No me refiero a nuevas partes del mundo que se vayan a ver sacudidas por la destrucción y la muerte de miles de personas en el corto plazo, sino a aquellas que arrastran ya cinco o más años de violencia crónica… pero pueden ser sometidas a mayores dosis de confrontación: Siria, Libia, Chad del Sur, Mali, Congo, Irak, Afganistán y Yemen, entre otros, comienzan a observar mayor presencia de las partes y potencias occidentales involucradas en combates, atentados (con cientos de víctimas al mes) y bombardeos.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos, por ejemplo, recién anunció el desplazamiento de 400 soldados más a Siria, con los que sumará una presencia de casi mil elementos, lo que viene a ser una verdadera diferencia respecto de la política militar que Barack Obama venía aplicando para evitar en lo posible la muerte de soldados en el terreno, es decir, privilegiar los ataques aéreos y mediante drones artillados, evitando hasta el momento numerosas bajas.
Sin embargo, el nuevo presidente Donald Trump también autorizó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) pueda utilizar sus drones artillados para neutralizar a líderes o infraestructura de organizaciones consideradas terroristas.
Pese a que el incremento propuesto en el presupuesto militar para 2017 es de 9% y será a costa de recortar ingentes recursos al Departamento de Defensa en el renglón de financiamiento a organizaciones, los propios militares en situación de retiro se encargan de señalar los costos de abandonar la diplomacia para privilegiar la guerra, que al final son mucho más onerosos y aumentarán, en lugar de reducir, los peligros para la seguridad y defensa nacionales de Estados Unidos.
No obstante, la propuesta de incremento enviada al Congreso por parte de la Casa Blanca deja ver con nitidez que los criterios con los que se diseñó el presupuesto para este año prevén una escalada de tensiones y una muy posible profundización de los conflictos en Oriente Medio y el centro norte de África.
Tendencias
Ahora bien, no solo Estados Unidos sino también la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Informe de actividades 2016), con una clara influencia de la agenda de los países europeos que la integran, ha decidido dar pasos consistentes hacia la creación de una verdadera política homologada en materia de seguridad cibernética. Es decir, todos esos términos con el prefijo ciber y que tienen que ver con la defensa, seguridad e inteligencia, observarán un sustancial impulso para proteger los sistemas críticos de generación, transmisión, almacenamiento de datos y procesamiento de decisiones.
Por último, pero no menos importante, cabe recordar la escalada en la península de Corea.
Latinoamérica, en este contexto, sin duda que aparece como un remanso en cuanto a conflictos armados a gran escala, pero la inestabilidad generada por la actividad criminal no permite suponer, ni mucho menos, que estemos al margen o fuera de las dinámicas negativas de la violencia en general.
En efecto, para países como México, que arrojan datos de violencia comparados —según estudios de organismos multilaterales— aproximados a los de escenarios en varias partes del mundo, se hace necesario estudiar con detalle algunas de las tendencias mundiales aquí referidas. Si a la vista están los aumentos en las tensiones, es mejor prever desde ahora cómo nos veremos afectados y qué podemos hacer, en lo posible, para evitarlo.