A minutos de la media noche

La amenaza nuclear representa un mayor peligro para la humanidad 

Lucy Bravo
Columnas
Kim Jong y Trump
Foto: Reuters

En enero pasado los científicos atómicos de la Universidad de Chicago anunciaron que el Reloj del Juicio Final se adelantaría 30 segundos, colocando a la humanidad a dos minutos y medio de la medianoche. Esta advertencia simbólica, nacida en 1947, que anuncia lo cerca que está el mundo de “la medianoche”, es decir, de una catástrofe nuclear o existencial, no se había adelantado desde 1953.

Pero la manecilla podría estar aún más cerca de la medianoche debido a las palabras de un solo hombre: Donald Trump.

Luego de una semana de escalada de tensiones entre el mandatario estadunidense y su contraparte de Corea del Norte, Kim Jong-un, la amenaza nuclear representa un mayor peligro para la humanidad que en cualquier momento desde el apogeo de la Guerra Fría.

En menos de 72 horas el programa nuclear de Norcorea pasó de las pruebas de misiles a una amenaza a escala mundial. Tan solo un día después de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó por unanimidad nuevas sanciones contra ese país, el régimen norcoreano anunció que por primera vez había producido una ojiva nuclear que podría colocarse en un misil.

En cuestión de minutos, Trump demostró su lado bélico. Aseveró que Corea del Norte “se encontrará con el fuego y la furia” de Estados Unidos si el régimen norcoreano continúa con sus amenazas. Sin embargo, Trump podría arrepentirse de sus palabras. El mismo personaje que ridiculizó a Barack Obama por permitir que Siria cruzará su “línea roja” con el uso de armas químicas, se ha puesto la soga al cuello fijando una línea roja que seguramente será desafiada, tal vez más pronto de lo que se imagina.

Alarmas

Corea del Norte está convencida de que la única manera de disuadir una acción militar en su contra es desarrollar armas nucleares. Las sanciones y las negociaciones no han logrado persuadir a Pyongyang de abandonar esta estrategia, por lo que las potencias mundiales solo tienen dos opciones para enfrentarse a ese país: intervenir militarmente antes de que logre desarrollar un arma en su totalidad o formular líneas de defensa con base en la suposición de que ya adquirió una.

Este dilema está forzando a China, el único aliado de Pyongyang, a redefinir su política con Corea del Norte; y está obligando a países como Corea del Sur, Japón y Estados Unidos a aumentar la cooperación militar. Y aunque las nuevas sanciones de la ONU no desalentarán a Corea del Norte de su objetivo continuo de alcanzar un dispositivo nuclear, sí le cortarán importantes fuentes de ingresos.

Las sanciones dirigidas a las exportaciones de carbón de Corea del Norte hacia China representan un duro golpe a un sector que tan solo en la primera mitad de 2017 alcanzó los 722 millones de dólares. Sin embargo, las medidas de las Naciones Unidas aún son insuficientes para doblegar al incendiario líder norcoreano, ya que ni siquiera tocan las exportaciones de textiles a China, que representan más de 419 millones de dólares anuales. De hecho, el comercio entre China y Corea del Norte ha aumentado más de 10.5% en lo que va del año.

El razonamiento detrás de la amenaza de Trump es tan ambiguo como su credibilidad. El presidente se enfrenta a una situación que exige un líder confiable, cuidadoso y decisivo, y Trump no ha demostrado poseer ninguna de estas cualidades. Lo alarmante es que su contraparte, Kim, también es un interlocutor impredecible y propenso a amenazas vacías.

Fuera del estéril escenario de los 140 caracteres, Trump pudo haber entrado en una paradoja de su propia creación: provocar al adversario para obligarlo a sentarse a la mesa de negociación, aunque solo desate el fuego y la furia. Y el pueblo estadunidense, en virtud de sus decisiones en las urnas, estará ahí con él, a unos minutos de la medianoche.