“Nueva era en el PRI”: Enrique Ochoa

El nuevo presidente del CEN propone un cambio generacional y de ingeniería interna para acabar con la corrupción y malas prácticas

Norberto Vázquez
Nacional
Enrique Ochoa.
Foto: Notimex.

Enrique Ochoa Reza fue elegido el pasado martes 12 como nuevo presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en momentos particularmente difíciles para ese instituto político y con la clara encomienda de sanear su estructura interna a fin de generar una organización que armonice con una sociedad cada vez más politizada y urgida de dinámicas políticas modernas y plurales, con miras a satisfacer la percepción de una generación de jóvenes electores que buscan propuestas partidistas novedosas.

El nombramiento de Ochoa Reza como dirigente nacional del PRI, advierten expertos, deriva de un análisis estratégico de las diversas variables que estaban fallando en el interior de ese partido para reestructurarlas y ayudar al tricolor en la escala electoral de 2017 rumbo a la sucesión presidencial de 2018.


Pero también, añaden, Ochoa llega para resolver otros dilemas internos que tienen que ver con abrir las puertas del partido a la sociedad, a la crítica y a la autocrítica, así como analizar errores de corrupción dentro de sus filas y ofrecer a los problemas del país soluciones constructivas que ayuden a recuperar la confianza de la sociedad en los políticos.

A diferencia de otros líderes que han llegado a presidir al PRI, señalan estos expertos, la trayectoria del hombre nacido en 1972 en Morelia, Michoacán, no ha pasado por curules ni entre campañas en búsqueda de votos, por lo que le auguran un margen de maniobra amplio dentro de los sectores y estructuras para actualizar al instituto político, por el simple hecho de no deber negociación alguna para su arribo a la titularidad del organismo de representación popular.

La siguiente es la propuesta política de Enrique Ochoa Reza y, a la vez, el análisis de connotados expertos sobre la dinámica que se espera con este cambio generacional de estafeta en el partido político más importante en la configuración histórica e institucional de México.

Dirigente

Enrique Ochoa Reza milita en el PRI desde los 25 años. “Me inscribí en el partido en 1991. Recuerdo muy bien esa etapa del PRI, ya que yo era un joven de preparatoria. En aquel entonces el presidente del partido era Luis Donaldo Colosio, un hombre que cuando llegó a ser dirigente nacional del PRI tenía 38 años. Y creo que esa juventud y ese carisma que tenía Luis Donaldo nos reflejó, al menos a mi generación, un gran impulso y convencimiento. Yo me inscribí en el partido en ese entonces”, señala.

Sobre la autocrítica dentro del partido y los gobiernos priistas, dice que el PRI debe denunciar la corrupción y combatir a los corruptos. “El PRI tiene que ser responsable y garante de los buenos gobiernos, de aquellos candidatos que son postulados por el PRI y que deben rendir cuentas, ser transparentes y no caer en la corrupción. Esto es un cambio fundamental en el partido. Nosotros apoyamos profundamente la creación del Sistema Nacional Anticorrupción en tiempo y forma”, afirma.

Por lo anterior, agrega, “el partido debe ser garante de la honestidad de sus gobiernos y en ese sentido me he pronunciado. Lo he sentido en los distintos recorridos que realicé por los sectores y organizaciones del PRI en este proceso. Ese es un reclamo de todos. No se vale, me decían, que por la culpa de algunos se genere malestar hacia todos los militantes y simpatizantes del PRI. Tenemos que ser entonces, los priistas, responsables en señalar y exigir la fiscalización de aquellos mandatarios que no cumplieron con la sociedad e incluso pedir su destitución”.

Durante su discurso de toma de protesta Ochoa Reza propuso un cambio en la comunicación política. Al respecto, puntualiza:“En el PRI lo que necesitamos es sumar a todos. Ya también anuncié que después de que hagamos una reflexión amplia en todos los estados de la República se presentaría la convocatoria para ver en qué tiempo, en qué forma debemos ir a una Asamblea Nacional. Aquí lo importante es ver hacia adelante, llegar con una propuesta, ofrecerle a la ciudadanía nuevos aspectos de cambio, de apertura, de rendición de cuentas, de transparencia. Una de mis propuestas muy concretas es que el gobierno tiene que explicar mejor las reformas que ha hecho el presidente Enrique Peña Nieto, ya que los resultados son muy interesantes”.

De la nueva cercanía con Los Pinos, específicamente con el presidente Peña Nieto, “el mayor activo del partido”, como dijo en su discurso, Ochoa expone: “Lo que quiero proponer es lo siguiente: vamos en los primeros 100 días a recorrer las 32 entidades federativas del país con propuestas de soluciones concretas para aliviar los problemas que tiene México y las necesidades que tiene la ciudadanía”.

Y añade: “Estoy proponiendo una nueva relación del partido con el gobierno, donde el gobierno le rinda cuentas a su partido, le explique cuáles son las propuestas de solución y las medidas concretas para mejorar la economía de nuestro país, para mejorar la seguridad, para crear más y mejores oportunidades para todos los mexicanos. Pero al mismo tiempo también que el partido pueda proponer al gobierno las áreas, las demandas ciudadanas que no han sido atendidas, que podamos entonces trabajar juntos para representar mejor a todos los mexicanos”.

