Libertad Bajo Palabra con Rolando Cordera

“Es momento de repensar a Keynes, pero aterrizarlo”.

Hector González
Todo menos politica
Rolando Cordera
H. González

Rolando Cordera lleva más de 30 años tratando de descifrar por qué la economía no consigue reducir la brecha de desigualdad en nuestro país: el académico de la UNAM se decanta por un balance donde la libertad económica vaya de la mano con un reparto justo.

Profesor emérito de la Máxima Casa de Estudios el investigador ha publicado más de una decena de libros, siendo el más reciente La perenne desigualdad (Fondo de Cultura Económica).

—¿Qué es para usted la libertad?

—Es un concepto que se entiende de distintas maneras. La libertad es la expresión por excelencia que diferencia a los humanos del resto de la naturaleza. Implica elección y decisiones, pero siempre nos remite a la posibilidad de elegir. Decía don Jesús Silva-Herzog, recordando a Benedetto Croce, que la historia de la especie humana es una hazaña de la libertad. Es la posibilidad de los seres humanos para desplegar nuestras potencialidades por la vía de elecciones.

—¿En economía coincide la libertad con el pensamiento liberal?

—Son cosas distintas. El pensamiento liberal difiere del liberalismo económico y político: eso lo clarificó Norberto Bobbio. Sostiene que para que haya un buen funcionamiento de la economía con una producción suficiente y eficiente de medios de vida se necesita un ambiente de libertad económica. Es decir, donde todos puedan entrar a producir y vender lo que quieran para su propio beneficio. Si se actúa libremente los actores entrarán en competencia, misma que será una presión para mejorar los resultados y la productividad. Esta visión es un poco idílica porque no toma en cuenta que en la competencia hay ganadores y perdedores. Y la libertad planteada así soslaya la desigualdad. Si se parte de condiciones desiguales los resultados no serán parejos y eso puede traer como resultado una reproducción permanente de la desigualdad.

—¿Por qué no se ha podido conciliar el plano ideal con el real?

—Ha habido muchos intentos, desde el extremo de cambiar el sistema económico vía el comunismo hasta los programas socialdemócratas que sin negar la libertad económica la quieren encauzar y modular creando condiciones para que la economía produzca excedentes que puedan redistribuirse a favor de los más vulnerables. En el periodo de entreguerras muchos socialistas italianos propusieron una idea de liberal socialismo que quería combinar lo mejor de los sistemas para una prosperidad de la sociedad sin incurrir en la prohibición de la libertad. Tuvimos también el proyecto de Keynes, quien demostró las posibilidades de manejar los excesos del liberalismo económico por la vía del Estado y la política mediante los llamados Estados de bienestar vigentes en algunos países europeos e incluso Estados Unidos.

—¿Por qué en México no han permeado estos proyectos?

—Aquí hubo una revolución social que tenía entre sus divisas la justicia. Aquel compromiso se expresa en el reparto de la tierra, la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social, la educación y la salud pública. A pesar de ser insuficientes eran medidas que aspiraban a materializar los reclamos de justicia social. El avance, sin embargo, no fue sostenido y no se crearon las instituciones necesarias para dar dinamismo: se impuso la visión de la economía liberal a toda costa. Gracias a ello nos encaminamos por otros rumbos.

Volver a Keynes

—¿Cómo sería un sistema equilibrado entre el liberalismo económico y la injerencia del Estado?

—El ideal es construir unos equilibrios dinámicos entre libertad económica y justicia social. Quienes más han avanzado al respecto son los socialdemócratas europeos, además de Estados Unidos durante los treinta, cuando gobernaba el presidente Roosevelt. Habría que buscar la combinación más eficiente económica, política y socialmente. Ahí está el reto de las constituciones modernas. Es momento de repensar a Keynes, pero aterrizarlo.

—¿Consecuencias de este desequilibrio son la contracción del libre mercado impulsada por Trump o el Brexit?

—Llevar a extremos la libertad de mercado trajo consigo a perdedores que han reclamado y se han afiliado a posiciones extremas y contrarias a lo que proclaman los liberales económicos. Posiciones que reclaman aislamientos, nuevas formas de nacionalismo económico. Y por esa vía otra forma de posición social que puede verse como reedición del corporativismo. Esa es la reacción que aprovechó Trump y que llevó al Brexit.

—Y esto daña a la democracia…

—Es el principio de un embate con bases sociales contra la democracia. No es la ocurrencia de unos loquitos. El fascismo y el nazismo encauzaron el descontento social pero ese es el filo de una navaja en el que hemos estado siempre.

—De cara a las próximas elecciones, ¿qué tipo de replanteamiento de sistema económico vislumbra?

—Los principales candidatos hablan de lo mismo en materia económica. Ninguno ha hecho un planteamiento de fondo y que acepte que la estrategia económica adoptada a finales del siglo XX no rindió los frutos ni prometidos ni necesarios. Aquí el crecimiento es lento e insatisfactorio. No se trata de desandar el camino pero sí de imponerle a la economía política de México un curso más preocupado por la redistribución social y el dinamismo económico. Se puede intentar de nuevo siempre y cuando el Estado recupere su calidad de promotor: sin ello no hay futuro. La libertad económica no resuelve en automático el cúmulo de reclamos y demandas que emanan de la población.

—¿Un Estado regulador no es un Estado censor?

—No. Hay mucha ignorancia y amnesia en México. El mundo empresarial de hoy, incluyendo al mexicano, no es imaginable ni sostenible sin la participación del Estado, ya que es el portador de una capacidad de complementación que nadie más le puede dar a la inversión privada.

—¿Estamos alejados de un escenario de equilibrio entre el liberalismo económico y la justicia?

—Sí. Quien hizo un intento por retomar esa idea fue Carlos Salinas de Gortari con su liberalismo social, pero su propio partido lo rechazó. Además, su gobierno estaba más inclinado a esperar del libre mercado los mejores resultados, llegando al punto de negar una política de capacitación industrial.

Rolando Cordera (Manzanillo, 1942) es licenciado en Economía con estudios de posgrado en la London School of Economics. Profesor emérito de la UNAM. Es coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo. Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma Metropolitana. Integrante de la Academia Mexicana de Economía Política y del Instituto de Estudios para la Transición Democrática. Entre otras distinciones ha recibido el Premio Universidad Nacional. Dictó la Cátedra Raúl Prebisch de la Cepal. Es autor de varios libros, entre otros: Crónicas de la adversidad, Las decisiones del poder y Desarrollo y crisis de la economía mexicana. Ensayos de interpretación histórica.