Perminder Sachdev analiza el cerebro humano en la UNAM

Afirmó que el cerebro, conformado por más de 100 mil millones de neuronas, funciona como una gran red 

Redacción
Todo menos politica
Perminder Sachdev
Foto: UNAM

El potencial del cerebro, con sus más de 100 mil millones de neuronas, en tan solo 1.4 kilos de masa, hacen del órgano humano un verdadero universo de complejidades. Es como una gran red, con un infinito de ideas y comportamientos, explicó el doctor Perminder Sachdev, reconocido neuropsiquiatra a nivel global, en la conferencia inaugural de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia que en su segunda edición aborda la temática: Fronteras del cerebro y la inteligencia artificial.

Cuando mentimos, el cerebro actúa. Cuando demostramos empatía, nos deprimimos, nos motivamos, tomamos decisiones morales o decidimos lo que es justo o no, ciertas regiones y glándulas están trabajando. ¿Pero qué sucede cuando su actividad se sale de control? ¿Cuándo rompe con ciertos estándares de lo “normal”? Ahí es cuando suelen detectarse esquizofrenias, sociopatologías, piscópatas antisociales sin remordimientos, homicidas u otro tipo de afecciones neurológicas.

Perminder Sachdev explicó, a través de su experiencia en la Universidad de Gales en Sidney, Australia, algunos de los casos clínicos a los que se ha enfrentado como médico, como el síndrome de Tourette, el cual produce parpadeos intensos, diversos tipos de tics o que las personas digan groserías sin control; el “miembro fantasma”, cuando a una persona se le amputa un brazo o una pierna y aún siente dolor en la zona del miembro perdido.

Para este último caso, por ejemplo, el doctor usó la “terapia del espejo” para una persona que perdió su mano; ésta consiste en poner al paciente frente a un espejo de cierta manera que refleje la extremidad ausente y su cerebro pueda destrabar el pensamiento.

Los casos clínicos son sin duda casos de estudio especial, pero ¿qué pasa en nuestros cerebros todos los días, al momento de tomar decisiones, juzgar, estar estimulados con el azúcar o con las drogas? El doctor Sachdev también explicó cómo funcionan algunas de las partes del cerebro, por ejemplo el núcleo accumbes, que es la zona del placer, lugar de donde proviene la risa, las adicciones y la satisfacción de los lazos.

Homenaje a Stephen Hawking

Gerardo Herrera y José Luis Díaz, dos prestigiosos científicos mexicanos, expusieron sus ideas sobre el universo que llega a tener conciencia de sí mismo en la charla El universo consciente: Homenaje a Stephen William Hawking.

El doctor en Física, Gerardo Herrera, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), y el neurocientífico, José Luis Díaz, de la Facultad de Medicina de la UNAM, hablaron del cerebro como nuestro instrumento para conocer el universo.

Herrera refirió que el universo apareció hace aproximadamente 13 mil 800 millones de años y evolucionó de tal forma que acabó creando a algunos sujetos que empezaron a contemplar el universo. Dicho de otra manera: creó espejos capaces de verlo, de meditarlo y reflexionarlo, como sin duda sucedió en el caso del astrónomo inglés Stephen Hawking.

El autor del libro Universo: la historia más grande jamás contada, reparó en que la física está muy ligada eventualmente a la conciencia y al funcionamiento del cerebro.

Relató que en septiembre de 2014 astrónomos de Hawái se preguntaban cómo definir las más grandes estructuras del universo, que son los cúmulos y supercúmulos de galaxias, es decir, agrupación de galaxias de entre 50 y 100 miembros, con concentraciones de gas caliente y materia oscura.

Se pusieron a ver el movimiento de las galaxias y ya no su posición, encontrando una estructura de galaxias que se mueven y que parecen converger en un punto al cual se le llamó laniakea, que significa cielo inconmensurable. “Precisamente este es el final de la grandeza, pues se trata la estructura más grande que conocemos. Son galaxias que están unidas por delgados hilos de materia”, dijo.

Para José Luis Díaz, Hawking fue uno de los pocos que lograron ver al universo que se refleja en sí mismo. Esto resulta cautivador y provoca cierto misterio. “Muchos de nosotros hemos experimentado el asombro al mirar un cielo estrellado. Conmueve estar en el sitio y ver esas múltiples luces que vienen de todos los tiempos”, apuntó.

“Si uno tiene una posición más o menos materialista de los actos mentales, diría que al universo habrá que adjudicarle consciencia porque tiene casi los mismos elementos físicos que el cerebro, pero resulta que éste es mucho más complicado que una galaxia por las conexiones neuronales que tiene”, aseguró.

El autor de Frente al cosmos afirma que la ciencia no es la única forma de entender el mundo. La mente humana está produciendo modelos de la realidad y eso es hacer filosofía. Le inquieta llegar a conocer a través de instrumentos que podrían ser los cerebroscopios u otros aún más sofisticados, señales que revelen los contenidos mentales y los sueños de los seres humanos. “El santo grial de la neurociencia es saber cómo es que la materia piensa”.

Ambos científicos coincidieron en que si bien somos una partícula mínima dentro del cosmos, el cerebro es nuestro cosmos interno; y que el universo puede concebirse como un gran cerebro que se auto observa, esto gracias a la cosmología y a la astronomía moderna.

Neuronas de la voluntad

Con el mensaje central “Por favor: eduquen a sus neuronas”, el reconocido investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, Ranulfo Romo, habló sobre las neuronas de la voluntad e hizo reflexionar al público sobre qué tan conscientes o responsables somos los seres humanos de nuestras tomas de decisiones cotidianas, en la conferencia La tragedia griega en el cerebro. La breve ventana del libre albedrío.

Tras mostrar una serie de experimentos realizados durante sus años de estudio e investigación en Europa, el científico mexicano señaló que son espacios muy breves de tiempo, cuestión incluso de microsegundos, en los que el ser humano tiene la capacidad de decidir.

“Lo que quiero humildemente (transmitir) es bajarlos del pedestal de que somos grandiosos. Somos títeres. Somos cositas que dependemos de la organización de circuitos cerebrales muy elementales”, indicó.

¿Pero los meditadores no logran estados de conciencia más amplios? Preguntó el público. A lo que Romo contestó: “Nuestra conciencia es definitivamente una ilusión subjetiva (...) es posible que los grandes meditadores puedan extender esos tiempos (de conciencia) pero también podría ser una ilusión”.

No obstante, enfatizó, la educación funciona. Las neuronas se entrenan. “¿Cómo encontrar los principios elementales para poder transmitir información al cerebro y que se transforme en conocimiento útil y al servicio no solo del individuo?”. Entrenando, aprendiendo y ampliando nuestra propia ventana del libre albedrío.