Reingeniería partidista

Ochoa Reza plantea también una necesaria reingeniería a fondo del partido: “Creo que los priistas necesitan una oportunidad de cambiar las cosas y esta es la oportunidad que yo le pido a mi partido. Ahora, como dirigente nacional, quiero recorrer todo el país, quiero estar muy pendiente de tener reuniones con toda la estructura. Lo que quiero es tener un diálogo crítico y autocrítico. Tenemos que estar muy conscientes de que las cosas tienen que cambiar, que debemos mejorar”.

Del sello que planea imprimir a su gestión, con un nuevo lenguaje que impacte en los indecisos y en los jóvenes, advierte:“Tengo 43 años. Colosio fue dirigente a los 38. Es decir, ha habido dirigentes nacionales de diversas edades. Estoy convencido de que el PRI es un partido de jóvenes, de jóvenes de corazón, de jóvenes de actitud, de ideas y de ideales… Y en este sentido la juventud no es una cuestión de años: es una cuestión de actitud. La juventud es necesaria para promover transformaciones y en el proceso de la juventud también convive la experiencia”.

Por lo anterior, agrega, “estoy convocando a todas las generaciones de priistas, a hombres y mujeres de todos los estados de la República, a que realicemos un diálogo crítico y autocrítico, que hagamos propuestas constructivas para resolver los problemas de los ciudadanos. Ese es el fundamento principal de un partido político”.

—El comparativo entre los resultados de 2015 y 2016 es muy contrastante. En 2015 el tricolor fue muy competitivo en los procesos electorales, pero no así este año. ¿Qué funcionó en 2015 y qué falló en 2016?

—Tenemos que ser muy sensibles sobre lo que nos dijeron los ciudadanos en la elección y también es importante reconocer que en un México democrático, en las elecciones, ni se gana todo ni se pierde todo. En las elecciones claramente tuvimos resultados adversos en diversos estados de la República, pero también resultados positivos en otros. Por ejemplo, en Oaxaca, Zacatecas, Sinaloa, Tlaxcala… Y en Aguascalientes estaremos defendiendo la elección de Lorena Martínez en los tribunales.

Autocrítica

Y asevera: “Pero lo que me interesa destacar, y esto es muy importante, es que debemos poseer este ejercicio crítico y autocrítico, realista, para que podamos aprender las lecciones de aquellas entidades federativas donde no tuvimos éxito, donde no pudimos transmitirle a la ciudadanía un elemento de confianza suficiente para que votara en su mayoría por nosotros. Y, por otro lado, también tenemos que recuperar las prácticas positivas. En el priismo, para hacer una mejor oferta a la ciudadanía, tenemos que estar muy atentos tanto de las señales positivas que nos mandan los ciudadanos como de las señales negativas que recibimos en las elecciones”.

—Las estrategias de campaña han cambiado drásticamente en las democracias modernas. ¿Cuáles son los ingredientes hoy para ganar una elección?

—México necesita cambiar. Uno de los instrumentos más importantes que tiene una democracia para ello son los partidos políticos. Y el PRI debe estar muy atento a lo que los ciudadanos nos dijeron en las últimas elecciones, en junio. Es muy importante escuchar lo que los ciudadanos te dicen a través de las urnas y reaccionar rápidamente. No tenemos tiempo que perder. Pero estamos también ante la oportunidad más importante de abrir el partido a los ciudadanos, de tener una política de puertas abiertas. Y quiero encabezar esta nueva etapa del PRI, donde podamos hacerlo mejor.

—Como preámbulo a la sucesión presidencial de 2018, el próximo año vienen elecciones en Nayarit, Coahuila, Estado de México…

—En todas las elecciones nuestros adversarios van con todo y nosotros vamos con todo y más. Todas las elecciones son competidas. Y en el Estado de México, Coahuila, Nayarit, que tienen elecciones para gobernador el año entrante, y Veracruz, que tiene elecciones para ayuntamientos, ahí estaremos. En los recorridos que haré por los 32 estados en mis primeros 100 días, estaré poniendo especial atención en esas entidades. Pero quiero recorrerlos todos. Quiero revisar, escuchar y aprender tanto de las lecciones positivas como de las negativas que nos arrojaron las elecciones pasadas.

Finalmente, Enrique Ochoa Reza admite que “la ciudadanía nos mandó un mensaje muy claro en estas elecciones y tenemos que salir a dar la cara. Mi propuesta es muy concreta: tenemos que ser garantes de lo que sucede con los gobiernos emanados del PRI. Esa es una responsabilidad con los electores y una responsabilidad con todos los ciudadanos de nuestro país”.

Visiones

Para el analista Carlos Ramírez, “el PRI atraviesa por una crisis general como estructura del partido. La podemos resumir así: el PRI fue fundado para un proyecto histórico de la Revolución Mexicana que se acabó en 1985 y de entonces para acá ha venido dando tumbos tapando un hoyo por aquí, un hoyo por acá… Es una crisis electoral, de militancia, de lealtades, de la clase dirigente y de proyecto político”.

