Lecciones del Temblor

“Prevenirse contra todo riesgo está menos lejos de lo que se cree”. 

Alberto Barranco
Columnas
Hay zonas de mayor y menor riesgo.
Notimex

Sentado en la banqueta frente a la ruina de su pequeña tlapalería ubicada en la Colonia Roma, a cuya escena acude todos los días con la puntualidad en que abría la cortina, el hombre se lamenta: “Yo quiero ayuda efectiva, no crédito. ¿Con qué podría pagarlo?”


El drama se vuelve la constante en que afloran las sospechas frente al destino de los nueve mil millones de pesos que agotó de sus arcas el Fondo Nacional de Desastres y desde luego los donativos internos y externos recibidos.

¿Dónde quedó la bolita?

El hecho es que el gobierno quiere jugar a la perinola, con el lado cargado hacia el de “todos ponen”. En el contexto se han realizado cinco reuniones de la representación de banqueros y compañías de seguros para tratar de estirar la cobija de protección.

Como usted sabe, aunque las personas que adquieren un crédito hipotecario cuentan con una póliza de seguros, esta tiene como beneficiaria a la institución financiera, disminuyendo su cobertura para alcanzar solo saldos insolutos.

Estamos hablando del remanente del crédito.

El banco, pues, recupera el recurso prestado sin más beneficio para el cliente que cancelar el pago pendiente.

Ahora que quienes contrataron por su cuenta un seguro de ries- gos para casa o condominio reciben el equivalente al costo de la construcción, al margen del valor del terreno y el menaje.

Independientemente de los acuerdos a que llegue el gobierno con los gremios para hacer menos pesada la losa hay cuestiones que parecen imposibles de remendar.

Así, aunque algunas compañías de seguros han eliminado el cobro del deducible en el caso de automóviles destruidos por el siniestro, la ley prohíbe generalizar la prebenda, al utilizarse la práctica como una suerte de freno contra excesos del usuario.

Zonas

Desde otro ángulo: en el caso de los seguros para casas-habitación hay que pagar otra cuota, esta para el reaseguro, es decir: la aportación para reaseguradoras internacionales que comparten el riesgo, sin cuyo aporte las pólizas serían más costosas.

Lo cierto es que prevenirse contra todo riesgo, temblores, terremotos, inundaciones, incendios... está menos lejos de lo que se cree. Dividida la Ciudad de México en zonas de mayor a menor riesgo el costo de una póliza va en función de la intensidad de este. Así, la más barata es para quienes viven en la zona conocida como los pedregales, cimentada por la lava arrojada hace cientos de años por el volcán Xitle, en cuyo caso una póliza cuesta menos de cuatro mil pesos anuales.

En zonas ubicadas como potencialmente susceptibles de daños, digamos el Centro y las colonias Santa María, San Rafael, Guerrero, Doctores, Roma, Condesa, Narvarte... el costo es menor a seis mil pesos.

La posibilidad habla de reposición de cristales, plafones, acabados... además, naturalmente, de daños no estructurales.

Existe también la posibilidad de asegurar no solo la construcción sino el menaje de la casa, incluidos muebles de valor artístico, obras de arte, aparatos electrónicos...

En el escenario de la tragedia se reclama conocer el muestrario de opciones para evitar que esta se vuelva doble.