¿El Subcomandante Marcos al DIF?

“El fracaso de Marichuy enterraría por siempre la experiencia zapatista”. 

Carlos Ramírez
Columnas
Ilustracio?n
L. Barradas

La participación del EZLN en el proceso electoral presidencial de 2018 podría ser quizás el elemento disruptor más importante: una guerrilla que se alzó en armas en 1994 y que le declaró la guerra al Ejército mexicano para instaurar un régimen socialista a la cubana regresa 24 años después a la institucionalización.

La candidatura de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, tiene interpretaciones positivas y negativas. Sin embargo significa la inserción del EZLN en el juego institucional del sistema político, lo que deja clara la cancelación definitiva de la vía armada que ya había sido desactivada con los acuerdos de paz, los Acuerdos de San Andrés y las reformas indígenas.

El dato mayor se localiza en el hecho de que el EZLN se negó a participar en las elecciones presidenciales de 1994 y de 2000 y el subcomandante Marcos se colocó en la marginalidad institucional. Esa decisión constituyó un error histórico porque la guerrilla no dio el salto cualitativo a la política.

Caminos

El dato intermedio es más complejo de entender: el EZLN estalló su alzamiento con una agenda política de ruptura, derrotado por el Ejército que no lo dejó pasar del mercado de Ocosingo. Marcos se atrincheró en una agenda democrática institucional en el discurso y anti institucional en la confrontación con el proceso electoral, porque realizó una Convención Nacional Democrática en agosto para construir un espacio de alianza opositora, disidente y antisistémica.

Luego de percatarse del desorden político entre miles de grupúsculos y liderazgos Marcos dio otro paso lateral al enarbolar la bandera del indigenismo como forma de gobierno. Logró casi todo, excepto el reconocimiento de “nación indígena”, aunque se quedó con la autonomía de gobierno en municipios rebeldes. La alternancia de 2000 a la derecha y el desdén de Marcos al PRD lo sacaron del reacomodo político-ideológico al grado de que Marcos dio por liquidado a Marcos y renació en el subcomandante Galeano.

Marcos fue un astuto e inteligente líder social disidente, aunque dominado por el ego. Molesto por la falta de subordinación de la disidencia a su liderazgo, desapareció del radar político. Sus aliados universitarios, anarquistas e intelectuales encontraron otros caminos.

De manera inesperada Marcos anunció la candidatura de Marichuy en el sendero de los independientes, con el gran esfuerzo de posicionamiento para cumplir con las reglas institucionales de la política, comenzando con la necesidad de juntar 866 mil firmas de apoyo. El impulso de la líder indígena ha carecido de la estructura institucional para competencias dentro de las perversidades del sistema priista. Se entiende el prurito de Marcos de no aparecer junto a Marichuy porque entonces el candidato real sería él, pero ella será aplastada por la trituradora del sistema si Marcos no lidera la candidatura.

El problema real radica en que el fracaso de Marichuy enterraría por siempre la experiencia zapatista. La candidata indígena carece de discurso, de agenda, de estructura, de impulso, de alianzas estratégicas, de propuestas. Los viejos aliados de Marcos no han aparecido para catapultar la candidatura. El discurso rebelde de Marcos no aparece en su perfil. La marca EZLN o FZLN se ha escondido. Sin Marcos, Marichuy será un chasco.