EL SHOW DE LOS SALTIMBANQUIS

La comparecencia de James Comey fue un round más de Trump vs. Deep state. 

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomía 848
Foto: Notimex

Y todavía hay quien se cree que este show va en serio. Bueno, cierto que ha causado en el pasado enemil guerras, infinitos sufrimientos, cientos de millones de muertos, desplazados, mutilados, heridos y huérfanos, y ahora puede provocar oootro agarrón bélico, esta vez terminal: la WWIII nuclear. Pero eso no quita que de todos modos el show sea una farsa. Otro episodio de este show perpetuo lo vimos hace unos días: la comparecencia del ex cacagrande del FBI, James Comey, ante el Senado gringo.

La comparecencia fue un evento más del round Trump vs. Deep state. Bill Bonner hace una sabrosa crónica al respecto. Fue un evento grande, dice, dentro del espectáculo público de Washington. “Fue el muy publicitado choque entre dos saltimbanquis, cada uno de ellos secundado por un ejército de pillastres y estafadores. Fue la versión política de la lucha libre profesional. Cada bando tiene su payaso adalid. Ninguno de ellos es lo que finge ser, pero ambos desempeñan su rol y el respetable aplaude o chifla según sea el bando por el que escoge ser engañado”.

Payasos en acción

En la comparecencia, “Mr. Comey jugó a ser el honorable funcionario de la justicia cuyo único interés es proteger al pueblo estadunidense de sus enemigos, tanto foráneos como domésticos, y preservar la integridad de su organización, el FBI. Pero desempolva casi cualquier caso de fracaso o engaño de los últimos 15 años, y encontrarás por todas partes las huellas de Mr. Comey y de Robert Muller” (también ex jefe del FBI, de 2001 a 2013, y hoy nombrado fiscal especial para supervisar la investigación de esa agencia sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016).

Como es usual, el público se divide en dos, proTrump o antiTrump, sin analizar nada a fondo y obedeciendo a los mitos simplones de su preferencia.

Por ejemplo, ningún proTrump señaló que Mr. Comey ha sido un fiel lacayo del Deep state a lo largo de toda su carrera; y ningún antiTrump se molestó en subrayar que El Donald no es el “francote” que se dice, ni el “outsider” que se proclama ni el “exitoso empresario” que se presume.

En fin, este show mantiene distraído al respetable con minucias, en vez de enfocarse en lo que realmente importa. ¿Y qué es lo que realmente importa? El crecimiento canceroso de los dos tumores que están matando a Estados Unidos desde que este decidió entrar de lleno en el negocio imperial, apalancado por el dólar, la primera moneda de la historia totalmente respaldada por NADA. Esos dos tumores son la burocracia gubernamental y su deuda concomitante.

Ambos tumores son ingobernables, insostenibles e impagables, y habrán de sepultar a los dos luchadores (y al público, el árbitro, los locutores, los seconds, los afanadores, los apostadores) cuando el diluvio venza por fin al techo, caiga en torrente y ahogue el recinto entero (ring, tribunas, pasillos, vestidores, baños…)