SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Esta lista es benéfica, sencilla y sensata

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomía 850
Foto: dolgachov

Supongo que en lenguaje coloquial la siguiente lista de sugerencias recibiría un nombre menos literario y relativo al llamado “placer solitario”. Va de todos modos, porque sé que generaría un tremebundo beneficio social y por tanto es inaceptable para los millones de zorros, gestores, ordeñadores y parásitos que desde arriba, abajo y por todos los rincones, manipulan y enredan el sistema para su retorcido provecho.

Lista de deseos a Santa Clos:

1. Decretar una auténtica reforma tributaria, fijando un impuesto único al ingreso de 10%, para todo mundo, parejo, universal, sin excepciones de ninguna clase.

2. Fijar un impuesto único al consumo de 10%, para todos los productos, bienes y servicios.

3. Eliminar todas las exenciones, salvedades, escalas y asegunes en ambos impuestos.

4. Eliminar todo otro impuesto adicional, especial y extraordinario.

5. Prohibir todo gasto deficitario, toda posibilidad de incurrir en deuda, exigir al gobierno que limite sus egresos a sus ingresos.

6. Cancelar todas las normas y regulaciones que no se hayan generado en el Poder Legislativo si no en oscuros memos de dependencias “administrativas”.

7. Emprender una cruzada por la desregulación y la deslegislación: hacer lo que hizo Justiniano hace 15 siglos y desechar, descartar, recortar, podar sin misericordia el hipertrofiado cuerpo jurídico nacional y estatal (si diez mandamientos son suficientes para regir la conducta de un católico, suena un poco excesivo que el código fiscal gringo, inabarcable por nadie, se haya multiplicado por 190 en un siglo, llegue hoy a 80 mil páginas y se proyecte para alcanzar las 100 mil páginas en 2050).

8. Rebajar los sueldos y prestaciones a todos los políticos a lo que realmente le aportan a la sociedad (alrededor de un salario mínimo).

Estas reformas tendrían múltiples e inmediatos efectos favorables:

1. Eliminaría al instante la necesidad de bufetes y tribunales fiscales, coyotes, gestores y cabilderos.

2. Simplificaría enormemente las contabilidades personales y empresariales.

3. La economía detonaría un auge productivo, innovador.

4. La burocracia (no solo, pero principalmente la hacendaria) se reduciría a la vigésima parte.

5. La desigualdad social se vería radicalmente reducida.

6. Etc.

Por desgracia también habría un efecto indeseable: detonaría una revolución o, más probable, el gigantesco aparato de intereses creados asesinaría a quien o quienes osaran promover una iniciativa semejante, más peligrosa que un ejército de anarquistas armados con AK-47.

Conste que te lo advertí desde el principio: esta lista es tan increíblemente benéfica, sencilla y sensata, que jamás tendrá el apoyo de ningún partido político ni de ninguna de las enemil redes de oficios, profesiones y gremios que medran al amparo de la complejidad y las tenebras que ella genera.