El presidente filipino, Rodrigo Duterte, y su homólogo estadunidense, Barack Obama, se reunieron hoy brevemente en Laos después del sonado incidente diplomático en el que el mandatario asiático llamó “hijo de puta” al norteamericano.
Según fuentes del Ministerio de Exteriores de Filipinas, Duterte y Obama conversaron durante dos o tres minutos poco antes de la cena de gala que se celebró esta noche en el marco de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, indicaron medios locales.
Tras el claro gesto de distanciamiento de Washington, Duterte dijo que lamentaba que sus insultos se hayan “entendido como un ataque personal hacia el presidente de Estados Unidos”, y expresó su “profundo aprecio y afinidad” por Obama.
Filipinas es uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región del Pacífico, donde Obama ha reorientado la política exterior de Washington para contrarrestar el auge de China.
En los últimos años, el gobierno estadunidense ha reforzado la cooperación militar con Manila, que se disputa con Pekín la soberanía de varios islotes del Mar de China Meridional.
Ambos países son históricamente aliados, pero sus nexos se han degradado desde los comicios del pasado mayo, en que Duterte fue elegido nuevo presidente filipino.