VIVIR EN LIBERTAD ES VIVIR CON SEGURIDAD MULTIDIMENSIONAL

Somos una sociedad patológica que mal entiende las libertades.

Norberto Vázquez
Todo menos politica
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Guillermina Baena Paz, una de las investigadoras sociales más representativas del país y del continente, afirma que la libertad en México es hoy “una utopía que ojalá podamos vivir algún día” de manera plena y real, porque “vivir en libertad es vivir con seguridad multidimensional: física, jurídica, familiar, social...”

—¿Qué es para usted la libertad?


—No la conozco: es algo intangible que está en la mente pero que se relaciona más con la felicidad. En la sociedad actual vivimos en una especie de cárcel cotidiana. La cárcel nuestra de cada día: nos encerramos por la inseguridad, preferimos una especie de arresto domiciliario voluntario, no salimos por la noche, cambiamos nuestros hábitos de vida.

Añade que hoy los mexicanos “suspiramos por añorar los viajes a Acapulco y nos negamos a enfrentarnos con la violencia, a pensar que en las calles de la Costera hay tiroteos y hay cuerpos desmembrados. No hay diferencia con la cárcel: uno ve la realidad desde la ventana y lo más que alcanza la vista es la ropa colgada, los gritos de los custodios, como los gritos de los vecinos que a veces ni siquiera conocemos”.


En su opinión, “estamos dentro de una caja y si nos salimos nos encontramos en otra caja y en otra... La imaginación y la creatividad deben ser las más libres pero están viviendo en este entorno. Son libres como el pájaro atado a las cadenas de los cielos, como diría Bob Dylan. Vivir en libertad es vivir con seguridad multidimensional: en salud, en educación, en alimentación. Por lo pronto la libertad es una utopía que ojalá podamos vivir algún día”.

La doctora en Estudios Latinoamericanos hace además un balance del rol que ha jugado la investigación académica en la práctica de las políticas públicas del país, cuyo eje debería ser el motor que renueve el tejido social en estos momentos de catarsis política, económica y social en México.

—¿Qué rol juega actualmente la investigación docente en la sociedad mexicana?

—Un rol realmente pobre, desvinculado. A veces la universidad parece el castillo de la pureza, donde hablamos de la realidad que está afuera a través de teóricos extranjeros y modelos desfasados en el tiempo y de las condiciones reales del país.

—¿Cómo se enlaza la investigación docente con las políticas públicas que la sociedad necesita?

—Salvo algunas instituciones favoritas del régimen, por lo general instituciones educativas privadas, no hay una presencia real de las universidades en la construcción de las políticas públicas.

—¿Los gobiernos locales o el Estado mexicano han pedido una mano a la academia, y a la investigación que genera, para modernizar el tejido social?

—La investigación que se solicita es para mejorar la productividad en las empresas o algunos gobiernos para legitimarse o justificar sus presupuestos. Poco se ha incidido, menos se ha trascendido.

—Dada la situación social que vive el país en materia de inseguridad ¿qué ha hecho o qué debe hacer la academia en materia de investigación social para modernizar los valores sociales deteriorados, con miras a mejorar el tejido social?

—Demasiado: podemos hacer demasiado. El asunto es encontrarnos con gobernantes que crean en ello y que se convenzan de la academia como apoyo, no como enemigo incómodo por cuestionador de sus acciones. En ciencias sociales podemos trabajar en el tejido social con las dos piernas; una para atender lo urgente: las emergencias, desastres y fenómenos perturbadores, aplicando el uso de herramientas para la vida (desarrollando las inteligencias cognitivas, emocional, espiritual y corporal). Construcción de resiliencia, desarrollo de la solidaridad y el apoyo mutuo, impulso a la necesidad de la credibilidad y la verosimilitud con todos incluyendo los funcionarios. Formando comunicadores para crisis: como especialidad para atender crisis y conflictos, con elementos de sicología, estudios del lenguaje, formación de victimología, entre otros elementos.

Y la otra pierna, puntualiza Baena, para “planear lo importante en el mediano y largo plazo, para mejorar la calidad de vida y dotar de felicidad en términos de políticas públicas a los ciudadanos. Felicidad es tener agua y luz en la casa abriendo una llave y presionando un botón, encontrar en la calle los servicios de basura, de alumbrado y de seguridad. Generar una conciencia a través de la información continua y completa para salvaguardar la seguridad, para la salud, para la educación, para el cuidado del medio ambiente”.

