Y 2017 será mejor año… que 2018

La tendencia de desaceleración internacional y los efectos en la economía mexicana disolvieron cualquier optimismo

Carlos Ramírez
Columnas
Industria en México
Foto: Especial

Las expectativas se han convertido en un estado de ánimo negativo. En los criterios generales de política económica para 2017, aprobados apenas en noviembre pasado, el gobierno federal fijó una tasa de PIB de 2%-3% pero arrancará 2017 con una previsión de 1.5% y seguirá bajando a lo largo del año.

Lo de menos son las cifras frías; estas reflejan, en realidad, la dinámica de las fuerzas productivas y el choque externo. Sin embargo, revelan la falta de seriedad de los previsores económicos porque 2016 cerró con expectativas abajo del rango inferior de la estimación aprobada por el Congreso.

No: 2017 no será un buen año. Pero el problema no radica solo en absorber con decrecimiento el impacto de desajustes en la economía estadunidense, sino además en no prever efectos internos.

No hace mucho tiempo México tuvo acercamientos a un modelo econométrico de previsiones del corto y mediano plazos: el modelo Wharton. Con base en 16 variables, economistas tenían acceso al comportamiento económico previsible si una de esas variables se movía hacia arriba o hacia abajo. Si bien no era exacta, cuando menos podía adelantarse a los efectos negativos-positivos de movimientos económicos en variables como precios de petróleo, economía estadunidense, tipo de cambio y salarios, entre otros.

Los técnicos de Hacienda en el segundo semestre de 2016 calcularon las expectativas de 2017 sobre bases irreales, si acaso hubo alguna previsión. La tendencia de desaceleración internacional y los efectos en la economía mexicana disolvieron cualquier optimismo. De haber contado con un modelo de previsiones, la política económica prevista pudo haber adelantado algunas decisiones de absorción del choque externo, como por ejemplo un programa económico contracíclico.

De ahí que una estimación pesimista de 2017 no debe causar enojo, porque parte de un estudio de la realidad; las expectativas de PIB bajo para el año próximo deberían estimular la creatividad de los diseñadores de la política económica. La ciencia económica no es una ciencia exacta, pero tampoco es brujería: Keynes enseñó el papel de las previsiones.

Prevenir

Lo que contribuye al pesimismo no son los ciclos económicos, sino la falta de reacción inmediata de los responsables de la política económica.

A pesar de que desde su campaña Donald Trump anunció que revisaría con dureza el acuerdo de comercio libre con México, las reacciones mexicanas fueron de defensa de migrantes y no de evaluación crítica de las partes del tratado que no han beneficiado al país.

Una cosa es que la economía mexicana sea dependiente de las fluctuaciones internacionales y otra muy diferente que México carezca de instrumentos de previsión y de medidas de emergencia para asimilar los choques externos. Este tipo de crisis interna por choques externos se ha presentado a México desde 1973, pero es la hora en que 43 años después los responsables económicos van de pasmo en pasmo, de recomendar resistencia a rezar para que los efectos no sean tan malos.

Es posible que los choques externos sean tan fuertes que afecten a México, pero otra cosa es que aquí no haya un comité de crisis que prevenga esos choques, sugiera mecanismos de resistencia y sobre todo supervise los programas de emergencia.

No debe olvidarse que 2018 será continuidad de 2017 y entonces lo malo de 2017 estará previendo un 2018 peor.