Refugiados: desafío del siglo XXI

Existe un compromiso en la ONU para ofrecer soluciones integrales y compartidas para que en 2018 se concrete un pacto global con compromisos concretos.

Ricardo Pérez Valencia
Todo menos politica
Refugiados
Foto: Cuartoscuro

A lo largo de la historia, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial y a raíz de la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), una de las grandes tareas de la humanidad ha sido y es la lucha por el respeto a los derechos humanos, dentro de los cuales la obligación de brindar refugio a toda persona que así lo requiera no deja de parecer la piedra en el zapato: a más conquistas en otras áreas de las garantías universales, mayores y más complicados retos surgen frente al tema de los refugiados que hoy vive todo el planeta.

Se trata en su mayoría de civiles desplazados por la guerra, el autoritarismo o el hambre, víctimas de conflictos sin fin en algunas regiones siempre candentes y en conflicto.

Es una cifra creciente, que alcanza ya 65 millones de desplazados y, de ellos, 23 millones de refugiados, el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial: una crisis internacional en la que va de por medio la vida, ya que son desplazamientos humanos que no solo involucran a quienes tienen la necesidad de abandonar su tierra en busca de mejores condiciones de vida o para vivir en libertad sino también, en muchas ocasiones, a quienes huyen para salvar sus vidas.

Compromisos

En septiembre pasado, durante la sesión LXXI de la Asamblea General de la ONU, el punto clave de las deliberaciones fue ofrecer soluciones integrales y compartidas para que en 2018 se concrete un pacto global con compromisos concretos sobre el tema de los refugiados.

Entre los principales compromisos, 52 países ofrecieron aumentar casi al doble la cifra de personas que aceptaron como refugiados durante el año anterior, además de prometer mejorar el acceso a la educación para un millón de niños y ofrecer oportunidades de empleo para los adultos en exilio.

Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional (AI), afirma sin embargo que los compromisos anunciados “palidecen frente a lo que se necesita” para aliviar la situación de las personas que huyen de escenarios de violencia y conflicto.

“Las cumbres del año pasado solo sirvieron para exponer la crisis de liderazgo. Mientras algunos líderes mundiales sonríen para las cámaras, los magros resultados de las cumbres no los eximen de responsabilidad. Hasta que más países, especialmente los ricos, acepten una cifra mayor y más justa de refugiados, estas naciones seguirán del lado equivocado de la historia”, afirma Shetty.

Problema global

Aunque la actual crisis de refugiados es alimentada esencialmente por el conflicto en Siria (más de cinco millones de refugiados, según la ONU), la comunidad internacional reconoce que este fenómeno es de naturaleza mundial y se da en diversas regiones, por lo que consideran necesaria una respuesta conjunta e inmediata.

En su Informe de tendencias mundiales, la agencia del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) expresa que es urgente que líderes de Europa y otros países, incluyendo a Estados Unidos, realicen un mayor esfuerzo por terminar con las guerras, en lugar de promoverlas, con el fin de poner fin al movimiento masivo de personas, quienes se ven injustamente obligadas a abandonar sus hogares y enfrentar hambre, persecución y, en muchos casos, la muerte.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos indica por su parte que actualmente también el continente americano enfrenta una de sus principales crisis humanitarias de refugiados.

Considera preocupante ver cómo la respuesta de algunos países es estigmatizar como criminales a los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados, así como el hecho de que recurran al uso generalizado de redadas, detención migratoria y deportaciones sumarias.

A diferencia de otras regiones del mundo, señalan organizaciones internacionales como Sin Fronteras IAP, en América las migraciones forzadas no obedecen a conflictos internacionales sino a situaciones internas, violencia generalizada, persecución, violación masiva de los derechos humanos o perturbación grave del orden público.

Mariana Echandi, asociada de Comunicación e Información Pública del ACNUR, dice a Vértigo que el caso de Centroamérica es emblemático: la región está en una situación que cada vez se deteriora más y se trata ya de una crisis humanitaria regional que afecta a varias naciones, no solo a México o a Estados Unidos, ya que también hay ahora refugiados que buscan protección en países como Belice o Costa Rica.

