Un balance es algo… balanceado

el mundo financiero, tampoco nada desaparece sino que simplemente cambia de lugar

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomía comercio internacional
Foto:cbp.gov

En mis clases de esa horrorosa materia llamada “contabilidad” (que me vi obligado a cursar en mi MBA) me enseñaron que hay una cosa llamada “partida doble”, sistematizada por Luca Pacioli (fraile tenía que ser) hacia 1490 y que esencialmente es una forma del principio universal de conservación de la energía pues dice que, en el mundo financiero, tampoco nada desaparece sino que simplemente cambia de lugar: de un lado del balance, al otro; de un activo a un pasivo; de una ganancia, a una pérdida. Así, todo balance es básicamente un espejo: de un lado una cosa; del otro, su sombra o reflejo.

Este camarada Pacioli fue todo un genio matemático que, entre otras muchas otras obras, dejó De ludo scacchorum, un manual para enseñar a jugar al ajedrez (en el que era experto) ilustrado nada menos que por Leonardo Da Vinci. Pero en fin, esto viene al caso por la embestida de Donald Trump contra el comercio internacional. Bueno, él dice que su enojo no es contra el comercio en sí sino contra el comercio que él califica de “desleal” y que no es exactamente así. Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes.


Para empezar habría que diferenciar entre el movimiento político-totalitario-elitista llamado “globalización” y la tendencia mundial hacia el flujo libre de bienes, personas y capitales, de cualquier lado hacia cualquier otro.

O sea, hay que distinguir entre comerciar y controlar, entre intercambiar y concentrar, entre el cambalache y el sometimiento (cosas distintas que los tecnócratas todo el tiempo buscan confundir para beneficio de sus amos con la frase hiper tramposa de “la globalización es una tendencia mundial inevitable”).

Ganar-ganar

Además de no entender los beneficios mutuos de todo intercambio comercial, el punto de vista de la transacción como un juego suma-cero (en vez del correcto ganar-ganar), en que necesariamente una parte gana lo que otra pierde (en vez de lo correcto de que ambas partes ganan, si bien de diferente manera), esta visión sesgada hace caso omiso de los conceptos elementales de la teoría de la balanza de pagos (que convenientemente ha sido desacreditada desde hace tiempo como una doctrina mercantilista inválida). Esto conduce sin remedio a describir toda transacción comercial como una relación entre ganadores y perdedores (como hace Trump).

Aquí entra en escena el fraile Pacioli (quien legó a la humanidad mejores cosas que mis noches exasperadas ante las tareas de contabilidad que excedían a mi limitado hemisferio izquierdo) y nos recuerda que las cuentas siempre están equilibradas: si de un lado hay “déficit comercial”, del otro se debe registrar un “superávit de capital”. Cuando los exportadores foráneos venden sus productos a Estados Unidos, este les paga (en dólares que no le cuestan absolutamente nada sacar del aire, pero ese es otro asunto) y así dichos países exportadores son “superavitarios”. El punto es que EU adquiere de sus contrapartes bienes y servicios reales, a cambio de nadas verdes que saca del aire. ¿Y aun así se queja?