SE EQUIVOCÓ

El ex presidente podría ampliar el abanico y de una vez admitir los graves errores que le costaron al país el camino ascendente que llevaba.

Norberto Vázquez
Ernesto Zedillo
Cuartoscuro

A 18 años de haber concluido una de las administraciones más cuestionadas de la era moderna en México, que asumió de manera integral políticas prohibicionistas en materia de enervantes y engendró así a lo largo de estos lustros decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados, el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León reconoció que se “equivocó” al aplicar una estrategia mal formulada durante su sexenio.

Zedillo admitió que ello se tradujo en un rotundo fracaso y cuyos costos han sido el lastre más pesado para la sociedad mexicana en materia de inseguridad a causa de la violencia perpetrada por el crimen organizado.

En este sentido especialistas consultados por Vértigo afirman que aun cuando el ex mandatario poseía diversa información privilegiada que le advertía que no debía continuar con las políticas públicas restrictivas en cuestiones de tráfico de enervantes hizo caso omiso y prosiguió con medidas gubernamentales que dejaron una estela de desaciertos cómplices que se tradujeron en la heredad más costosa de muertos y asesinatos para el país —“Nunca antes vista después de la Revolución Mexicana”, según uno de los expertos— y que le costará a México muchos años para recuperarse.

Por si fuera poco, añaden, fue él sin duda quien inició la militarización de la lucha contra el tráfico de estupefacientes, pero con un fracaso rotundo. A tal grado, insisten, que uno de sus más cercanos colaboradores, el llamado zar antinarcóticos, el general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, fue detenido y condenado a 40 años de prisión por complicidad con diversos capos líderes de grupos delictivos.

Además, durante su gobierno tuvieron lugar también dos masacres que cimbraron a la opinión pública nacional y mundial, como lo fueron los casos de Acteal en Chiapas y de Aguas Blancas en Guerrero: en ambos la impunidad reinó y los culpables de quienes se sospecha fuertemente —que eran funcionarios del gobierno— nunca fueron llevados a prisión y sí varios indígenas usados como chivos expiatorios, que terminaron muertos injustamente en cárceles del país pagando por delitos que nunca cometieron.

Para los consultados, si Zedillo hubiera ejercido un buen gobierno, digno de recordar, sin duda que el ex presidente tendría una justificación moral para romper el silencio y admitir que “se equivocó” en materia de política antidrogas, pero “al encabezar una gestión que estuvo marcada por la impunidad, el abuso, la corrupción, el tráfico de influencias y la sumisión a las políticas marcadas por Estados Unidos no es disculpable su autocrítica”.

Yerro

El lunes 24 de septiembre el ex presidente reconoció en un evento público que durante su administración ejecutó una política equivocada en materia de drogas ya que ahora sabe que el prohibicionismo genera violaciones a los derechos humanos.

“Tuve la responsabilidad y seguí una política equivocada”, dijo durante la presentación del informe Regulación global de política de drogas.

Y agregó: “¿Qué ha pasado con las políticas prohibicionistas, con base en la prohibición, en la criminalización, en la represión? Cuando empezamos a juntar la evidencia de muchos países, obviamente (vimos que) el resultado fue devastador; después de ver la evidencia concluimos que esas políticas habían fracasado rotundamente y prácticamente en todos los lugares en que se han aplicado”.

Como no lo hizo nunca en su gestión ahora señaló que cuando existe mercancía peligrosa con alta demanda y que además es prohibida se abre la puerta para la creación del llamado mercado negro. “Sabemos que eso dará lugar a un mercado negro que será provisto, que será administrado por personas que están dispuestas a llevarlo al éxito y a incurrir en la violencia, a incurrir en la violación de los derechos de otras personas, a desafiar al Estado, a cometer los crímenes más atroces para proveerse de las ganancias”, expuso.

Ofreciendo un marco de referencia que no aplicó durante su administración explicó “que las políticas prohibicionistas iniciaron hace poco más de un siglo en Estados Unidos y se extendieron hasta México sin que hasta el momento hayan dado los resultados positivos que se esperaban”.

Un día después, ante el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, Zedillo siguió en el mismo tenor en cuanto a los errores del pasado y los modelos a seguir: “Las drogas son un riesgo para la salud humana y mientras más peligrosa sea una sustancia mayor debe ser la intervención del Estado. Nuestro problema es mucho más grande que el tema del crimen organizado y de las drogas: el principal obstáculo que tiene nuestro país para verdaderamente desarrollarse es la habilidad de su Estado de Derecho”.

Aunque en su momento no rechazó las presiones del entonces mandatario estadunidense Bill Clinton para enfrentar el problema de las drogas con medidas represivas ahora pregona lo contrario: “Mantener la política de la prohibición, como propone Estados Unidos, es más de lo mismo y no corresponde a la realidad ni a las nuevas corrientes de pensamiento sobre el problema. La guerra global contra las drogas, con base en prohibición y criminalización, ha fracasado con consecuencias devastadoras para las personas y las sociedades alrededor del mundo. México es uno de los ejemplos más dramáticos de ese fracaso y sus costosas consecuencias”, sostuvo.

