EL CASO DEL REINO UNIDO

A casi un año del Brexit  solo se ha acumulado malestar en los órganos de gobierno de la UE

Javier Oliva Posada
Columnas
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Foto: The Prime Minister´s Office

Pese a ser una obviedad, hay que tenerlo en cuenta: cualquier proceso político en cualquier país adquiere dimensión e influencia internacional y no hay, por ejemplo, elecciones que no concentren por diversos motivos la atención de distintas fuentes de poder político, cultural, económico, militar y social en el planeta.

Sea en el Reino Unido o en el Estado de México, las variables externas son una constante.

Con esta inocultable realidad es que también los tomadores de decisiones, candidatos, partidos políticos y equipos en campaña deben actuar para hacer del mismo contexto internacional un referente positivo, no solo para la competencia electoral misma sino también para la validación moral en el caso de los que ganan los comicios.

Lo sucedido en el Reino Unido, con la fallida operación para que el gobierno de Theresa May pudiera incrementar el poder de negociación en el proceso del Brexit y con los resultados catastróficos ya conocidos, es un claro ejemplo de lo local-internacional de los procesos electorales hoy en día.


Así, tenemos que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó en la entrevista que sostuvieron ambos mandatarios en París la semana pasada que “las puertas de la Unión Europea estarán siempre abiertas para el Reino Unido”, frase que generó mucha especulación y comentarios en esta parte del mundo, por diversas razones.

Pero sobre todo porque el origen de todo este prolongado conflicto político de inestabilidad en el Reino Unido es consecuencia de la inexplicable y absurda decisión del ex premier David Cameron de llevar a un referéndum la permanencia o no de su país en la Unión Europea. Desde el 23 de junio de 2016, a casi un año de realizada esa consulta, solo se han acumulado malestar en los órganos de gobierno de la UE e incomodidades entre gobernantes de los Estados miembros por la manera en que May aborda el inminente inicio de las negociaciones programadas —hasta el momento— para el próximo día 19.

Y resulta que ahora Macron en cierto modo mete el hombro a favor de una primera ministra británica tan proclive a concretar el Brexit cuanto antes.

Puerta

También en Estados Unidos hay repercusiones por los sorprendentes resultados de las elecciones del 4 de junio en el Reino Unido: por principio de cuentas, el presidente Donald Trump aseguró que la Organización del Tratado Atlántico Norte siempre sí tiene sentido y vigencia.

Recordemos que Trump expresó sus dudas a propósito de la utilidad de la OTAN, ya fuera por el costo que absorbe el gobierno estadunidense o bien porque la etapa de confrontación con Rusia ya pasó. La rectificación de sus apreciaciones, según los analistas, tiene que ver con el notable aislamiento en el que puede caer su principal aliado a nivel mundial.

Las precarias condiciones en las que se encuentra May, teniendo que recurrir a un partido muy conservador y de escasa aceptación en el Reino Unido —incluyendo a Irlanda del Norte— para mantener el poder, ha generado muchas críticas.

En efecto, el partido Unionista, que cuenta con diez asientos para el próximo Parlamento, representa justo la cantidad de votos que requiere May para formar un gobierno de mayoría absoluta. Sin embargo, las condiciones que se han comenzado a manejar y que trascienden a la opinión pública, adelantan una cierta fragilidad de esa mayoría negociada. Opositores a las libertades sexuales, a la migración y asimilación acordada, tienen una trayectoria marcada por el abierto apoyo a un Brexit duro.

Pero ahora distintas e influyentes voces en Europa, como la de Macron, abren la puerta de manera tenue para una rectificación en la decisión británica. Así que, sin duda alguna, lo local se vuelve internacional.