Ida Rodríguez Prampolini. In Memoriam (II/II)

Nos hará falta su compromiso, visión de vanguardia y amor por México

Masha Zepeda
Columnas
Ida Rodríguez
Foto: Secretaría de Cultura

Respetada y muy querida tanto en la vida académica como en la promoción de las artes visuales, durante su fructífera vida escribió más de 400 artículos, más de 100 presentaciones de libros y catálogos sobre distintos temas y autores, más de 30 capítulos para libros como autora y más de 25 libros de su autoría.

Entre estos últimos destacan los dedicados al surrealismo y el arte fantástico mexicanos (1969), a Juan O’Gorman (1982), a José Luis Cuevas (1988), a Pedro Friedeberg (1999), a Luis Nishizawa (2000) y a Francisco Zúñiga (2002), por mencionar solo algunos.

Con toda la experiencia y años de trabajo profesional ascendente fue una de las mejores conocedoras del devenir plástico de nuestro país y cuando se jubiló aceptó crear y dirigir el Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec), tal vez su proyecto más ambicioso y del cual estuvo al frente por seis años entre 1987 y 1993.

La intención de Ida Rodríguez Prampolini era que su estado natal tuviera oportunidades de acercarse de una manera real a las manifestaciones culturales, artísticas y humanísticas, con gran énfasis en la población más humilde: antes de que ella tomara las riendas de dicho organismo no había una sola casa de la cultura en la entidad y durante su gestión se inauguraron 57, once museos, dos escuelas de educación artística de música y danza, y doce archivos históricos.

Reconocimiento

Todavía llena de energía, en 2002 fundó el Consejo Veracruzano de Arte Popular para la promoción de los textiles, alfarería y joyería de las comunidades indígenas.

Su objetivo fue siempre dignificar el trabajo y talento de los artesanos, el cual consideraba no estaba plenamente reconocido ni bien remunerado y estimaba que bajo el término de artesanía se cometen abusos en contra de los autores.

Gran conversadora, estaba muy orgullosa de haber crecido en el popular barrio afromestizo de La Huaca, en el corazón del puerto de Veracruz, donde aprendió a bailar desde pequeña y conoció a muchos personajes, entre ellos a Agustín Lara, quien la vio crecer y la quería tanto que cuando fue reina del carnaval le dedicó la canción Mi reina.

Ida Rodríguez Prampolini estuvo casada en tres ocasiones. Su último esposo fue el gran escultor Mathias Goeritz. Tuvo dos hijos y gozó del reconocimiento público, fue homenajeada en varias ocasiones; fue dueña de una larga y plena vida, pero siempre nos seguirá haciendo mucha falta su compromiso, visión de vanguardia y amor por México.