2018: sin novedad en el frente

“La competencia por la Presidencia será entre egos”.

Carlos Ramírez
Columnas
Elecciones 2108
Foto: Cuarto Oscuro.

A pesar de las pasiones que envuelven como cada seis años los procesos electorales presidenciales, el de 2018 carece de novedades: será, por así decirlo, tradicionalista.

La amenaza rupturista de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2006 y 2012 ha desaparecido y las alianzas alrededor de Morena revelan la continuidad del modelo económico neoliberal, las mismas prácticas políticas priistas y la persistencia de los acuerdos sociales con el establishment.

Ninguna de las fuerzas con posibilidades de ganar la Presidencia —PRI, PAN, PRD y Morena— ha ofrecido una alternativa al PRI; es decir, un cambio de rumbo; todos han dejado claro que se trata de una alternancia de grupo político en el poder.

Por eso es que frente a las prioridades sociales reales (inseguridad, empleo y bienestar; es decir: el modelo de desarrollo) todas las fuerzas políticas se han centrado en el tema de la corrupción.

En términos fríos, no importa quien gane la Presidencia. Las acusaciones de populista contra López Obrador tienen razones de ser, pero en realidad parecen olvidar que no hay político más convenenciero y priista que el líder de Morena. Su gestión como jefe de Gobierno del DF 2000-2005 mantuvo el modelo priista de desarrollo y ciertamente que no combatió la corrupción. Su política populista de gasto será imposible de cumplir porque tiene candados y restricciones del Banco de México, de la Fed estadunidense y del FMI.

El PAN y el PRI tienen el mismo modelo de desarrollo, como se vio en la gestión de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Fox designó como guardián de la ortodoxia neoliberal en Hacienda a Francisco Gil Díaz, considerado como el jefe de los Chicago boys mexicanos, el grupo de expertos educados en la Universidad de Chicago y su réplica, el ITAM, y por cierto profesor adjunto del santón del neoliberalismo, Milton Friedman. Y Calderón tuvo en Hacienda a Agustín Carstens, en ese momento subgerente general del FMI, el organismo internacional que impone el neoliberalismo a los países dependientes de créditos estabilizadores.

Rumbo

La aglomeración ideológica en el centro político nacional estaría tranquilizando a los empresarios e inversionistas porque no hay en el escenario electoral una ruptura con el neoliberalismo ni un regreso real al populismo. En un mensaje a los empresarios este año el presidente nacional de Morena, Martí Batres Guadarrama, ofreció que López Obrador mantendría el equilibrio macroeconómico, el eje operativo e ideológico del neoliberalismo. Como dato adicional algunos empresarios creen que López Obrador no tendrá en el país las condiciones ni el liderazgo ni la correlación de fuerzas sistémicas —el Ejército, por ejemplo, realmente institucional aquí, y chavista en Venezuela— para imponer un chavismo-madurismo.

En este sentido la competencia por la Presidencia será entre egos y discursos de salvación de la patria; pero ni el PAN ni López Obrador han demostrado en el poder un cambio de rumbo priista de la República.

Lo malo de este escenario está en el dato del colapso del bienestar para la mayoría de los mexicanos; mientras no cambie el modelo de desarrollo ni su correlativa política económica, México seguirá con el esquema de desarrollo desigual y de crecimiento económico con pobreza social.

El modelo mexicano podría ser de alternancia sin alternativa.