Censura y Simulación

“Las reformas de 2007 y 2014 han sido un retroceso enorme en el intento de construir un verdadero sistema democrático”.

Sergio Sarmiento
Columnas
Ilustracio?n
L. Barradas

Los legisladores que hicieron las reformas electorales de 2007 y 2014 crearon un sistema para la censura y la simulación, no para la discusión o para el conocimiento de las propuestas de los candidatos.

Los años previos al inicio del proceso los utilizaron Andrés Manuel López Obrador, primero, y Ricardo Anaya, después, para promoverse en lo personal aprovechando los tiempos de radio y televisión de sus partidos.

Las precampañas no fueron precampañas sino campañas abiertas de los candidatos de los partidos, que aprovecharon también esos spots de medios electrónicos, y de las cuales se excluyó injustamente a los independientes.

Hoy, en el periodo de intercampañas, los consejeros del Instituto Nacional Electoral han prohibido los debates entre candidatos, como si la mayor prioridad electoral del país fuera evitar que conociéramos las ideas de quienes aspiran a gobernarnos. Por otra parte, las autoridades advierten a los candidatos que pueden aceptar entrevistas, pero no defender en ellas sus plataformas políticas.

Lo peor de todo es que las modificaciones que se hicieron a la ley resultaron absolutamente inútiles para lo que se pretendía. La idea detrás de separar las campañas de las precampañas y las intercampañas era que los partidos tuvieran la oportunidad de realizar procesos democráticos internos. Los legisladores no contaron con el hecho que nuestros partidos no son democráticos. Ninguno de los partidos oficiales, a pesar de que reciben dinero de los contribuyentes por ser supuestamente de interés público, tuvieron elecciones internas para elegir a sus candidatos presidenciales. Las cúpulas de cada partido seleccionaron a los candidatos. En cuando menos dos de los casos, Morena y el PAN, el propio beneficiado con la candidatura fue quien manejó la selección. En el PRI el presidente Enrique Peña Nieto definió al candidato.

Retroceso

La actual intercampaña es un periodo de indefinición. Nos dicen los consejeros del INE que no estamos en un momento de mordaza o de silencio pero no queda claro lo que se puede decir o no, especialmente ante los medios. La prohibición a la realización de debates es particularmente perjudicial cuando se considera que el tiempo de campañas ha sido reducido a solo tres meses, lo cual perjudica directamente a quienes se encuentran atrás en las encuestas.

Los estudios de opinión señalan que los candidatos se han mantenido en los mismos lugares desde el inicio de las precampañas. No debe sorprendernos. El sistema está hecho para quienes abusan de él desde un principio. No hay forma en que alguien que apenas empezó su campaña en diciembre pueda descontar la ventaja de quienes durante años han bombardeado al público con spots para promocionarse en lo personal. El orden de los candidatos corresponde directamente al número de spots que ha tenido cada uno.

Una vez más más queda claro que si bien las muchas reformas electorales de 1977 a 1996 permitieron la transición a la democracia en nuestro país y dieron lugar a la alternancia de partidos en la Presidencia y en el Congreso, las de 2007 y 2014, que centraron la información política en los spots e introdujeron toda suerte de restricciones a las libertades individuales, han sido un retroceso enorme en el intento de construir un verdadero sistema democrático. Para lo único que han servido estas últimas dos reformas es para promover la simulación, particularmente en el uso de spots, y la censura.