LA RENTA UNIVERSAL: PAN Y CIRCO DE HOY

El deseo de vivir a costa del Estado es un reflejo de la decadencia general.

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomia
Ilustración

Las virtudes republicanas de la Roma temprana eventualmente cedieron a la decadencia del posterior Imperio Romano. Charles Hugh Smith considera que la civilización occidental ha tomado un camino similar y el remate es la renta universal básica. A medida que la opulencia se convierte en la norma que se asume como permanente el propósito compartido y el sacrificio por el bien común son reemplazados por una prolongada decadencia y una obsesión por maximizar la ganancia personal.

En El destino de los imperios y la búsqueda de la supervivencia (1978, https://laverdadofende.blog/2016/09/03/el-destino-de-los-imperios-y-la-busqueda-de-la-supervivencia-john-bagot-glubb-burbuja-info-foro-de-economia), John Bagot Glubb describe las características centrales del declive de todo imperio (el asirio, el árabe, el británico, etcétera): amor por el dinero como un fin en sí mismo; un largo lapso de riqueza y facilidad que hace a las personas complacientes y olvidan los rasgos (confianza, energía, trabajo duro) que construyeron su civilización; egoísmo y autoabsorción avasallantes; pérdida del sentido del deber hacia el bien común; aumento en la frivolidad, el hedonismo, el materialismo y el culto de la celebridad improductiva; pérdida de cohesión social, y deseos de habitantes de vivir a expensas de un Estado burocrático hinchado.


Las élites políticas y financieras aseguraron su posición a expensas de la movilidad social al erigir barreras que las protegieran de la competencia y la rendición de cuentas. Manipularon el sistema para su beneficio. Para financiar sus extravagantes estilos de vida tomaron más y más de los que estaban debajo de ellos ampliando con ello la desigualdad entre la aristocracia y los plebeyos hasta los extremos. Mientras que los patricios de la República Romana tenían 20 veces la riqueza de un ciudadano romano promedio, por el Imperio tardío las élites poseían hasta 200 mil veces la riqueza del plebeyo promedio (como hoy).

Desigualdad

Las cargas más pesadas sobre la clase productiva y la decadencia de la movilidad social despojaron a la mayoría de una participación financiera en el sistema, y la concentración del poder político en una oligarquía los privó de influencia política. Cuando se pierde la movilidad social y el propósito compartido hay poca motivación para contribuir a un sistema que beneficia a unos pocos a expensas de los muchos. Los marginados forman una clase política volátil; un pequeño evento puede desencadenar una explosión que amenaza un statu quo que beneficia a unos pocos a expensas de los muchos.

Para contrarrestar esta amenaza las élites compraron el cumplimiento y la complicidad de las masas con pan y circo. Como señala Glubb, el deseo de vivir a costa del Estado es un reflejo de la decadencia general. Si no hay otra búsqueda hedonista al alcance financiero la fórmula pan y circo sirve de suplente. Pero esta fórmula no sustituye a la movilidad social, las bajas barreras para acumular capital y una participación política en el sistema. Hoy el ingreso básico universal, donde los ciudadanos reciben dinero independientemente de si trabajan o no, es el equivalente moderno del pan y circo.