Dreamers de suma cero

“Los dreamers son jóvenes en una sociedad estadunidense cada vez más vieja”.

Sergio Sarmiento
Columnas
DACA
Foto: NTX

Nadie ha acusado nunca a Donald Trump de poseer una gran inteligencia, pero cada acción que toma como presidente demuestra una mayor ignorancia.

Uno de los argumentos que usó el procurador general de Estados Unidos, Jeff Sessions, el 5 de septiembre, para justificar la cancelación de DACA, la orden ejecutiva de Barack Obama llamada formalmente Deferred Action for Childhood Arrivals, que protegía a los dreamers de una posible deportación y les permitía trabajar y obtener otra documentación, como licencias de conducir, es que estos jóvenes están quitando empleos a los estadunidenses.

DACA, según Sessions, “negó trabajos a cientos de miles de estadunidenses al permitir a esos mismos extranjeros ilegales tomar esos empleos”.

En economía, a esta visión se le llama de suma cero. El término proviene de la teoría de juegos y se refiere a los sistemas en los que un avance de una parte significa necesariamente una pérdida para otra. Si hay una cantidad fija de recursos en un sistema, como chocolates en una caja, y yo me quedo con 60%, los demás solo pueden tener 40 por ciento.

La economía, sin embargo, no es un juego de suma cero. Todo lo contrario. Se trata de un sistema flexible en el que, cuando alguien obtiene más recursos, por ejemplo, en la forma de utilidades de un negocio, tiene mayores incentivos para reinvertir y por lo tanto para ampliar la cantidad de recursos totales del sistema.

Los economistas mercantilistas de fines del siglo XIX y principios del XX mantenían una visión de suma cero de la economía: pensaban que el propósito del comercio exterior era obtener un superávit, ya que entendían el valor de la venta, de la exportación, pero no el beneficio al consumidor de la compra, la importación.

Donald Trump mantiene esta visión primitiva de la economía.

Círculos

Los dreamers son un grupo de casi 800 mil personas llevadas de manera ilegal por sus padres a Estados Unidos cuando eran menores. Cerca de 600 mil nacieron en México. Se trata de estadunidenses en todo sentido práctico, menos en la documentación. Lo que la visión de suma cero de Trump olvida es que cada dreamer que trabaja de manera legal es también un consumidor que, al adquirir productos y servicios, genera ventas, actividad económica y empleos para los demás estadunidenses.

Si los beneficiarios de DACA pueden trabajar, se convierten en un aporte de crecimiento a la economía estadunidense. Si no, solo pueden ser una carga o, en el peor de los casos, un problema de seguridad pública.

Los dreamers, además, son jóvenes en una sociedad estadunidense cada vez más vieja. La Unión Americana mantiene todavía un sistema de reparto en sus pensiones. No ha adoptado, como otros países del mundo, cuentas individualizadas como las Afores. Esto significa que los viejos necesitan que haya un número suficiente de trabajadores en activo que aporten recursos para sus pensiones. Eliminar de un plumazo a 800 mil jóvenes del mercado laboral es generar una carga adicional para un sistema de jubilación que ya se encuentra técnicamente quebrado por la falta de reservas adecuadas.

Al legalizar la estancia de los dreamers en Estados Unidos, DACA generó un círculo virtuoso de trabajo y prosperidad tanto para ellos como para la sociedad estadunidense en general. Al cancelar el programa, por racismo o por simple ignorancia de la economía, Trump ha impulsado un círculo vicioso de amargura y pobreza para los dreamers y para la sociedad.