Museo del Chopo

Sería el olor pesado a formol; la pesadilla de las momias; el colosal esqueleto de dinosaurio con perfil de rompecabezas; el perro disecado de siete patas; las pulgas vestidas, o el espeso polvo de los estantes... el caso es que el Museo del Chopo atraía y repugnaba al mismo tiempo.

Alberto Barranco
Columnas
Museo del Chopo
Foto: Isaac Esquivel

Sería el olor pesado a formol; la pesadilla de las momias; el colosal esqueleto de dinosaurio con perfil de rompecabezas; el perro disecado de siete patas; las pulgas vestidas, o el espeso polvo de los estantes... el caso es que el Museo del Chopo atraía y repugnaba al mismo tiempo.

Los niños lloraban al eco del viejo esqueleto de hierro, importado pieza por pieza, tuerca por tuerca de Alemania, recubierto a medias con tabique prensado y cristales, muchos cristales.

El Palacio de Cristal le llamó el asombro a su arribo en 1905 a la incipiente colonia Santa María la Ribera. Igualito que el Cristal Palace de Inglaterra, decía El Imparcial, al elogio por la visión de Don Porfirio de abrir una casa de exposiciones permanentes.... de productos industriales, por más que la inversión fue privada.

El primer acto lo llenó Japón. Y Pabellón Japonés se le quedó hasta 1910, en que se levantó la muestra de maquinaria y equipos.

Tres años después, muerto el dueño del predio, José de Landero y Cos, y quebrada su Compañía de Exposiciones Permanentes, el coloso de hierro sería Museo Nacional de Historia Natural… hasta 1964.

A la inauguración acudió el ministro de Instrucción Pública de Victoriano Huerta, Nemesio García Naranjo.

Las piezas fueron llegando a lo largo de los años: el esqueleto de ballena que colgaba del techo; una musaraña como ejemplo del mamífero más pequeño del mundo; las muestras fósiles de diferentes mamíferos asiáticos.

Y más: un colmillo mandibular de elefante primitivo encontrado en Tequisquiac; muestras disecadas de tres mil 929 aves; terneras de dos cabezas, colecciones de insectos, ejemplares de esponjas, medusas, estrellas de mar, tortugas.

Zoológico de los muertos

El esqueleto de dinosaurio lo donó la viuda del científico Andrew Carnegie.

Entregado el formidable coloso de hierro a la Universidad Nacional Autónoma de México, las piezas se desperdigarían en diferentes recintos, la mayoría en el nuevo Museo de Historia Natural de Chapultepec.

En 1975, con una nueva vocación, la promoción de las expresiones juveniles, regresaría a la escena pública el cascarón, bajo la tutela sucesiva de mujeres de profunda huella en la vida intelectual de México: Elena Urrutia, Helen Escobedo, Ángeles Mastreta, Elba Macías.

A su cobijo surgiría el tianguis del Chopo, espacio de intercambio de joven nostalgia: discos de rolas fresas, pesadas o simplemente chidas; fotografías, carteles, revistas.

El arte acá de todas las tribus urbanas: darketos, punks, cholos, anarquistas…

Ahora que la momiza también encontró un agujero para cobijar sus recuerdos del barrio: la Alameda de Santa María, el kiosco Morisco, la casa de Agustín Aragón Leyva, el cine Carpio, el Rivoli, la Casa de Los Perros.

La jaula de recuerdos lleva 107 años.