Violaciones

A un año de iniciada la gestión zedillista, el 28 de junio de 1995 en el vado de Aguas Blancas, en Guerrero, varios elementos de la policía estatal asesinaron a 17 integrantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que se dirigían a un mitin político en la población de Atoyac de Álvarez.

Tras los hechos, el gobierno del entonces gobernador Rubén Figueroa Alcocer acusó a las víctimas de haber agredido a los uniformados y para apoyar sus declaraciones dio a conocer un video sobre los hechos.

Pero no del todo fue así:medio año después los manifestantes dieron a conocer el mismo video sin editar, donde se mostraba que los campesinos fueron atacados primero por la policía sin provocación alguna.

Aquel escándalo obligó al gobernador de la entidad a renunciar y posteriormente fue encontrado responsable por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No obstante, con apoyo de Zedillo, el Congreso de Guerrero y las cámaras de Senadores y Diputados, así como la Procuraduría estatal, lo exoneraron.

Dos años después, el 18 de febrero de 1997, en una reunión de altos mandos castrenses en la Secretaría de la Defensa Nacional, el general secretario Enrique Cervantes Aguirre dio a conocer la destitución del divisionario Jesús Gutiérrez Rebollo, director del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, por sus nexos con Amado Carrillo Fuentes, narcotraficante mejor conocido como El señor de los cielos, jefe del Cártel de Juárez.

El titular de la Sedena señaló que Gutiérrez Rebollo, además de engañar a sus superiores y defraudar la confianza que se le depositó, atentó contra la seguridad nacional y debilitó el esfuerzo conjunto de las instituciones en contra del narcotráfico.

Meses después llegaba una masacre más que cimbró al país y al mundo entero y que quizá marcó de manera más negativa el mandato de Ernesto Zedillo: la mañana del 22 de diciembre de 1997 se atacó a los habitantes de la comunidad de Acteal, municipio de Chenalhó, en Chiapas.

En ese lugar un grupo de indígenas tzotziles de la organización Las Abejas rezaba en la ermita local cuando paramilitares armados los rodearon y comenzaron a disparar. La cacería humana se prolongó durante seis horas e incluso varias víctimas fueron rematadas a machetazos. Al final el saldo fue de 45 personas asesinadas, entre las que se encontraban un bebé, 14 niños y 21 mujeres, además de 25 heridos y cinco desaparecidos. Los autores intelectuales siguen impunes.

En septiembre de 2011 se interpuso una demanda en contra de Ernesto Zedillo por su posible responsabilidad en el caso Acteal.

A pesar de ello, en septiembre de 2012 Estados Unidos decidió conceder inmunidad al ex mandatario, quedando así blindado frente al posible resultado adverso de la demanda presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Incongruencia

Para el analista político Carlos Ramírez existe una razón obvia de por qué el ex presidente reconoce sus errores de política antidrogas 18 años después de terminado su sexenio: “Porque Zedillo hoy forma parte de una comisión de la ONU que promueve justamente la despenalización de la droga. Era incongruente estar ahí y haberse opuesto a ello. Como presidente de la República actuó en función de los intereses del Estado y hoy es un personaje sin representación nacional”, describe.

Agrega que “en este sentido la ola de legalización de las drogas es relativamente reciente —menos de diez años—; tiene su base en los intereses sociales de la ciudadanía en Estados Unidos, donde la droga es un mecanismo de estupidización y control social”.

—Al reconocer esta equivocación ¿se percibe que Zedillo sabía a conciencia lo que ocurría con los grupos criminales en México y sus negocios de tráfico ilícito de drogas?

—En el sexenio 1994-2000 la prioridad era el control de la economía y la estabilización de la inflación-tipo de cambio. Los cárteles de la droga operaban como mecanismos de traslado de productos del sur al norte y de las zonas de siembra hacia Estados Unidos. Los narcos no eran, por así decirlo, un problema de seguridad nacional, a excepción del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en mayo de 1993, como parte de la guerra de los Beltrán Leyva con el grupo de El Chapo. ElChapo estuvo encarcelado de 1993 a 2001. La crisis llegó después: la droga que se quedó en manos de los narcos se dedicó al consumo y vino luego la lucha entre los cárteles por el control de rutas, plazas y zonas de dominación. Con el beneplácito del Estado, durante la presidencia de Zedillo los cárteles fueron tolerados para controlar el tráfico. En el sexenio de Zedillo no existió debate sobre dos temas centrales: despenalización y libre consumo.

