El Ejército Europeo

Las opciones que ahora se abren implican para otros países establecer una nueva relación bilateral.

Javier Oliva Posada
Columnas
Decisiones castrenses.
European Parliament

El pasado lunes 13 se realizó un anuncio de los más importantes en la historia reciente de la Unión Europea: todo parece listo para iniciar el proceso de construcción de un Ejército de la UE.

Luego del acuerdo de fronteras libres y la moneda común, quedan dos objetivos sustanciales: el establecimiento de una política exterior afín a todos los países integrantes de dicha organización y la homologación de una sola política fiscal.

A partir del inicio de las negociaciones para la salida del Reino Unido de la Unión Europea de inmediato surgieron dos preguntas respecto de los complejos asuntos de las políticas de defensa, militar y de seguridad:

a) ¿Cómo mantener los protocolos de confianza entre Estados integrantes para hacer frente a los antagonismos del siglo XXI? El terrorismo, el separatismo, las migraciones involuntarias, entre los más señalados, persistirán con o sin Brexit.

b) ¿Cómo procesar y hacer frente a la guerra no declarada entre Ucrania y Rusia? En sí misma esta confrontación ha demandado el despacho de cuatro mil soldados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como una seria advertencia disuasoria lanzada a Moscú.

En el contexto del inusual acercamiento entre los más importantes líderes políticos de Estados Unidos y Rusia, anunciar el proceso de construcción del Ejército de la Unión Europea y hacerlo —hay que subrayarlo— como una decisión unánime implica el inmediato surgimiento de un nuevo actor militar, diplomático, industrial y educativo que generará muy pronto reacomodos en la distribución geopolítica del poder.

Patrimonio

Encabezados por Alemania, Francia, España e Italia los trabajos para la creación de tan importante estructura han sido encomendados a lo que de forma oficial se le denomina como el Núcleo duro.

Se trata de un equipo de trabajo que integran 30 personas de diversas especialidades, interdisciplinario, pero sobre todo: 15 son civiles y 15 son militares.

Este comienzo implica la consideración respecto de su legitimidad porque los asuntos de defensa, mili- tares y de seguridad forman parte del patrimonio político de todos los ciudadanos que radican en alguno de los países de la Unión Europea. Es decir: la defensa, en primera instancia, es un asunto de ciudadanos y de las capacidades institucionales de la democracia.

La oposición a la creación del Ejército europeo, entendible por parte del Reino Unido mientras formó parte de la UE, radicaba en que sería (será) el Ejército más poderoso de la organización.

La duplicidad de funciones y misiones impidió dar el paso decisivo para la creación de la nueva estructura militar. Las opciones que ahora se abren implican para otros países —como México, Brasil y Colombia en el continente americano, así como para la República Popular de China, Rusia e India en sus respectivos ámbitos geoestratégicos— establecer una nueva relación, bilateral-multilateral al mismo tiempo, que reconsidere los intercambios tecnológicos, educativos y de adiestramiento, enriqueciendo —y complejizando— las relaciones a escala mundial.

Por nuestra ubicación geopolítica privilegiada el escenario se muestra más que propicio para persistir en la línea del fortalecimiento de la muy desarrollada diplomacia militar durante este sexenio. Se cierran puertas pero se abren otras. El proceso de la formación del Ejército europeo será uno de los asuntos a estudiar y seguir a detalle.