Paraísos Fiscales

Cualquiera puede construir una infraestructura contable foránea para pagar menos impuestos.

Guillermo Fárber
Columnas
Ilustracio?n
L. Barradas

Leo este comentario (que mitiga un tanto mi indignación malinformada) sobre estos refugios tan satanizados: la versión común habla de un tesoro escondido de entre diez y 32 anglotrillones de dólares (AGT). Una megaburrada de dinero que salvaría a varios gobiernos quebrados. Estos gobiernos quebrados son reales; los presuntos salvavidas, no tanto. Sueñan, pues, porque al parecer esas cifras están muuuy infladas: alguien por ahí no sabe sumar.

Unos cuantos parámetros. El sistema bancario suizo entero maneja apenas 1.5 AGT en depósitos de sus clientes. Los depositantes no residentes en las Islas Caimán tienen menos de 100 mil millones. Jersey, una de las islas del Canal, tiene 60 mil millones de depositantes no residentes. El sistema bancario completo de Bermuda (en el meollo de las recientes filtraciones) vale apenas 19.2 mil millones. El sistema bancario entero de Irlanda, señalada como sede de los evasores mundiales, no llega a los 200 mil millones. Incluso el estado gringo de Delaware anda bien abajo del anglotrillón, aunque tiene fama de ser “el paraíso fiscal más grande del mundo”. Paraíso compartido por Trump y Hillary, por cierto, con casi otro millón de empresas (shell companies). La misma dirección oficial (1209 North Orange, un edificio amarillo) la comparten compañías de ambos contendientes, con otras 285 mil firmas (https:// www.theguardian.com/business/2016/apr/25/delaware- tax-loophole-1209-north-orange-trump-clinton).

De manera que, aun asumiendo el supuesto extremo de que 100% de esos dineros esté ligado de algún modo a la evasión fiscal, los números no dan. Pero nadie hace estas cuentas básicas de las que sacan esos míticos 32 AGT. Y mientras tanto los políticos gastalones y ladrones siguen soñando en “tesoros” milagrosos que los rescaten de sus propios dispendios, corruptelas y desórdenes.

Otro filo de la democracia

Otra creencia común es que las firmas mencionadas en esos “papeles del paraíso” pueden reducir sus

cargas fiscales mediante métodos solo accesibles a los “ricos y poderosos”, lo cual tampoco es exacto. Para empezar, todos queremos reducir nuestras car- gas fiscales. Y eso no solo puede hacerse de manera legal: es moralmente justificado. Todos procuramos hacerlo cuando podemos, pero si un rico lo hace se le reprocha lo que para los demás es no solo correcto sino obligado, encomiable y hasta signo de viveza.

Además cualquiera, no solo los ricos, puede construir una infraestructura contable foránea para pagar menos impuestos; una muy elemental, pero funcional, puede costar menos de mil dólares. Y, repito, esto es perfectamente legal, por muy mala prensa que la siempre presente envidia le eche encima.

Para concluir, dos estadísticas contrastantes. Una, 1% de los más ricos comenzaron el siglo acaparando 45.5% de la riqueza total y siguió así hasta 2008, en que los “estímulos” de la Fed (QE y ZIRP) elevaron esa tajada al actual 51.5% (https:// www.youtube.com/ watch?v=oc--NKZL-qEE). Y dos: 3% más rico de los contribuyentes gringos paga más impuestos que el restante 97%. ¿O

sea que el problema es quizá más el esquema financiero centralbancario “estimulador” que los paraísos fiscales?