Relación México-EU

Algunos políticos cuestionaron que el presidente aceptara reunirse con miembros del gabinete de Donald Trump 

Sergio Sarmiento
Columnas
Visita de secretarios de EU
Foto: NTX

Llegó el dúo dinámico a negociar con el gobierno mexicano. Rex Tillerson, secretario de Estado de la Unión Americana, y John Kelly, secretario de Seguridad Interior, arribaron a la Ciudad de México el 22 de febrero en una visita de dos días para iniciar un proceso de renegociación de la relación entre México y Estados Unidos.

Los secretarios estadunidenses se reunieron con sus contrapartes en México, el canciller Luis Videgaray y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, pero también con el presidente Enrique Peña Nieto.

Algunos políticos cuestionaron que el presidente aceptara reunirse con miembros del gabinete de Donald Trump y exigieron que se mantuviera la discusión solamente entre pares. Pero el mandatario mexicano decidió que el diálogo es tan importante que no podía dejarlo solo al nivel de secretarios.

La verdad es que Trump ha llegado a revolucionar una relación que había sido amistosa durante décadas. Los tiempos de las grandes diferencias ideológicas y políticas entre los dos países vecinos parecían haber quedado atrás. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte convirtió a los dos vecinos incómodos en socios con intereses comunes. El comercio entre los dos países se quintuplicó. Lo mismo ocurrió con la inversión productiva.

Es verdad que hubo diferencias, como cuando el presidente Vicente Fox se negó a respaldar la invasión de Irak ordenada por George W. Bush, pero también momentos de gran generosidad: en 1995, cuando la economía mexicana sufrió un gran desplome, el gobierno estadunidense de Bill Clinton rescató a México.

Quiebre

Si algo mostró el TLCAN es que el comercio internacional sirve para reducir las diferencias entre países. Esto ya había quedado de manifiesto en la Comunidad Económica Europea, que con el tiempo se convirtió en la Unión Europea. Los socios están más interesados en hacer negocios de beneficio mutuo que en pelearse.

Trump ha venido a romper esta filosofía. Con una estrategia proteccionista busca establecer nuevas barreras a todo el comercio internacional, pero enfoca sus esfuerzos primero a México, un país por el que parece tener una animadversión personal.

El presidente de Estados Unidos no entiende mucho de economía. Está convencido de que el propósito del comercio internacional es tener un superávit. Por eso se queja del déficit comercial que Estados Unidos tiene con México. Pero este es solo 8% del total de la Unión Americana, de la que la mayor parte del déficit la representa China, con 40%. Pero Trump, que quiere echar para atrás el TLCAN, no ha tomado hasta ahora medidas contra China, que no tiene tratado de libre comercio con Estados Unidos.

Mientras que Trump cuestiona el supuesto abuso de México de un injusto TLCAN, sostiene que no tiene problemas con Canadá. Poco importa que los tres países tengan las mismas reglas dentro del tratado.

Trump busca cambiar toda la relación con México. Ha emprendido una campaña de deportaciones de mexicanos y otros indocumentados. Ha prometido construir un muro fronterizo y obligar a México a pagar por él. Ha amenazado con confiscar remesas de mexicanos y de aplicar un impuesto especial a los productos mexicanos.

¿Qué tanto de esto es pura amenaza? Es difícil saberlo. Por lo pronto, la visita de los secretarios Tillerson y Kelly es el primer paso en una renegociación que puede lograr que la amistad de los últimos años entre México y Estados Unidos se convierta nuevamente en enemistad.