¡Por fin!, ¡Ya la hicimos!

“Pero ahora sí, deveritas, no nos falles: no, claro que no, yo nunca miento”. 

Carlos Ramírez
Columnas
Ilustracio?n
L. Barradas

Tenía que llegar el día. Era imposible seguir como país podrido. El lunes 2 de junio de 2018 pasará a la historia como el día en que nos convertimos en un país del primer mundo con desarrollo más que suficiente y sin inseguridad... y quizás el 15 de julio, mes y medio después de las elecciones, el efecto Mundo Feliz haga que México compita por el primer lugar en la Copa Mundial de Futbol Rusia 2018.

Tanta espera será coronada. En materia democrática, desde 1958; en materia de desarrollo, desde el inicio de la larga noche neoliberal en diciembre de 1982. Ya no más pobreza, ya no más limosnas, ya no más quejas. Todos los mexicanos serán felices por decreto.

Bueno, eso es lo que anuncian las propuestas de gobierno de Morena y del PAN-PRD-MC. En un tronar de dedos, en unas cuantas horas, saldremos del túnel de la crisis.

Claro, si ganan los candidatos de esos partidos: Andrés Manuel López Obrador y el que sea el del Frente PAN-PRD-MC.

Ellos, como oposición, sí tienen la fórmula mágica para resolver los problemas. Sus propuestas van a fondo: nada de hacer el esfuerzo, no; nada de que poco a poco, tampoco; no: será en un día: apenas anuncie el INE la victoria de uno de ellos la crisis estará resuelta.

Y todos seremos tan felices que será, a la mexicana, el fin de la historia. Pero... Oh desilusión, las promesas eran eso: promesas, cheques firmados pero sin la cantidad girada. Cuando el ciudadano vaya a las ventanillas del poder el lunes 2 de junio de 2018 encontrará, primero, que no hay ventanillas de cobro; segundo, que los cheques iban con tinta que desaparecía con las horas; y, tercero, que el portero de la oficina le dirá que quizá para la próxima.

Lo malo es que las propuestas de Morena y PAN-PRD-MC y las que ya se conocen del PRI por años pasados fueron muy estrictas al comenzar la campaña: todo está mal, pero requete mal, y todo irá bien, requete bien, con votar por ellos. Por arte de magia todo será felicidad una vez cerradas las urnas.

Bueno, ese modelo de comunicación política lo inventó el PRI pero fue plagiado por el PAN, el PRD, Morena y hasta los independientes: prometer no empobrece porque al final de cuentas los políticos que ganen tendrán su parte del pastel presupuestal.

Así que los políticos que solicitaron los votos nunca perderán y a la vuelta de tres o seis años regresarán con el mismo cuento en busca del voto porque ahora sí, deveras, beso la cruz, que se muera mi mamá si no cumplo, y la sociedad los perdonará, otra vez, muchas veces, y ahí va el voto, pero ahora sí, deveritas, no nos falles: no, claro que no, yo nunca miento.

Y de la chistera del poder, dentro de tres o seis años, volverán las promesas de cambio de régimen, cambio de sistema, cambio de Estado, y si quieren, cambio de país y de República, lo que sea que quieran de cambio, total, para todos hay.

Por cambios por escrito no paramos: que no se den en realidad es culpa de otros. Por promesas acumuladas no paramos.