Panorama de las adicciones en México

Urge reforzar la prevención y reducir la demanda de estimulantes

Lorena Ríos
Todo menos politica
Adicciones en México
Foto:Sabphoto

En México existe una variedad de sustancias adictivas legales (tabaco y alcohol) e ilegales (cannabis, cocaína, heroína, metanfetaminas e inhalables) que afectan el sistema nervioso central de la persona desde el primer momento que tiene contacto con alguna de ellas: algunos usuarios son más susceptibles genética o socialmente a desarrollar una adicción y su uso genera afectaciones irreversibles en las funciones neuronales.

De hecho, en nuestro país una de cada tres personas de doce a 65 años mantiene un consumo nocivo de alcohol, 17 millones son fumadores y al menos 500 mil son adictos a alguna sustancia ilegal.

La adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias que provocan placer, que inicia con euforia y es seguida de otros efectos como sedación o estimulación, lo cual dependerá del tipo de sustancia que se utilice.

El consumo puede iniciar para sentirse bien, desempeñarse mejor en la escuela o el trabajo, así como por curiosidad y porque otros lo hacen.

Cuando las personas consumen estimulantes por primera vez perciben efectos positivos y creen que pueden controlar su consumo, pero con el tiempo otras actividades placenteras ya no son agradables sin el estimulante, por lo que se vuelve necesario consumir sustancias para sentirse “normal”.

Después ese consumo se volverá compulsivo, en altas dosis y a todas horas, lo cual es un problema de adicción, advierten especialistas en adicciones y salud mental.

Tabaco

Investigaciones señalan que los factores genéticos explican entre 40 y 60% de la vulnerabilidad de una persona a la adicción. También los adolescentes y sujetos con trastornos mentales tienen un mayor riesgo de abuso y adicción a las sustancias sicotrópicas que la población en general, subraya Nora Volkow, directora del National Institute of Drug Abuse de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés).

La especialista resalta que “actualmente los datos nos indican que la nicotina actúa como un acelerador del proceso adictivo de otras drogas; de ahí la preocupación que tenemos con los cigarrillos electrónicos, ya que los jóvenes que los usan tienen mayor probabilidad de adquirir una adicción no solo de nicotina sino de otras sustancias, porque está demostrado que el tabaco es la puerta de entrada a otras adicciones”.

Añade la investigadora que en la población joven de Estados Unidos el consumo de tabaco ha disminuido, pero lo han cambiado por el uso de cannabis debido a la publicidad que existe en algunos estados (California y Colorado, por ejemplo) donde se ha legalizado su uso recreativo y donde existen campañas que le otorgan cualidades curativas.

“Una cosa que nos preocupa es que los jóvenes ahora se administran nicotina a través del cigarro electrónico, con los mismos efectos negativos; y tenemos el temor de que todo lo que se ha avanzado en la prevención del tabaco se pierda”, comenta la especialista en adicciones.

En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) existen 17.3 millones de personas fumadoras activas, de las que doce millones son hombres y 5.3 millones mujeres. Además, hay once millones de mexicanos que son fumadores pasivos al estar expuestos al humo de cigarrillo ajeno.

Cabe destacar que el costo anual aproximado de la atención de enfermedades asociadas al tabaco supera los 80 mil 500 millones de pesos.

Datos de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) señalan que una persona fumadora activa consume siete cigarros al día, es decir, un aproximado de 127 cajetillas de 20 cigarros cada una al año.

También la Encuesta Nacional de Gasto en los Hogares refiere que cada persona fumadora gasta en promedio cinco mil 200 pesos en la compra de cigarros.

En este sentido María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría (INP), comenta que en las ciudades donde ha habido políticas antitabaco, “hemos encontrado una disminución del inicio por parte de los más jóvenes y eso nos parece importante, porque es en esa edad donde se establece el mayor riesgo para la dependencia de las sustancias”.

La especialista señala que el problema de adicciones en México reporta cifras muy altas para alcohol y una disminución en el tabaco. “Estudios comparativos nos hablan de que hay un mayor abuso de alcohol que en otras sociedades, ya que en el país se consumen grandes cantidades por ocasión y esto nos ha traído mucho problemas como muerte por violencia y accidentes automovilísticos”.

Alcohol

En México una de cada tres personas de doce a 65 años mantiene un consumo nocivo de alcohol. Además, entre las principales preocupaciones del gobierno federal está la disminución en la edad de inicio, que se ubica en los doce años, así como el aumento en los patrones numéricos de ingesta de las mujeres, los cuales ya son parecidos a los de los hombres.

Las mujeres presentan una tolerancia menor a cualquier tipo de estimulante y también desarrollan mayor dependencia de una manera más rápida. Por ejemplo, en el caso del alcohol cualquier persona logra metabolizar aproximadamente una copa por hora, por lo que lo ideal es no tomar más de una en el transcurso de una hora; pero en las mujeres incluso es más lento este proceso, porque hay más grasa y esta detiene el metabolismo.

Sustancias ilegales

En el rango de la población mexicana de doce a 65 años, la ENA indica que entre 2008 y 2011 aumentó de 3.9 a 5.7 millones el número de personas que consumen enervantes ilegales como marihuana, inhalables, cocaína, heroína, estimulantes anfetamínicos y otras (sin considerar las de uso médico). Es decir que, contrario al objetivo de la Asamblea General de Naciones Unidas de alcanzar una sociedad internacional libre del abuso de enervantes, el uso de sustancias ilícitas en el país incrementó dos puntos porcentuales: de 5.2 a 7.2% en el transcurso de tres años.

