Luciérnagas iluminan el bosque de Tlaxcala

Entre junio y agosto los visitantes pueden ser testigos de la danza del cortejo de las luciérnagas

Martha Mejía
Todo menos politica
Luciérnagas
Foto: NTX

En el mundo existen solo dos santuarios dedicados a las luciérnagas y uno de ellos se encuentra en México, mientras que el segundo está en Nueva Zelanda. No obstante, el de Nanacamilpa, en Tlaxcala, destaca por estar dentro de uno de los bosques más privilegiados, tanto por su biodiversidad como por su riqueza ecológica y por el esquema de sustentabilidad con el que se maneja.

Estos factores hacen que el santuario de Nanacamilpa se perfile como uno de los tesoros ecológicos más valiosos del país.

Nanacamilpa (que significa Tierra de hongos) se localiza al poniente del estado. Se compone de una extensión boscosa de oyamel, encino y pino. Gracias a su grado de conservación este ecosistema ubicado a una altura de dos mil 800 metros sobre el nivel del mar se convierte en el lugar ideal para alojar a una de las casi dos mil especies de luciérnagas.

El sitio exacto es Villas del Bosque. Se trata de cuatro mil 60 hectáreas que componen el hábitat de la Macrolampis Palaciosi.

Durante un recorrido por la zona Luis Ramón Galindo Contreras, guía del Centro Ecoturístico Santa Clara, señala que este es el único lugar en el país que cuenta con un certificado denominado Santuario de las Luciérnagas, el cual le otorgó en 2012 la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

Apunta que en las 195 hectáreas con las que cuenta Santa Clara no se permite la tala: solo se trabaja en el cuidado y la preservación de las luciérnagas y del medio ambiente.

La especie

A escala mundial existen dos mil especies de estos insectos, mientras que en México se reconocen 164.

De acuerdo con estudios del Instituto de Biología de la UNAM la Macrolampis Palaciosi no coincide con ninguna de las conocidas, por lo que se le considera endémica de la región.

Es así que de las 84 especies que viven en territorio nacional la luciérnaga de Nanacamilpa resulta ser una de las más espectaculares, propiciando uno de los escenarios más mágicos que se pueden encontrar dentro de los bosques nacionales y extranjeros.

La vida de la luciérnaga tiene cuatro etapas, cada una de tres meses de duración.

“En la primera es un huevecillo, que es depositado entre la hojarasca; después se convierte en larva y posee un par de antenas con las que inyectan una toxina a caracoles y babosas, que son su alimento, y los paralizan, a la vez que hacen que su cuerpo se vuelva un poco más líquido y pueda comerlos”, explica Galindo Contreras.

En la tercera etapa son pupas, es el periodo en el que pasa de larva a adulto y en esta fase obtienen la luminiscencia. Sin embargo, en este periodo aún no se pueden ver debido a que están escondidas en la hojarasca, en algunas rocas o en la corteza de los árboles.

Finalmente, la última etapa es la adulta. “Es cuando ya están en vuelo, se alimentan de néctar y polen, y es propia del cortejo y apareamiento. Es justamente en esta etapa cuando brindan el espectáculo natural que observamos en el santuario”, indica el guía del sitio.

Miguel Iglesias Gutiérrez, responsable técnico de la Unidad de Vida Silvestre de la zona de avistamiento Piedra Canteada, explica que las luciérnagas brillan debido a los órganos fosforescentes ubicados en su abdomen.

A su luz se le llama bioluminiscencia y se debe a las reacciones químicas de una sustancia llamada luciferina que es oxidada por el oxígeno nuclear para producir oxiluciferina y generar luz.

“Fisiológicamente es parecido a nuestro proceso digestivo, empezamos a metabolizar azúcares y carbohidratos, con lo cual empezamos a generar energía; pasa algo similar con las luciérnagas, que se alimentan y combinan unas enzimas que tienen internamente, que es la luciferina y la luciferasa, las que se combinan con el oxígeno y emiten una luz”, explica.

El fenómeno de apareamiento sucede en los meses de junio, julio y agosto, porque es cuando hay más humedad y se presentan más precipitaciones. “Para las luciérnagas este es su hábitat preferido: un bosque templado, húmedo y oscuro”, señala el también biólogo.

Espectáculo natural

Para apreciar el espectáculo natural es necesario internarse en medio del bosque, primero por medio de camionetas, autobuses o vehículos particulares, aunque kilómetros más adelante ya no se permite avanzar más en vehículos motorizados, por lo que solo resta caminar hasta internarse en lo más alto de los parajes. Antes se debe pedir permiso, tanto a la madre naturaleza como al guardián del bosque, para que resguarden y protejan a los visitantes durante su permanencia.

De esta forma poco a poco cae la noche y los destellos van apareciendo lentamente.

La clave para apreciar este espectáculo es silencio y paciencia, ya que al menor sonido las luciérnagas dejan de emitir su luz. Por ello entre las reglas de los lugares de avistamiento está el evitar encender luces de cualquier tipo y en caso de querer tomar fotografías se pide no usar flash.

No obstante, ni las cámaras más sofisticadas son capaces de captar la belleza que solo la vista humana puede percibir tras acostumbrarse a la oscuridad para finalmente contemplar en absoluto silencio la danza del cortejo, en la que cientos de machos —que son los únicos que vuelan—, se sincronizan y exhiben su luz a las hembras que esperan entre la hojarasca para buscar al mejor candidato y aparearse, dando como resultado unos de los espectáculos más increíblemente bellos y pocas veces observado dentro de la naturaleza.

Protección

De 2013 a la fecha la Comisión Nacional Forestal (Conafor) ha destinado 15 millones 597 mil 475 pesos a la conservación del bosque de Nanacamilpa.

Haidé Gisela Lucero Zepeda, gerente de Conafor en Tlaxcala, indica que el recurso proviene del programa Pago por Servicios Ambientales (PSA) con vigencia a 2017.

“Este año se invirtieron 1.6 millones de pesos para concluir con los trabajos de captación y filtración de agua de lluvia, obras de restauración y mejora del suelo, así como prevención de incendios forestales”, expone.

Para proteger las cuatro mil 60 hectáreas del bosque de las luciérnagas, la Conafor ha apoyado a los ejidos San José Nanacamilpa, San Felipe Hidalgo, Lira y Ortega; así como la Sociedad de Producción Rural Fresh Forest y la Sociedad Piedra Canteada, con estudios para el aprovechamiento forestal, prácticas de manejo maderable y vida silvestre, certificación forestal, caminos forestales, restauración, tecnificación silvícola y la formación de brigadas rurales para monitorear la zona.