Fracaso de los independientes

“Nuevos partidos han tenido vida corta no por la estructura partidista sino porque sus liderazgos han preferido los beneficios del poder”.     

Carlos Ramírez
Columnas
Ilustracio?n
L. Barradas

El sistema electoral cerrado ya dio cuenta de la experiencia de los independientes. Los que logren completar sus firmas se encontrarán con que la tendencia de las encuestas publicadas en los dos últimos meses los coloca con menos de diez puntos porcentuales de votos.

La vía independiente será un fracaso. La expectativa de un fujimorazo a la peruana se percibe imposible: en 1990 el independiente Alberto Fujimori le ganó las presidenciales al candidato conservador coalicionista Mario Vargas Llosa porque aprovechó el hecho de que el sistema de partidos había sido destruido por la crisis 1968-1990.

El único político mexicano que hubiera podido construir una candidatura independiente exitosa era Andrés Manuel López Obrador pero su experiencia política y su percepción de la sociedad municipal le llevó mejor a construir un nuevo partido. La estructura de control social de los principales partidos ha impedido la existencia de una sociedad político-electoral abierta.

Lo paradójico del sistema electoral mexicano es que los partidos no representan a la sociedad organizada. El penúltimo conteo del Instituto Nacional Electoral de los padrones de militantes —del año pasado— encontró que los nueve partidos registrados apenas conjuntan una militancia menor de 20% del Padrón Electoral. El PRI pudo probar apenas cinco millones de militantes, el PRD 2.6 millones, Morena menos de 500 mil y el PAN poco más de 200 mil.

Pero 80% de empadronados que no milita en partidos es rehén funcional de los partidos porque los partidos son las estructuras que convierten los votos en beneficios de gobierno y programas asistenciales. La creación de una estructura de políticas públicas funciona a través del partido en la localidad, un modelo privilegiado por el PRI.

Aliento

Ante el fracaso del esquema de los independientes la única manera de irrumpir con competitividad en la estructura electoral es a través de la creación de partidos como estructuras de funcionalidad social.

Muchos de los nuevos partidos han tenido vida corta no por la estructura partidista sino porque sus liderazgos han preferido los beneficios del poder.

Morena nació del seno del PRD y el PRD surgió de la célula madre del PRI, por lo que su capacidad de funcionamiento ha dependido de estructuras de organización social. El PT, el PVEM y el MC, que son de las primeras camadas del sistema de partidos posterior a la crisis electoral de 1988, se han mantenido como partidos- rémora del PRI, el PAN, el PRD y Morena, aunque con la salvedad de que bien pudieron haber sido más grandes de haber mantenido vida propia, pero se han conformado con las migajas de los grandes.

De toda la lista de independientes solo Margarita Zavala de Calderón y María de Jesús Patricio Martínez Marichuy tendrían capacidad para dar el salto cualitativo y fundar un partido por sus orígenes específicos: el PAN y el EZLN. Jaime Rodríguez prefiere la comodidad de un discurso antisistema que le alcanzó para Nuevo León pero no le será suficiente para la Presidencia. Y Armando Ríos Piter podría alcanza las firmas necesarias, pero en las encuestas anda abajo de 5% en tendencia de votos.

Si la competencia real del 1 de julio dependerá de estructuras de organización más vale que los independientes ya no malgasten su dinero y mejor piensen en crear partidos de largo aliento. Solo así incidirán en la política