Asimismo, el número de personas dependientes de enervantes en México pasó de 450 mil en 2008 a 550 mil en 2011.

La edad de riesgo de mayor consumo de estupefacientes, tanto legales como ilegales, se ubicó además entre los diez y los 18 años, que es la población objetivo de atención de los Centros de Integración Juvenil (CIJ); en tanto que la edad de inicio de consumo de cualquier tipo de enervante oscila hoy entre los diez y los 14 años.

Durante 2012 los CIJ recibieron de hecho a 24 mil 728 usuarios de enervantes ilegales, de los que 42% tenía menos de 18 años.

Ante este panorama, Nora Volkow comparte que en Estados Unidos el más reciente estudio (2015) reporta una disminución en el consumo de cocaína, metanfetamina, tabaco y alcohol, pero “vemos un aumento en las drogas de prescripción, que es actualmente una de las problemáticas más severas, y de marihuana”.

Cuando las personas se vuelven adictas a los analgésicos potentes que tienen opiáceos, añade Volkow, “buscan en forma desesperada dónde conseguir una receta para obtener el fármaco; cuando no lo logran, entonces recurren a la heroína, porque es más fácil de obtener en algunas regiones del país”.

La investigadora en adicciones alerta que “en Estados Unidos, con todas las políticas de legalización del uso de la marihuana y la actitud de que es una sustancia benigna, estamos viendo que su consumo está en aumento. Lo que nos preocupa no es el número de personas que han consumido marihuana sino el número de fumadores regulares, porque son estos quienes tendrán efectos adversos. En Colorado, por ejemplo, se ha ido para arriba la cifra de accidentes automovilísticos”.

De la misma forma, Medina Mora comenta que en México el principal enervante ilegal que se consume es la marihuana, que 76% de consumidores prefieren sobre otras.

“En segundo lugar tenemos a la cocaína, metanfetaminas y heroína, en especial en la frontera norte del país”, agrega.

Inhalables

El titular de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), Manuel Mondragón y Kalb, dice a su vez que con el apoyo de autoridades locales se fortalecen acciones para evitar la venta de bebidas alcohólicas e inhalables como gasolina, resistol, aguarrás o tíner a menores de edad.

El funcionario destaca que la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (Encode) revela que alrededor de 110 mil alumnos de quinto y sexto de primaria han consumido bebidas alcohólicas y 17.2% de los alumnos de secundaria y bachillerato ha consumido estupefacientes alguna vez en la vida.
Ante esta situación, expresa, el éxito de las estrategias enfocadas al combate de las adicciones en nuestro país exige el trabajo conjunto entre los sectores público, privado y social.

Y en el estudio Panorama actual del consumo de sustancias en estudiantes de la Ciudad de México, el director general del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA), Rafael Camacho Solís, expone que mientras mayor prevención exista en las escuelas más se evitará que los jóvenes consuman sustancias sicoactivas.

El estudio revela una tendencia descendente en el consumo de alcohol, que va de 40.1 (2012) a 37.6% (2014), en tanto que el uso de inhalables en el mismo periodo siguió a la baja y pasó de 3% en 2012 a 2.2% en 2014, pero respecto del tabaco se observó un incremento del consumo: de 14.9 (2012) a 19% (2014).

En cuanto al consumo de marihuana, este siguió creciendo al pasar de 6.6% en 2012 a 7.6% en 2014.

Las estrategias de prevención de adicciones deben llevar a cabo acciones formativas y no solamente informativas o asistenciales, que promuevan un cambio en la población a la que van dirigidas y también un cambio en quienes toman decisiones, resalta el documento.

Afectaciones mentales

Enrique Chávez León, presidente de la Asociación Psiquiátrica Mexicana (APM), expone por su parte que las personas que sufren trastornos mentales buscan aliviar su sufrimiento utilizando enervantes, pero este consumo también se asocia a inestabilidad, ideación e intentos suicidas.

Algunas personas son más susceptibles a desarrollar adicciones. Esta susceptibilidad puede deberse a la predisposición genética y a factores sociales, así como a la forma de administración de los estupefacientes, explica.

De acuerdo con la sustancia serán los efectos en la persona. Por ejemplo, el consumo de alcohol puede producir depresión, cuando se utiliza; ansiedad durante la abstinencia, y demencia por el uso crónico.

Los estimulantes, como las anfetaminas y la cocaína, durante su uso pueden producir sicosis y trastornos de ansiedad, y al suspenderlos ocasionan depresión.

En cuanto al consumo de marihuana comenta que “implica riesgos importantes para la salud mental, siendo más grave en niños y adolescentes, ya que afecta sus habilidades y funcionamiento cognitivo”.

La intoxicación por marihuana puede inducir sicosis, trastornos de ansiedad, trastornos del sueño y trastorno confusional agudo. Además, en personas con predisposición de esquizofrenia que consumen marihuana las manifestaciones de este trastorno sicótico se presentan años antes de lo esperado; y si la persona ya sufre de alguna enfermedad mental, dificulta su recuperación y empeora su pronóstico, detalla Chávez León.

Finalmente, dice que las barreras de protección para evitar que niños, adolescentes y jóvenes tengan acceso a las sustancias legales e ilegales son la familia y la escuela. Cuando tienen este círculo protector, comunicación, apoyo, atención y amor familiar, es difícil que acepten consumir estimulantes.