Sobre su gestión, Ramírez agrega que “Zedillo quedó atrapado en temas clave: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, los compromisos con Carlos Salinas de Gortari y el error en el manejo del deslizamiento cambiario el 20 de diciembre por las arcas vacías heredadas de Salinas, además de sus errores en el manejo de la crisis en Chiapas. Su prioridad fue la estabilización de la economía. El tema de la seguridad pasó a los últimos lugares de atención. Hacia finales de su sexenio se rompió la precaria estabilidad con la reorganización de los cárteles, la fundación de Los Zetas como grupo de ataque y los primeros años de la violencia criminal”.

—¿Cómo percibe el sexenio de Ernesto Zedillo en materia antinarcóticos?

—El descuido presidencial sobre el tema de los cárteles permitió el paso de la fase de trasiego a la de consumo interno y la distorsión de la estabilidad por el dinero, el consumo, el control territorial de zonas y la corrupción de funcionarios. El descuido de Zedillo llevó a la estrategia de Vicente Fox de pactar con los cártelesy cederles el control. Por eso Felipe Calderón decidió la ofensiva de seguridad.

El periodista Armando Rojas Arévalo hace también un balance sobre las declaraciones del ex mandatario. “Zedillo confiesa ahora que su política sobre las drogas fue la equivocada porque en lugar de prohibirlas debió haberlas regulado. Fox no hizo gran cosa para combatirlas pero en su gobierno surgieron Los Zetas y el Cártel de La Familia Michoacana, además de que El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, se fugó de una prisión de máxima seguridad; y Felipe Calderón declaró una guerra estúpida que tiñó de sangre al país y dejó miles de desaparecidos que hoy, con Enrique Peña Nieto, no se sabe cuántos son, pero conservadoramente se calcula en al menos 37 mil”.

Rojas determina que “las estadísticas de muertes violentas son horrendas. Los cuerpos no caben ya en las cámaras de refrigeración de las morgues y cientos de cadáveres son ‘paseados’ en tráileres que recorren pueblos dejando tufo de descomposición porque no hay lugar para ellos”.

El chiapaneco añade que “Zedillo reconoce el error y, aunque como lo dijo AMLO refiriéndose a un viejo refrán, que rectificar es de sabios, fue a toro pasado. Zedillo confiesa que se equivocó 18 años después. Fox se declara hoy partidario de la legalización de las drogas y Calderón calla. Su guerra (recuperar la fortaleza del Estado y la seguridad en la convivencia social mediante el combate frontal y eficaz al narcotráfico y otras expresiones del crimen organizado, con un saldo de 70 mil muertos) y la actual generaron más violencia, asesinatos y desolación”.

Pablo Hiriart, columnista en diversos medios informativos, comenta por su parte que “18 años después de dejar la Presidencia en manos de Fox, Zedillo nos dice que ‘en drogas seguí una política equivocada’. Ya que anda en plan autocrítico el ex presidente podría ampliar el abanico y de una vez admitir los graves errores que le costaron al país el camino ascendente que llevaba”.

Hiriart enumera varios de esos errores que todavía está pagando la sociedad: “En su sexenio florecieron los grandes cárteles de las drogas porque dedicó a la Procuraduría y organismos de inteligencia del Estado a espiar y filtrar expedientes judiciales y conversaciones telefónicas privadas. Fue el inicio del festín de las filtraciones ilegales y la erosión de la justicia”, explica.

Agrega que “dio al traste con la economía de un país que creció, en el sexenio previo, un promedio de 3.9 por ciento. Recibió problemas económicos pero los convirtió en crisis por su mal manejo o simplemente no manejo. El tipo de cambio, que estaba a tres pesos por dólar, se le disparó mucho más allá de 100% en un par de meses. Primero a siete pesos y luego a 10. ¿Estaba sobrevalorado el peso? Tal vez, según los expertos, en 10 o 15 por ciento. Pónganle 20 si quieren. Y se le fue arriba del cien por su ausencia como presidente en el tema que era dizque un experto”.

Hiriart determina que “por celos hacia su antecesor deshizo el Programa Nacional de Solidaridad y los pobres extremos subieron como la espuma. De no haber desmantelado Solidaridad, Guerrero y Michoacán no estarían como están hoy, con el tejido social roto y llenos de pandillas de asesinos que cometen las peores crueldades contra sus vecinos. De eso se trataba el programa que el presidente Zedillo destruyó: de afianzar lazos comunitarios, construir bienestar en común, afianzar la identidad de los núcleos sociales”.

Para los expertos queda claro que casi dos décadas después de dejar Los Pinos el ex presidente Ernesto Zedillo reconoce que falló al adoptar una política equivocada en materia de prohibición, represión y criminalización de drogas, en lugar de elegir una opción que regulara su consumo.

Y ojalá fuera solo cuestión de reconocer errores, insisten los especialistas, pero hasta hoy “aquellas pifias le han costado al país la peor crisis en materia de inseguridad de la que se tenga memoria y todavía hay por delante años para recuperar nuestra estabilidad y paz social”.