EL PRINCIPIO DE TODO

La única manera sana de obtener más y mejores beneficios es ganarlos.  

Guillermo Fárber
Columnas
Ilustración
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La historia la he contado muchas veces. Por razones político-personales durante la primavera de 1994 escogí exiliarme durante un par de semanas en Texas. En una librería me topé con este libro: Bankruptcy 1995: The coming collapse of America and how to stop it. El libro me abrió una ventana inesperada: el imperio que yo creía indestructible y eterno no solo “podía” quebrar sino que ya había quebrado. Desde entonces mi destino ha sido cronicar el desplome financiero global y ganarme el título de catastrofista. Ahora leo esta reseña del desaparecido William H. Peterson (1921-2012).

“Algo por nada. Un almuerzo gratis. Gobierno como Santa Claus. ¡Qué seductor! Esto es el centro del gobierno moderno: la planificación central, la financiación del déficit y un historial de gestión y desperdicio. El autor del libro, Harry E. Figgie Jr., jefe de un conglomerado empresarial importante, comparte la tesis de que el intervencionismo gubernamental y la planificación central son un juego de suma cero (si no de suma negativa). El gobierno no tiene nada que dar excepto lo que primero toma de otros, que el almuerzo puede ser cualquier cosa y en cualquier lugar siempre y cuando sea gratis. El libro sale cuando una nueva administración entra en Washington (1993, Bill Clinton, hace 25 años)”.

Seguridad nacional

El libro, con docenas de tablas y gráficos, ilustra el crecimiento de la deuda de EU, en ese momento de cuatro billones de dólares (hoy es más del quíntuple, de casi 22 billones, con unfunded liabilities por 222 billones más). Declaraba entonces el senador Rudman: “Estamos en guerra económica. La riqueza de nuestra nación se agota porque nuestro gobierno continúa acumulando déficits récord y, para financiar sus obligaciones, nos pone a merced de prestamistas extranjeros. La seguridad de nuestro país depende de la integridad fiscal de nuestro gobierno, y la estamos desechando”.

Figgie condena la política del intervencionismo, del almuerzo gratuito y cuenta cómo Estados Unidos se metió en este lío. Como dijo Reagan, el gobierno es el problema y no la solución, y la planificación del gobierno es un oxímoron. La ley de control del presupuesto equilibrado de 1985 (Ley Gramm-Rudman-Hollings) para controlar los excesos presupuestarios fue un fracaso rotundo. Déficit objetivo vs. déficit real (miles de millones de dólares): 1987 $144 vs. $150, 1988 $108 vs. $155, 1989 $72 vs. $54, 1990 $36 vs. $221, 1991 $0 vs. $269. En 2018 el déficit estimado será de mil billones.

¿Ahorros? No. Los desembolsos reales aumentaron 11.1% en 1991, 16.2% en 1992 y así cada año subsiguiente. ¿Cómo liberarse de esa trampa? Reducir los gastos; no aumentar los impuestos ni monetizar la deuda, aconseja Figgie. ¿Y qué hicieron Clinton-Bushito-Obama? Todo lo contrario. Pero se necesitan dos para bailar: el político y el votante ansioso por obtener su parte del botín. La única manera sana de obtener más y mejores beneficios es ganarlos. Pero no hay político capaz de decirlo; y muy pocos ciudadanos son capaces de aceptarlo.