LAS FUERZAS ARMADAS EN EL NUEVO GOBIERNO

Es muy importante el rol de la sociedad en cuanto a reproducir prácticas cívicas que construyan ciudadanía.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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Para cuando se publique esta colaboración Andrés Manuel López Obrador ya será presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Con tan fundamental hecho marca el inicio de su sexenio, obvio, pero a la vez empezarán a despejarse las expectativas respecto de cómo gobernará, bajo qué dinámicas y, sobre todo, cuáles serán sus prioridades más allá de intenciones y retórica. Una nueva era.
En particular destaca la notable forma en que evolucionan tanto en las expresiones como en el contenido los discursos del presidente López Obrador respecto de las Fuerzas Armadas. En efecto: de los desencuentros durante la campaña electoral y al inicio del periodo de transición administrativa a los acercamientos entre el entonces presidente electo y la élite militar hubo un cambio positivo, incluso, para el bien de México.
Los nuevos secretarios de la Defensa Nacional y de Marina-Armada de México, general Luis Crescencio Sandoval y almirante José Rafael Ojeda, han tomado decisiones previas e inmediatas a su entrada en funciones. De esa manera refrendan una de las principales y distintivas características de las Fuerzas Armadas mexicanas: su lealtad al pueblo e inquebrantable vocación de institucionalidad.


Más de uno en el equipo del presidente López Obrador deberá estar sorprendido (pero por no conocer la naturaleza de las Fuerzas Armadas).
Es indudable que la puesta en marcha de medidas tan importantes que pueden tener un profundo calado histórico —como es la activación inmediata de la Guardia Nacional, compuesta por integrantes de la Policía Militar, la Policía Naval y la Policía Federal— representa, por otro lado, uno de los retos más relevantes de los últimos tiempos tanto para un gobierno como para el conjunto de la sociedad mexicana: comprender el ingente esfuerzo institucional que hará el Estado mexicano para procurar recuperar la paz social y la plena vigencia de las leyes.

Y allí todos tenemos que aportar.

Papel

En este sentido las Fuerzas Armadas tendrán de nuevo un enorme reto, que no será por supuesto ni el primero ni el último en el nuevo sexenio, pero lo que sí es cierto —y en todos los casos, sin excepción— es que a la fecha la institución militar ha podido procesar con éxito todas las misiones encomendadas desde hace décadas. Incluso las que no le son de entera competencia. Es deseable, no solo por el prestigio, aceptación y respeto que tienen el Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México entre la población abierta, sino también por lo que se refiere a las altas expectativas que hay respecto de la nueva administración para que en definitiva se resuelva de manera duradera la problemática de inseguridad en el país.

Sin embargo, igual de relevante resulta que sean las Fuerzas Armadas las que lleven la parte principal en la confrontación y sometimiento a la criminalidad organizada y común, como es la convergencia de otras instituciones encargadas de las tareas de policía, justicia y prevención. Tampoco debemos dejar de lado en el inicio de este nuevo esfuerzo el papel central que juega la sociedad en cuanto a reproducir prácticas cívicas que construyan ciudadanía. Es decir, que cada institución, ciudadano, organización social, medio de comunicación, centro educativo, centro laboral y vecinos hagan la parte que les corresponde. Ese será el mejor respaldo que las Fuerzas Armadas podrán tener a partir del pasado 1 de diciembre.