Sopitas para la mente

Como bien indica Mark Zuckerberg, muchas veces es complicado discernir entre lo verdadero y lo falso en un texto

Juan Pablo Delgado
Columnas
Equipos electrónicos
Foto: Stylephotographs

Hace dos semanas escribí sobre la perniciosa influencia que los medios de información chatarra tienen en la salud de las democracias. Argumenté que ningún régimen democrático puede sobrevivir cuando la sociedad se deja consumir por charlatanerías y abandona todo parámetro compartido para entender la realidad.

Aunque reconozco que he dado mucha lata con este tema, mi insistencia no es gratuita: de no tomar acciones, veremos cómo este nihilismo informativo se agudiza en el futuro próximo.

Si usted todavía cree que el tema es irrelevante (no lo es), basta con decir que se ha convertido en una cuestión existencial en el discurso público de Estados Unidos, no solo porque ahí están los tres grandes núcleos infectados por las noticias chatarra —Google, Facebook y Twitter— sino también porque la desinformación causada por mentiras y rumores pudo ser un factor clave en la victoria del fascista americano.

Google y Facebook ya lanzaron el primer cañonazo en esta guerra, buscando asfixiar a los sitios que publican notas falsas al excluirlos de los servicios de publicidad de donde obtienen sus ganancias.

El caso de Facebook es particularmente complejo. Esta plataforma con mil 800 millones de suscriptores es para muchos de ellos el principal medio para conocer lo que sucede en el mundo.

Pew Research Center indica que en EU 44% de las personas obtiene sus noticias a través de Facebook; cifra que aumenta a 61% entre los Millennials. En México la situación es similar: 47% de las personas con acceso a internet utiliza redes sociales para recibir noticias (IAB México). De acuerdo con Forbes, esto indica que los mexicanos ya usan Facebook como alternativa a los medios tradicionales de información; una tendencia que sin duda seguirá aumentando.

¿Cómo garantizar entonces que millones de ciudadanos eviten caer en las garras del rumor, la mentira y la ficción? Algunos argumentarán a favor de la censura. Dirán que basta con que un grupo de editores o algún algoritmo supriman las noticias falsas. Pero como bien indica Mark Zuckerberg, muchas veces es complicado discernir entre lo verdadero y lo falso en un texto. Agrega que en este proceso se puede atropellar la libertad de expresión, suprimiendo voces y perspectivas que no concuerdan con las propias al creer que son mentiras.

Herramientas

Mucha razón tiene el chaval Zuckerberg, aunque yo agregaría algo que es quizás igual de importante: que una empresa privada no debería tener la responsabilidad de “identificar” la verdad para nosotros.

Porque en esta problemática la solución jamás será la censura o la creación de “guardianes de la verdad”. Lo que se requiere es una sociedad que posea las herramientas intelectuales para reconocer la verdad por sí misma. En palabras del periodista Jim Rutenberg: “La verdad no necesita de árbitros; lo que necesita son defensores”.

Todo esto suena muy bien… si hubiera por lo menos algún tipo de plan para eliminar el analfabetismo mediático en nuestro país; pero al día de hoy no existe ni un borrador de este.

Eso sí: ya hemos visto la tremenda disrupción y turbulencia que las noticias falsas tuvieron en la elección gringa de noviembre. Si así les fue a los yanquis, no quiero ni saber lo que nos espera a nosotros en 2018.

¡Aguas, señores! O como dicen en mi pueblo: sobre aviso no hay engaño.