Solastalgia

—¿Cómo hacer vinculatoria toda la investigación académica que se genera en las universidades y centros de investigación para apoyar rubros productivos y sociales en el país?

—Es necesario que gobiernos y empresarios crean más en la academia y que la academia se involucre más en las problemáticas sociales. La llamada triple hélice. Todos tienen culpa. Si lo que importa a la academia es escribir artículos en inglés para obtener puntos en Conacyt, son culpables de que no les hagan caso. Si los gobernantes tienen que resolver lo urgente todo el tiempo sin pensar en lo importante, tienen la culpa de solo dar salidas a lo que deben ser soluciones de fondo. Si los empresarios solo ven los estudios para obtener más ganancias o proteger sus intereses, la visión de miopía y percepción fallida sobre la academia permanece.

—¿Los políticos escuchan a los académicos?

—Una buena parte nos consideran poco útiles y dicen que la realidad va más rápido que las investigaciones académicas. Y lo que es peor: algunos trabajos académicos encargados como proyectos de investigación los menosprecian los funcionarios que se dedican a resolver emergencias y la investigación queda muy alejada de su urgencia.

—¿Hemos avanzado en materia de libertades sociales?

—No mientras haya desaparecidos. Y menos con desplazados que viven atemorizados y cargan lo que llamamos la solastalgia: el dolor por la pérdida forzada de parientes, del patrimonio, del terruño: es como arrancar violenta, abruptamente, el sentido y el significado de la vida para los seres humanos. De qué nos sirve reconocer la diversidad sexual si hay homofobia y crímenes de odio. De qué nos sirve hacer énfasis y sobreponer ante todo los derechos humanos si no atendemos a los deberes y obligaciones de valores universales de respeto, de verdad, de solidaridad, de civismo.

Y es que de ese modo, puntualiza, “los derechos humanos parecen defender a quien no se lo merece, hacer más daño que beneficio sin su contraparte. Somos una sociedad patológica que mal entiende las libertades. Si no ¿cómo se daría un feminicida de Ecatepec que se come a sus víctimas y que vende sus huesos? ¿Cómo se explicaría la venta de cráneos y huesos en los tianguis para los santeros? Debemos irnos con cuidado en entender las libertades sociales, como para fumar marihuana o tomar otras drogas legalmente garantizadas: sabemos qué consecuencias traerá esa libertad. Nos emocionamos con los efectos y hasta con los impactos pero en el largo plazo las consecuencias son las más dañinas cuando se van presentando y no las tomamos en cuenta”.

Guillermina Baena Paz es licenciada en Ciencias de la Información, maestra en Administración Pública y doctora en Estudios Latinoamericanos. Integrante de la World Future Society, de la Association of Professional Futurists, Fellow y vicepresidenta regional de la World Futures Studies Federation. Desde 1968 es profesora de la UNAM y diversas instituciones educativas. Ha publicado más de 50libros impresos y digitales. Coordina el Seminario de Estudios Prospectivos(UNAM). Ha sido invitada a congresos, eventos y cursos sobre prospectiva en 16 países. Dirige las Series Working Papers, Papers de Prospectiva y Cuadernos de Pensamiento Prospectivo Iberoamericano, así como la Revista del Instituto de Administración Pública del Estado de México (IAPEM). Creó el proyecto digital Biblioteca humana, donde se consultan personas, no libros. Es fundadora de la Confederación de Redes de Prospectiva 2016, ahora reconocida por un proyecto CYTED. Ha trabajado en proyectos con adolescentes en conflicto con la ley y con reclusas en Santa Martha Acatitla, entre otros estudios prospectivos. Fue integrante del Consejo Consultivo del Sistema de Protección para Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad de México. La WFSF le otorgó el reconocimiento como mujer futurista sobresaliente en 2016. La UNAM le entregó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en marzo de 2017. La WFSF le otorgó el reconocimiento como Fellow en abril de ese mismo año. El Centro de Estudios Prospectivos en Mendoza, Argentina, le hizo un homenaje por su contribución desde Latinoamérica al desarrollo de la prospectiva mundial en 2017.