El arte te libera de ti mismo

“México ofrece espacios de libertad. Lo paradójico es que no necesariamente somos una sociedad liberal”.

Hector González
Todo menos politica
Amorales
Cuarto Oscuro

“Un artista es como un niño”, apunta Carlos Amorales. Y añade: “Uno es artista para los demás: haces la tarea y si sale bien necesitas enseñársela a tus papás; de ahí mi comparación con los niños”.

Considerado uno de los representantes más prolíficos del arte contemporáneo mexicano y latinoamericano, Amorales tiene claro que cuando uno trabaja para sí mismo hace una expresión personal; en cambio, cuando tiene la necesidad de compartirlo con los demás viene la búsqueda artística.

Amorales, a quien ahora el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM dedica una retrospectiva, habla de la libertad y sus límites dentro de su proceso creativo.

—¿Cómo entiende el arte?


—El arte es la libertad de seguir jugando. De lo que se trata es de imaginar juegos todo el tiempo. El problema es que con el tiempo todo se complejiza y necesitas más herramientas. Lo inexplicable son las reglas del juego y ahí radica el encanto del arte. Cuando lo defines lo matas.

—¿Haciendo qué cosa es más libre?

—Haciendo arte es donde me siento más libre. Conforme te profesionalizas intentas darle la vuelta a las cosas para no encasillarte ni ser autoindulgente. Aparte del arte contemporáneo me gusta mucho la música y he encontrado ahí una libertad más personal.

—¿A más libertad más felicidad?

—Cuando logras algo puedes ver reflejada tu libertad. El arte te ayuda a liberarte de ti mismo y conseguir algo interesante produce una gran satisfacción. Y sí: también felicidad, porque te permite seguir imaginando.

—¿Como artista cuáles son sus límites?

—Los límites son los que uno se impone. Como artista uno puede encontrar la forma de darle vuelta a la sociedad y a las normas establecidas. En el fondo el desafío es trascender los límites que se pone uno mismo.

Pasión

—¿Ahora es más libre su trabajo?

—No sabría decirlo. Cuando eres joven tienes mucha presión porque necesitas establecerte. Te sientes más libre pero la realidad es que la exigencia personal es más fuerte. Quizá no responder a un pasado o trayectoria es liberador, pero a cambio tienes más pretensiones. Ya mayor tienes más conocimiento y por lo tanto te puedes dar más libertades y espacios. Le das un valor distinto a la libertad. El tiempo y la edad te permiten darte el permiso de hacer ciertas cosas, e incluso de no tomarte tan en serio.

—¿Cómo se libera de sus obsesiones?

—En realidad no me preocupa liberarme de mis obsesiones sino todo lo contrario. El arte es una forma de sumergirte de lleno en tus obsesiones.

—¿Cuáles son las suyas?

—No son tan claras y menos aún fáciles de describir. La necesidad de ser artista es algo obsesivo y supongo que las obsesiones cambian con el tiempo.

—En el arte, ¿qué tanto condiciona el mercado la libertad creativa de un artista?

—La puede condicionar positiva y negativamente. Te puede enajenar y limitar a producir solo una cosa o una estética. Hay artistas que prefieren repetirse con tal de vender continuamente. En mi caso procuro renovarme y lo positivo es que el mercado me permite vivir de lo que hago, ser artista y conocer gente. El mercado no es ni bueno ni malo: depende cómo lo tomes, de tus intereses, necesidades, espiritualidad y materialidad; todo eso condiciona tu relación con él.

—¿A usted qué lo motiva en términos de mercado?

—Me motiva ser artista, no hacerme rico, sin tampoco negar mis necesidades reales. Soy padre de familia así que encontrar un sitio en el mercado me permite ser autosuficiente, sin dejar de ser experimental. Procuro no estar subvencionado: me gusta la libertad de vender algo. Yo estudié en Holanda y allá el sistema de subvenciones es muy fuerte; tanto, que sentía que afectaba a los artistas. Por eso no las pedí e intenté vender mi obra. Entiendo que es una decisión fuerte pero gracias a los ingresos por mi obra gráfica he podido hacer películas experimentales. No veo la necesidad de satanizar el mercado.

—¿Qué tan alejado está México de un umbral adecuado de libertad de expresión?

—A diferencia de Europa, donde todo está muy organizado y sistematizado, en México todavía hay muchos espacios ilegales o disfuncionales. Como artista es un lugar interesante porque te permite hacer muchas cosas. Prevalece la idea de que tenemos una gran historia, y es verdad, solo que esa historia todavía es muy oscura y no la acabamos de comprender. México ofrece espacios de libertad. Lo paradójico es que no necesariamente somos una sociedad liberal. Es un país muy interesante para los artistas porque es un espacio en construcción, en contraste para los ciudadanos puede resultar desesperante.

—¿Qué es la libertad?

—La libertad es tener la posibilidad de dedicarte a lo que te apasiona.

Carlos Amorales es considerado uno de los mayores representantes del arte contemporáneo latinoamericano. Ha llevado su trabajo a la Tate Modern de Londres; al Museo de Arte Moderno de San Francisco; al Centro Georges Pompidou de París, y el Museo de Arte de Filadelfia, entre muchos otros recintos consagrados. En 2016 representó a México en la Bienal de Venecia con su proyecto La vida en los pliegues. Es parte del Sistema Nacional de Creadores. Actualmente el Museo Universitario de Arte Contemporáneo expone Axiomas 1996-2008, una muestra retrospectiva de su obra.