De la juventud de Ochoa expone que “es irrelevante, lo que hay que destacar es al funcionario que viene del sector central sin haber pasado por alguna militancia del partido. Y déjame dar una imagen simbólica, un poco de lo que debe ser un dirigente de partido: aquel dirigente que no se haya robado una urna en alguna parte de su vida, es que no entiende cómo funciona el sistema electoral mexicano. Más que la juventud, resalto el hecho de que Ochoa viene del sector central del gabinete ampliado, del primer círculo, sin pasar, como todos los presidentes del PRI, por algún cargo político o alguna otra función entre el gobierno y el partido. Él viene sin haber pisado el partido, lo que ni es bueno ni es malo hasta que veamos su proyecto y cómo lo desarrollará”.

Agrega que una importancia sustancial es el hecho de que “comienza una verdadera nueva etapa del partido porque por primera vez el presidente de la República ejerce su poder megaconstitucional: designa a un presidente del partido y lo manda sin haber pasado por alguna de las instancias partidistas por las que pasan normalmente los dirigentes”.

El politólogo Juan Gabriel Valencia, por su parte, señala que la crisis del tricolor tiene un doble contexto “de claroscuros: las reformas estructurales se hicieron para la siguiente generación y habrán de dar resultados. Los errores y fracasos son de corto plazo. Y eso es lo que decidió el votante el pasado 5 de junio. Eso caracteriza la crisis del PRI: un desencuentro entre los tiempos actuales y el futuro. ¿Cómo resolverlo? Se necesita, más que talento, también algo de suerte por los agitados factores adversos en el entorno internacional”.

Además, afirma, “los desaciertos actuales contribuyen a agravarlos. En ese contexto llega Enrique Ochoa. A sustituir a un presidente del partido que con el oficio y experiencia más amplios, no digamos solo del priismo sino de la clase política nacional, no pudo más que alcanzar cinco gubernaturas de doce en disputa. Ese es el contexto en que Ochoa asume la presidencia del PRI”.

Asevera que “es una realidad que Ochoa llega sin apoyo de la militancia, lo que se llama un tiempo para cada nomenclatura del partido: deberá hacer un enorme ejercicio de ingeniería interna para llegar con gobernabilidad institucional a 2017”.

Y añade: “Si no se logra esa unidad después del resultado del 5 de junio, que apaguen la luz y alguien cierre la puerta: no habría salida para 2018 tras haber perdido Puebla y Veracruz, además del predominio de las izquierdas en la Ciudad de México, no habría forma de ganar la elección presidencial. Va su resto en 2017”.

El analista Miguel González Compeán, por su parte, realiza un balance del trance presidencial del tricolor: “La crisis consiste en una expectativa que se generó muy alta respecto del número de gubernaturas que iba a ganar y no ganó. Digamos que el número esperado, que eran nueve, puso en juicio muy seriamente el ejercicio de gobierno de los gobernadores donde se perdieron esas elecciones. Muchos de ellos con problemas serios y graves de corrupción y manejos no muy claros en sus gestiones”.

Lo que necesita Enrique Ochoa, indica, “es enfrentar con gran valentía y honestidad intelectual este problema real. Demostrar que acepta que la gente les cobra a los priistas los malos gobiernos y cosas en el pasado que estaban escondidas y que hoy no pueden estar ocultas: se notan, se ven en todas partes, son claras, evidentes y la gente las cobra”.

Apunta que a su juicio “2017 será la primer prueba de su liderazgo, pero la verdadera está en 2018: Ochoa viene a administrar la sucesión presidencial. Las señales son múltiples. Viene a reorganizar a los priistas hacia 2018”.

El ex presidente consejero del hoy extinto IFE, Luis Carlos Ugalde, también analiza este cambio de estafeta priista: “No hay forma de que el PRI pueda alzar la cabeza con cierta dignidad, si no sacude los excesos y frivolidades de muchos de sus cuadros gobernantes. Hay mucha tela de donde cortar. La mala noticia es que hasta ahora no ha habido ningún milímetro de avance en la materia. Que la legislación anticorrupción se haya aprobado es una magnífica noticia para México, pero no tendrá ningún impacto significativo en el corto plazo, salvo que sea el propio gobierno en funciones el que la tome y la eche a andar, reitero, primero en contra de los de casa”.

Asevera que “el nombramiento de Enrique Ochoa como nuevo presidente del PRI ha sido criticado por su presunta inexperiencia y falta de arraigo, pero es una apuesta que puede dar réditos al gobierno si las cualidades individuales de Ochoa Reza sirven para reconstruir a su partido y cuestionar los pecados de los otros”.

El ex consejero electoral menciona que “quizá sea su capacidad para comunicar con eficacia —esto es, de forma sencilla, directa pero con sustancia—, así como su sólida formación académica, la mejor carta de presentación de Ochoa. Quizá su falta de pasado en el PRI es justamente su gran fortaleza…”