Participación social y gestión de la catástrofe

Una sociedad organizada se merece otro presente y un mejor futuro

Javier Oliva Posada
Columnas
Sismo CDMX 19 septiembre
Foto: NTX

L os que gozamos el privilegio de tener cierta cantidad de años como para poder contar las experiencias de situaciones similares a las vividas, sea por huracanes, ciclones o sismos como los ocurridos en estas fechas en la Ciudad de México, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, Guerrero y sobre todo las muy graves afectaciones en Morelos, guardamos en la memoria las acciones heroicas de cientos de personas que sin más se dieron a la tarea de ayudar.

Por supuesto, y para fortuna de nuestro querido país, ahora no fue diferente. También es muy importante subrayar la noble e incondicional disposición de los integrantes de las Fuerzas Armadas para estar, de nuevo, como contra el crimen organizado, en la primera línea de apoyo y defensa de la población y su patrimonio luego de los sismos. Asimismo, las empresas de la construcción de inmediato movilizaron la maquinaria necesaria para remover escombros y tratar de rescatar con vida a cientos de personas atrapadas.


Al momento de redactar esta colaboración (miércoles 20 por la mañana) siguen las infatigables labores de cientos de voluntarios, soldados, marinos, policías (federales y locales), rescatistas, médicos, paramédicos, enfermeras, bomberos e integrantes de las áreas de protección civil a niveles estatal y federal.

Otra marcada y muy positiva reacción ha sido la de las empresas de telefonía y telecomunicaciones para dejar abierto y gratuito el servicio de comunicación a fin de facilitar la búsqueda de personas, transmisión de imágenes, así como los millones de contactos entre quienes buscaban desde los primeros minutos saber de la situación de sus seres queridos, amigos, vecinos y compañeros de trabajo.


En este renglón pudimos constatar, aunque sea en condiciones de tragedia, que las redes de comunicación social sí pueden cumplir un papel determinante en la construcción de una ciudadanía solidaria, activa, participativa y, sobre todo, facilitar su organización; desde mensajes del presidente de la República, que en buena hora se colocó con decisión y determinación al frente del Gabinete Nacional de Emergencias, hasta videos de ciudadanos tratando de tranquilizar o solicitando ayuda de todo tipo.

Lecciones

Allí tenemos, también, la notable reacción de hospitales y sanatorios privados para ofrecer ayuda a los heridos. Es una muestra de que la generosidad sí es algo que va con las buenas prácticas cívicas. Lo mismo se puede decir de los servidores públicos del sector salud; o de la forma en que los técnicos y operadores de la Comisión Federal de Electricidad, los transportes públicos y, en fin, la amplia gama de servicios a cargo de las administraciones públicas también reaccionaron con oportunidad y tino.

No obstante, cada acción de la autoridad siempre estuvo desde el primer minuto precedida por alguna valiente acción de ciudadanos comprometidos con su comunidad o ciudad. Siempre hay lecciones que aprender.

Ante el luto de cientos de familias no debemos dejar de enviar de alguna forma nuestros sentimientos de apoyo. Hemos constatado, por si había alguna duda, que una sociedad organizada se merece otro presente y un mejor futuro.

Ningún pernicioso adversario, como el crimen organizado, podrá así contra nosotros. Hagamos lo necesario para que lo ocurrido a lo largo de este mes de septiembre sea la sólida base de nuestra manifiesta unidad: se trata del recurso indispensable para recuperar la paz pública en nuestro país. Juntos y organizados sí podemos.