La proyección de México en el deporte mundial

En el medallero olímpico repiten en los primeros lugares países que cuentan con una poderosa infraestructura estatal

Javier Oliva Posada
Columnas
Pedro Daniel Gómez-marchista
Foto: NTX

Apuntaba aquí la semana pasada que una fórmula que utilizan las potencias regionales y/o globales es la de tratar de ocupar los primeros lugares en cualquiera que sea el rubro de actividad humana, lo mismo la ópera que las competencias olímpicas, debido a que es una muy efectiva fórmula de ampliar el radio de influencia de cada país en el ámbito internacional.

Con franqueza, estoy muy lejos de incriminar a los deportistas. Más lejos aún de utilizar lo sucedido hasta el momento a México, de no conquistar ni una sola medalla, para ironizar o regocijarme por el fracaso de la monumental burocracia y de la estrepitosa ineptitud de los directivos. Ya rendirán cuentas.

Como lo sostuve en la anterior entrega en el medallero olímpico repiten en los primeros lugares aquellos países que también cuentan con una poderosa infraestructura estatal, con vigorosos programas sociales, con ingentes recursos destinados a la educación, la ciencia, la tecnología y las artes, en fin.

Así, destacan en el medallero olímpico Estados Unidos, China, Reino Unido, Rusia, Alemania, Francia, Italia, Japón, Australia, Corea del Sur, Hungría, Holanda, España, Nueva Zelanda y Canadá.

Otros muchos países no cuentan hasta el momento con ninguna presea, incluyendo a México.

Oportunidad

Son cinco las naciones que integran el Consejo Permanente de Seguridad de la ONU: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia. También se trata de los países que concentran 87% de los Premio Nobel en las disciplinas de carácter científico. En cuanto a la potencia económica de los 15 primeros países del medallero olímpico arriba citados, estos representan según la Organización Mundial de Comercio poco más de 80% de la actividad comercial a nivel internacional.

Con estos pocos datos lo que debemos observar es que no hay una sola nación en el mundo, con serias pretensiones de proyectar sus intereses, que no tenga y ponga en práctica una real, efectiva, evaluable y ajustada estrategia de desarrollo: por donde sea que se les mire, las Olimpiadas son competencias que tienen por finalidad destacar, sí, las competencias y fraternidad al mismo tiempo de los atletas; proyectar sin duda, a la nación anfitriona (en este caso Brasil) y, finalmente, demostrar que estamos en un verdadero mundo multipolar o no.

Este es un momento oportuno para realizar una valoración seria, objetiva y a fondo de lo que nuestro país requiere, en un ambiente donde no hay tiempo ni consideraciones para aquellas naciones que pierden el tiempo improvisando o derrochan sus recursos naturales, humanos y de todo tipo en experimentos irrealizables.

Que hay responsables de rendir cuentas del fracaso monumental (salvo que llegue al menos una milagrosa medalla de oro), no hay duda. Es probable, y espero equivocarme, que esta sería la peor participación en México en toda la historia de los Juegos Olímpicos. Una muy triste y lamentable referencia. No obstante, sería a la vez la mejor oportunidad para corregir de fondo. No hay pretextos que valgan cuando el honor y el prestigio de México están en juego. Y aún falta observar y analizar las reacciones sociales en las siguientes semanas.