¿Gran negociador o tan solo ego-ciador?

Trump propuso otro programa para sustituir el Obamacare pero su iniciativa naufragó en el Congreso. 

Guillermo Fárber
Columnas
Trump ¿negociador?
Foto: AP

Este artículo del agudo Gary North (Trump’s futile faith in his market-based negotiating skills, http://www.garynorth.com/public/16533print.cfm) no tiene desperdicio: aclara de entrada que quienquiera creyera que Donald Trump lograría algo a través del Congreso era un iluso perdido y pone de ejemplo el caso patético del programa de salud apodado Obamacare, de inspiración obviamente estatista (fue redactado por las aseguradoras privadas, para beneficiarse del bolsillo quebrado pero munífico del Welfare State), que en cuanto a un programa de medicina socializada apenas encubierto es un desastre económico y lo será cada vez más, pero es ya inamovible.

Como sabemos, Trump propuso otro programa para sustituirlo (que de todo modos era aún peor), pero su iniciativa naufragó en el Congreso. Obamacare es ahora permanente: sangra a la clase media y al gasto público, pero subvenciona a los pobres y nutre a las industrias médica y aseguradora. Por tanto, llegó para quedarse.

Pero esa monstruosidad debería haberse rechazado del todo, dice North, no buscar sustituirlo. Y señala una triste realidad del maniqueo sistema político de Estados Unidos: “Cuando los demócratas le hacen tragar un nuevo programa de welfare a los republicanos, estos ya nunca lo rechazan”.

La razón es simple: una vez que sus clientelas (constituencies) empiezan a recibir el dinero gubernamental, se oponen fieramente a dejar de recibirlo. Hay que aceptarlo, pues: los ciudadanos son partidarios del welfare state siempre y cuando les beneficie personalmente. Ahí se detiene toda objeción filosófica o moral a cualquier esquema de redistribución de la riqueza social a través del Estado. Un caso obvio de que “el gran negociador” que decía ser Trump fracasó en toda la línea.

Decíamos ayer…

Otro caso es el TLCAN o NAFTA. Una de las promesas centrales de campaña de Trump fue que sacaría a EU de la “esclavitud” del tratado. Hace unos días la realidad se impuso oootra vez y Trump declaró que su país mantendrá ese acuerdo y solo lo renegociará en ciertos aspectos.

En opinión de North, “ese acuerdo es otra monstruosidad. Abdicar de la soberanía nacional a favor de una organización internacional es siempre una mala idea. Y desde un enfoque filosófico, obtener mejores condiciones de un acuerdo internacional implica aceptar la rendición ante una agencia no electa del New World Order”.

El corolario es inevitable: aun suponiendo que Trump lograra negociar un mejor arreglo del TLCAN, la puerta queda abierta para que en el futuro otro presidente lo renegocie para mal. Por tanto, dice North, la única decisión digna de considerarse era rechazar el tratado del todo. Pero esa opción ya quedó fuera y el “gran negociador” fue noqueado en el primer minuto del round uno.

Así, los muy pocos de verdad “conservadores” que existen en el establishment político gringo, y los muchos millones de ilusos votantes que creyeron en sus alardes de “Gran Negociador”, descubren hoy que en el juego político (poder en vez de dinero en business) a Trump le sobraba la “N” inicial.