Árboles de Navidad, una opción al natural

Los productores forestales de la CDMX reportan disponibles 178 mil árboles, distribuidos en 131 hectáreas en Tlalpan, Magdalena Contreras y Milpa Alta.

Martha Mejía
Todo menos politica
Árboles de navidad
Foto: Conchita Morales

Los árboles de navidad son sin duda el elemento decorativo por excelencia en las fiestas navideñas de nuestro país desde que, durante el siglo XIX, esta plantación llegó al continente americano procedente de Alemania.

“La actividad de adornar los árboles de navidad inició en los años 1600 en Alemania, pero la tradición llegó a Estados Unidos hasta el siglo XIX y con ello a toda América”, dice a Vértigo Gustavo López Mendoza, gerente estatal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en la Ciudad de México.


Los árboles de navidad llegaron a México durante el reinado de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867), pero al ser fusilado se desprestigiaron las costumbres fomentadas por el emperador y su corte, así que el pueblo dejó de decorar árboles en Navidad.

En 1878 sin embargo, Miguel Negrete, rival de Porfirio Díaz, adornó un enorme árbol de forma tan espectacular, que le valió mención en varios diarios de la época. La población adoptó desde entonces paulatinamente esa usanza, sobre todo en las zonas urbanas, donde alcanzó su auge a partir de los cincuentas del siglo XX, cuando la mercadotecnia estadunidense fomentó más la tradición por medio del cine y la televisión.

“Puebla fue el primer estado en desarrollar especies aptas para este fin, con el pino blanco o vikingo (pinus Ayacahuite); los primeros mexicanos disfrutaron de un árbol de navidad natural como lo conocemos en nuestros días”, explica López Mendoza durante un recorrido por ejidos de plantaciones de árboles de navidad en la zona del Ajusco.

Oferta y demanda

Hoy nuestro país consume alrededor de 1.8 millones de árboles por año, de los que un millón son de importación y 800 mil son mexicanos.

El Estado de México es el principal productor de árboles de navidad, con 500 mil unidades en cuatro mil 715 hectáreas, seguido de la Ciudad de México con 178 mil árboles distribuidos en 131 hectáreas, y Puebla en tercer lugar con 94 mil 600 árboles en una superficie de 4.6 hectáreas.

Otros estados productores son Guanajuato, Michoacán, Veracruz, Tlaxcala, Coahuila, Hidalgo, Querétaro, Tamaulipas, Jalisco, Oaxaca, Zacatecas, Nuevo León, Chihuahua, Aguascalientes y Morelos.

Más de 60% de la producción nacional se consume en la Ciudad de México. Aquí se tienen aproximadamente 75 productores de árboles de navidad distribuidos en 175 hectáreas registradas y verificadas tanto por las autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) como por la Conafor y la Comisión de Recursos Naturales (Corena).

Son cuatro delegaciones fundamentalmente donde hay plantaciones de este tipo: Tlalpan cuanta con 95% de la superficie y el resto se distribuye en Xochimilco, Tláhuac y Magdalena Contreras.

De acuerdo con los productores el costo de cada unidad oscila entre 350 y 600 pesos, lo que hace de los árboles mexicanos un producto competitivo frente a los importados de Estados Unidos, que tienen un costo que va de 500 a mil 100 pesos.

Proceso

Un árbol de navidad natural requiere mínimo de tres años para que alcance la altura, el color y la forma adecuados para su comercialización.

Su altura oscila regularmente de uno a tres metros, aunque se pueden llegar a encontrar hasta de cinco metros.

López Mendoza agrega que las especies más comunes de árboles de navidad que se producen en la Ciudad de México son el pino blanco o pino vikingo (pinus Ayacahuite) y oyamel (Abies religiosa).

El proceso de producción en plantaciones forestales se divide en varios pasos. Primero se escogen los conos de los mejores pinos para extraer de ellos las semillas que se convertirán en árboles de navidad; posteriormente las semillas se cultivan en pequeños recipientes llamados tubotes, que luego son llevados a invernaderos donde los árboles crecerán durante casi dos años.

Los árboles se siembran al inicio de la época de lluvias y se colocan en forma triangular (a 1.5 metros uno del otro, lo más común) para permitir un mejor crecimiento.

En el campo pueden pasar entre dos y tres años. No obstante, en una hectárea pueden plantarse hasta siete mil arbolitos. La muerte de algunos luego de la siembra es normal, pero no supera 10% del total.

El árbol de navidad es un artículo de jardinería. “Su cultivo requiere podas anuales de formación, muy cuidadosas para que el producto final cuente con la presentación que el mercado exige; es decir, una copa perfectamente cónica y un follaje tupido”, señala Humberto Corona, productor y pionero en la actividad en la Ciudad de México.

El periodo entre que se corta el árbol y se vende es muy corto, ya que su comercialización inicia el 30 de noviembre y finaliza el 24 de diciembre.

Ya sea con una red, malla o hilo, el árbol se prepara para ser trasladado a los puntos de venta, por lo que es importante evitar el daño del ramaje al momento de envolver.

De acuerdo con los productores es muy importante adquirir un árbol de navidad que cuente con una etiqueta con la leyenda que avalen Semarnat o Profepa.

Beneficios

El titular de la Conafor explica que los principales beneficios que ofrece la producción y consumo de pinos locales son: servicios naturales, referentes a la obtención de oxígeno y la recarga de agua en los mantos acuíferos, así como la reactivación de la economía regional a través de la generación de empleos en las localidades.

“Con este tipo de plantaciones no hay deforestación: hay sustitución de especies de manera controlada. Es como una cosecha, un aprovechamiento de la tierra que logra un círculo virtuoso entre los humanos y la naturaleza. Por ello privilegiar la producción de árboles de navidad y comprarlos aquí es muy importante. Además los encontramos casi a la mitad de precio que uno de importación”, expresa.

Por su parte, José Manuel Ávila Cetina, director general de la Comisión de Recursos Naturales de la Sedema, apunta que se trabaja en labores coordinadas con la Conafor a través de programas como Reconversión Productiva y Fondos de Apoyo para la Conservación y Restauración de los Ecosistemas mediante la participación social, con el fin de rescatar superficies ociosas con la plantación de flora sustentable, entre las que destacan las de árboles de navidad de las especies oyamel y ayacahuite.

En la siguiente entrega analizaremos la competencia contra los árboles importados (Canadá y Estados Unidos), así como la actual situación de los ejidatarios que habitan delegaciones en donde se producen estas plantaciones.