Un TLCAN sin libre comercio

“El país más afectado por la terminación del TLCAN sería México” 

Sergio Sarmiento
Columnas
Ilustracio?n
L. Barradas

Sí, tiene razón el secretario de comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, cuando afirma que Canadá y México serán los países más afectados por una posible abrogación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La Unión Americana sufriría pero para México esto sería “particularmente devastador”. Por eso pide a los gobiernos de sus dos socios comerciales que “entren en razón” y acepten las propuestas que Donald Trump hace desde Washington.

El problema es que las propuestas de Trump son equivalentes a quitarle la parte de “libre comercio” al TLCAN. Aceptarlas equivaldría a dejar a México en esa misma condición de posible devastación que prevé Ross, solo que sin las herramientas de defensa contra los abusos del poderoso vecino que nos da el propio tratado.

Trump pide que el tratado incluya reglas para garantizar que Estados Unidos tenga un menor déficit comercial con México o incluso un superávit. Esto no se puede lograr en un marco de libre comercio en que el déficit o el superávit son producto de las fuerzas del mercado. Un mercado manipulado para favorecer a cualquiera de las partes no es libre.

Exige también Trump que se cambien las reglas de origen de la industria automotriz para subir el porcentaje mínimo de componentes que debe provenir de la región, de 62.5 a 80%, y que se añada una nueva regla para que un auto deba tener cuando menos 50% de contenido de Estados Unidos. Estas disposiciones acabarían también con el mercado razonablemente libre que existe en la región y que le ha permitido a esta enfrentar con éxito la competencia de Europa y Asia, que con anterioridad estaba destruyendo a las grandes empresas fabricantes de automóviles de EU.

Supuesto

Otra demanda de Trump es eliminar los paneles de controversias que ha creado el TLCAN. Estos son tribunales que se forman en caso de disputas y que incluyen a un juez de una parte, a otro de la otra y a uno más elegido de común acuerdo entre las dos. Estos paneles son la forma más sensata de resolver diferencias en el marco de un mercado internacional. Trump, sin embargo, quiere que se abandonen para que sean los tribunales ordinarios locales los que se hagan cargo de cada caso. Esto tendría el problema, en primer lugar, de colocar la resolución de controversias en las manos de jueces que no conocen realmente el complejo tema del comercio internacional. Lo peor de todo, sin embargo, es que dejaría una cantidad muy grande de disputas en tribunales estadunidenses que tenderían inevitablemente a favorecer los intereses locales.

Las medidas que ha propuesto el presidente Trump en el marco de la renegociación no buscan modernizar el tratado ni mejorarlo. Parten del supuesto de que el mercado libre es malo y que Estados Unidos ha permitido que otros países, como México, abusen de él. Aceptarlas equivaldría a matar el libre comercio en Norteamérica pero con el problema adicional de que en el marco de un nuevo acuerdo México ya no tendría la opción de recurrir a las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que siguen siendo bastante más favorables para todos los miembros del TLCAN de lo que busca Trump.

Tiene razón el secretario de comercio Ross cuando dice que el país más afectado por la terminación del TLCAN sería México. Por eso es tan importante no aceptar exigencias de Donald Trump que de manera efectiva pondrían fin a este tratado aunque permaneciera en nombre.