¿Cuánto dinero hay en el mundo?

Esta es la pregunta del millón, en un sentido más que literal

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomía 831
Foto: kho

Esta es la pregunta del millón, en un sentido más que literal, y la respuesta es depende: depende de cómo definas el escurridizo concepto “dinero”. Para los muy puristas clásicos, dinero es oro y plata, nada más, según dijera John P. Morgan en 1912: “El oro es dinero; todo lo demás es crédito”.

Pero en estos tiempos degenerados esas enemil formas de crédito suelen tomarse por “dinero” y en estos ámbitos etéreos esa palabra se aplica a muchas otras sustancias y entelequias.

Así, el problema del análisis no es tanto la enorme cantidad de ceros que se van sumando a medida que se amplía la definición y se vuelve más y más abstracta, sino el contenido, los parámetros de esta misma definición.

Vayamos por escalones, pues, según la súper ilustrativa gráfica http://money.visualcapitalist.com/all-of-the-worlds-money-and-markets-in-one-visualization/?link=mktw.


El primer escalón es el de la más famosa criptodivisa, el bitcoin. Una caquita de mosca: cinco millardos de dólares. Luego viene el mercado de la plata: 14 millardos. Sigue el valor de capitalización de la empresa más apetecida, Apple: 616 millardos.

Pasemos a los ceros en serio, los anglotrillones (billones nuestros, doce ceros después del dígito significativo). El balance de la Fed: 4.5 billones (anglotrillones: AT). El valor de todos los billetes y monedas del mundo: alrededor de cinco AT. Bienes raíces comerciales: 7.6 AT. Oro atesorado, registrado, disponible (dato oficial, 183 mil 600 toneladas): 7.8 AT. Dinero fácilmente accesible en el mundo: 28.6 AT. Todos los mercados bursátiles del planeta: 70 AT. Definición más amplia de dinero (billetes, monedas, chequeras, depósitos a plazo, cuentas ahorros, afores): 80.9 AT.

La deuda mundial ocupa un escalón aparte. Nada más la deuda soberana en forma de bonos nacionales: 59.7 AT (29% de EU, 26% de la Unión Europea, 20% de Japón, 6% de China y 19% del resto del mundo). El total de este renglón: 199 AT, 29% de los cuales se adquirieron (se crearon de la nada, más bien dicho) después de la crisis de 2008.

El salto cuántico

Y aquí la contabilidad financiera global da un salto mortal, al elevarse a las alturas más altas de la altitud (allí donde las águilas necesitan escafandra para respirar): los instrumentos derivados. ¿Y cuánto importan estos “derivados”, que no son sino apuestas? La megaburrada de 630 AT (en su estimación más conservadora) o hasta el triple de ese monto, ya de por sí demencial: 1.2 anglocuatrillones: 1,200,000,000,000,000.

Estos “derivados” se inventaron como antídotos contra el riesgo financiero, pero según muchos analistas han logrado precisamente lo contrario: incrementar el riesgo. De hecho el legendario Warren Buffet los llama “armas financieras de destrucción masiva” (Financial weapons of mass destruction). Y es que, si bien es cierto que integran un conjunto de suma cero, son inimaginables las tragedias que eventualmente tendrán que producir entre los apostadores individuales, al estallar, entre perdedores formales o ganadores defraudados (a quienes sus contrapartes no pudieron pagarles). Finalmente, perdedores todos.