Río de Janeiro, Brasil, 5 de noviembre. El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó en una entrevista que tomará “medidas contra el gobierno (de Nicolás) Maduro”, y señaló que su país, territorio al cual migraron decenas de miles de venezolanos, “no sólo acogerá y dejará que se resuelvan las cosas naturalmente”.
“Vamos a reconocer la situación de Venezuela: huyen de la dictadura, del hambre y de la violencia, pero el gobierno federal (brasileño) tiene que tomar medidas contra el gobierno de Maduro”, dijo el ex militar, cuya elección anuncia un giro diplomático del gigante sudamericano a partir de enero próximo, cuando asuma el poder.
Aunque Bolsonaro no explicó cuáles serán las “medidas” que piensa tomar y, tras vencer los comicios del domingo 28 de octubre pasado, aseguró que “Brasil buscará una solución pacífica”, sus declaraciones apuntan a un endurecimiento del discurso con Venezuela.
Su futuro ministro de Defensa, el general Augusto Heleno, dijo también este lunes que la migración de venezolanos a Brasil es “un problema humanitario”, pero también garantizó que no habrá “injerencia” en los asuntos internos de Venezuela.
“Las Fuerzas Armadas son empeñadas en la atención humanitaria, estamos acogiendo a quien pasa la frontera hacia el lado de Brasil. Es un trabajo difícil, la cantidad (de inmigrantes) está encima de la capacidad del estado de Roraima”, en la frontera amazónica entre los dos países, señaló Heleno.
Desplegadas este año, las Fuerzas Armadas de Brasil permanecerán por lo menos hasta fines de este año en el estado de Roraima, fronterizo con Venezuela, para lidiar con cuestiones vinculadas con el flujo migratorio, que asciende a más de 130 mil personas desde 2017.
Sin embargo, según datos del gobierno brasileño, el 60% de estos venezolanos que entraron a Brasil salió con destino a un tercer país de América del Sur.
El gobierno electo del estado de Roraima, que asumirá en enero próximo, ya prometió que quiere poner freno a la inmigración venezolana, por considerar que los servicios sociales del estado -educación y sanidad- están saturados por la llegada de miles de inmigrantes.