, en cuyo marco se le frenó el finiquito al consorcio constructor en que figuraba ICA.

Cuentas por cobrar

La compañía enfrenta un litigio en reclamo de unos cinco mil millones de pesos.

Y si le seguimos, la que fuera cooperativa de ingenieros fundada por Bernardo Quintana Arrioja, cuyo cuerpo descansa en la Rotonda de los Hombres Ilustres, enfrentó la sequía de pagos a proveedores del gobierno de 2014 y la de Pemex de este año.

En total se presume que las cuentas por cobrar alcanzarían 35 mil millones de pesos.

El problema es que ICA, colocado en la dirección general un integrante de la tercera generación del fundador, Alonso Quintana Kawage, erraría la estrategia de sobrevivencia frente a la crisis.

La ortodoxia hablaría de reducir su estructura a la realidad imperante, optándose por mantenerla artificialmente vía préstamos bancarios o colocaciones de deuda… cuya garantía eran sus principales activos, es decir, su tenencia accionaria en el grupo aeroportuario Centro Norte y sus concesiones de carreteras.

Caída su posibilidad de pago, algunos de sus acreedores se cobraron con las garantías o la firma debió vender la parte no pignorada.

El tiro por la culata, o si lo prefiere el balazo en el pie, le impide a la empresa fichas de cambio para negociar por la vía de la conciliación con sus acreedores la reestructura de una deuda que alcanza 64 mil millones de pesos.

Aun bajo las reglas de un concurso mercantil la empresa enfrentaría el mismo problema. Doble tragedia: ni contratos públicos ni estrategia para enfrentar la era de vacas flacas.