México

Para el caso de nuestro país la migración centroamericana la integran principalmente personas que huyen del llamado Triángulo Norte de Centroamérica —Honduras, El Salvador y Guatemala— de donde llega más de 90% de los refugiados en México.

El problema de origen es que muchas veces el tema de los refugiados se confunde con un asunto migratorio meramente económico: “Se asume que son migrantes en tránsito hacia el norte y no que se trata de una situación de desplazamiento forzado por violencia o de persecución que amenaza incluso sus vidas”, dice Echandi.

—¿La política migratoria que impulsa Donald Trump en Estados Unidos provoca algún cambio en México?

—El cambio de los patrones de las personas que llegan a México buscando protección lo identificamos desde enero de 2015, con base en las estadísticas de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar): mes con mes ha habido un incremento de 8% en las solicitudes de asilo. En 2016 las solicitudes se incrementaron más de 156% en comparación con 2015; y vemos que esa tendencia continúa en 2017.

Mariana Echandi agrega que también se registra un cambio en el perfil de los solicitantes de refugio y cada vez se ve a más familias completas, monoparentales pero también extendidas, así como adolescentes y niños que incluso viajan solos, huyendo de la violencia ejercida por las pandillas, principalmente las ya conocidas Maras.

El ACNUR reconoce también que la ley mexicana en la materia prevé mucho acceso a derechos para las personas que son reconocidas como refugiadas o beneficiarias de protección complementaria, como es el derecho a trabajar, a la salud, a la educación y a la revalidación de estudios, así como a ubicarse en cualquier parte del territorio nacional donde puedan tener posibilidades para integrarse.

Métodos

Por su parte, Carolina Carreño, coordinadora del área de atención y servicios de Sin Fronteras IAP, comenta a Vértigo que uno de los principales retos es que las personas que llegan a México puedan acceder al reconocimiento de su condición como refugiados, pero muchas no saben que tienen ese derecho, desconocen cómo acceder a él y es ahí donde se trabaja hoy, para sensibilizar e informar tanto a las autoridades como a los migrantes.

“El desafío más grande que encontramos para que estas personas accedan a la protección, es la información: que sepan que existen estos procedimientos y accedan a ellos. En muchas ocasiones no saben que hay mecanismos, en los países a los que llegan, que les pueden regularizar su estancia y darles una protección y un estatus que les otorga el derecho internacional, del cual México es parte”, puntualiza.

Sin Fronteras, indica, reconoce que hay muchos esfuerzos del ACNUR, de la Comar y de las organizaciones de la sociedad civil para la capacitación del personal y funcionarios migratorios, porque hay desconocimiento de los procesos y aún existe un tema de discriminación o de xenofobia. “Si bien el asilo está relacionado con el derecho humanitario, pareciera que es una dádiva, algo que se da de buena fe, pero al final es un derecho”.

Carreño agrega que hay muchos compromisos que asume el gobierno. Por ejemplo, el Plan de Acción Brasil, un programa que enmarca muchos de los puntos que los gobiernos deben respetar, como asilo de calidad, fronteras solidarias e integración de las personas refugiadas.

Herramientas

Hay muchos instrumentos internacionales para la defensa de los refugiados, como los hay también locales, que en el caso de México se traducen en la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político.

En nuestro país, sin embargo, falta mayor atención al tema: “En todo el país hay solo tres oficinas de la Comar, que es la responsable de implementar todas estas políticas para atender a los solicitantes de asilo; son muy pocos los oficiales de protección; falta personal de atención; el presupuesto que tiene la Comar es muy limitado para hacer frente a todos los retos, tanto el de solicitantes de asilo como el de acompañar a las personas, una vez que son reconocidas como refugiadas, en sus procesos de integración”.

Los desafíos a corto plazo, coinciden los especialistas, son eliminar por completo la detención de solicitantes de asilo, que se les entregue el documento mientras dura el procedimiento y que se aplique la perspectiva de género, así como la atención especial niñas, niños y adolescentes, sobre todo de los no acompañados, para que puedan ser identificados como posibles solicitantes de asilo.

Y lo más importante, apoyar su integración total a la sociedad.