Memorias inciertas

La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados.  

Daniela Suárez
Columnas
MEMORIA
Foto: Fernando Gregory Milan

¿Qué tan buena memoria consideras que tienes? ¿Recuerdas qué hiciste el día de ayer? ¿Te acuerdas qué desayunaste el lunes pasado? ¿O cuál fue la última película que viste? Tal vez estas sean preguntas fáciles de contestar, ya que muchos de nosotros al pensar un poco en ello podemos encontrar las respuestas fácilmente.

Vayamos más atrás: ¿qué hiciste el Año Nuevo pasado? ¿Y hace dos Navidades? ¿Qué hay de 2005, cómo celebraste tu cumpleaños?

¿Y si te preguntara acerca de tu infancia, qué me dirías? ¿Cómo describirías la casa en la que creciste? ¿Cómo eran tus vecinos? ¿O tus abuelos? Probablemente ya fallecieron y tu memoria los recuerda vagamente; o no lo sé, quizá los recuerdas acertadamente.

Y si le pregunto a tus padres o hermanos acerca de tu infancia, ¿contarían la misma historia que tú? ¿O cambiarían los detalles?

Todas estas son preguntas que nos dan posibles pistas de quiénes somos, ya que cada memoria significa una pequeña cápsula de tiempo que guarda dentro de ella experiencias, sensaciones, eventos, aprendizajes, dificultades, momentos, alegrías, agonías y todo tipo de recuerdos. Estas situaciones nos representan, forman parte de nosotros y son algo tan personal y tan preciado, que muchas veces por eso está guardado.

Sin embargo, ¿qué sucedería si un día te enteraras de que todas estas memorias y recuerdos son completamente falsos? Quizá pienses que esta teoría es algo conspirativa y que ha salido de un cuento de ciencia ficción, pero de acuerdo con la doctora Julia Shaw, sicóloga especializada en criminología y experta en la ciencia de la memoria, todo esto es posible, ya que tanto implantar memorias falsas como recordar cosas que no sucedieron es algo totalmente normal y fácil de hacer.

Manipulación

“Soy una hacker de la memoria. Puedo usar la ciencia de la memoria para hacerte creer que hiciste cosas que jamás sucedieron”, comenta la doctora en su libro The memory ilusion. La también autora describe cómo memorias falsas se pueden implantar en el cerebro de las personas y esto ha llevado al sistema de justicia a cometer errores, ya que muchas personas han sido enviadas a la cárcel por algún crimen que jamás cometieron.

Y sí, sigue sonando a una teoría rara, pero la sicóloga lo argumenta de la siguiente manera: la memoria es una red de células cerebrales; esta se extiende a muchas regiones dentro del órgano y se actualiza constantemente. Esta función nos ayuda a aprender cosas nuevas y resolver problemas, además de otras tareas. La memoria puede ser también manipulada, ya que cada vez que cuentas una historia cambias algunas cosas. Tal vez le agregues nuevos detalles que escuchaste por parte de alguien más o bien incluyas pedacitos que creías que se te habían olvidado. Como resultado, la versión nueva posiblemente sea incorrecta y tenga datos que son falsos.

Un ejemplo es cuando somos niños: si crees que recuerdas algo de cuando tenías dos años es falso, ya que a esa edad nuestros cerebros no se han desarrollado lo suficiente como para retener memorias; a esto se le llama amnesia infantil. De hecho, la mayoría de las memorias que tenemos de niños se nos dieron y las aprendimos a través de fotografías e historias que nos contaron nuestros familiares. Gracias a ello podemos internalizarlas y contarlas como si en verdad las recordáramos.

Y sí, sigo pensando que esta teoría es extraña. Entre más lo pienso más me da miedo pues, ¿si nos recordamos falsamente, quiénes somos verdaderamente?