Desmemoria

Apelar a la desmemoria y al olvido es un recurso político, pero infame

Juan Gabriel Valencia
Columnas
George W. Bush
Foto: Visions Of America

Entre los años 2000 y 2008 las administraciones republicanas de George W. Bush hicieron cuanto estuvo en sus manos para empañar por un plazo más allá de esas administraciones el brillo del sueño americano. Y en alguna medida lo consiguieron. En materia de seguridad interna no tuvieron la inteligencia para impedir el 11 de septiembre y sus secuelas de largo plazo. El descontrol y la anarquía de las instituciones financieras condujeron a la recesión de 2008-2009, cuyos efectos todavía se resienten. En política exterior Estados Unidos se metió, por intereses privados voraces, en lo que metafóricamente se podría llamar el pantano desértico de Oriente Medio del que todavía no han logrado salir. El saldo, un país con mayores debilidades que el del siglo XX y que Donald Trump se ha dedicado a señalar sin recordarle a su audiencia quién fue el causante y qué partido de la situación actual.

Apelar a la desmemoria y al olvido es un recurso político, pero infame.

Lo mismo está empezando a suceder en México rumbo a 2018. El país debería estar prevenido y no tolerar la memoria selectiva en la que está cayendo Estados Unidos rumbo a su elección del próximo noviembre. Viene a cuento porque la precandidata del PAN a la Presidencia de la República, Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón, señaló que “Enrique Peña Nieto es un presidente que encabeza un gobierno que… ha fallado en términos de ética por la corrupción galopante y en términos de falta de autoridad moral”. Añadió que “quizá confundimos las reformas estructurales con fines… dejamos de crecer y dejamos de invertir en infraestructura y hay una enorme decepción”. Lo dicho por la precandidata además de mentira carece de una pizca mínima de autocrítica. Por eso el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la invita a revisar los resultados del sexenio en el que ella fue primera dama.

Programa ambicioso

Porque si de ética vamos a hablar, revísese la trayectoria de los presidentes del PAN en ese sexenio, incondicionales de Felipe Calderón. Porque si de corrupción se trata, también hubo una constructora predilecta del calderonismo y eso el PRI lo tiene bien documentado. Porque si de seguridad fuese el problema, el país arrastra más de los 120 mil muertos de la guerra de Calderón y una cifra del orden de 27 mil desaparecidos. Nunca en la historia moderna de México había habido de manera tangible un programa de infraestructura tan ambicioso como el del gobierno de Enrique Peña Nieto. El crecimiento económico de este sexenio, si bien no corresponde al de las expectativas generadas al inicio, es más del doble del alcanzado en los primeros cuatro años del gobierno de Calderón y su primera dama.


Sobra decir que si las reformas estructurales del gobierno de Peña Nieto no han tenido los resultados esperados no es por un mal diseño, sino porque tenían por la inercia del pasado etapas de cumplimiento que no podían ser inmediatas, pero que ahí están a pesar de las resistencias y las confusiones mentales de quienes no ven fines en dichas reformas. Es por demás recordar que Calderón no consiguió una sola reforma.

Lo fácil en estos tiempos del malhumor social es montarse a esa cresta y atizarlo. Lo difícil, aunque injustificable si se aspira a la Presidencia de México, es proponer los caminos alternativos, lo que los doce años de gobiernos panistas no hicieron y el de Peña sí como, pésele a quien le pese, el de las reformas educativa y energética que se pensaron para la siguiente generación y no para la próxima elección.

En vez de mimetizarse con el ánimo social, la señora Zavala debería informarse del pasado y del presente y prepararse para que, en una de esas, el futuro sea mejor que hoy.