NUEVO AEROPUERTO

El NAIM era una bomba de tiempo financiera que al final nos iba a costar a todos.

Guillermo Fárber
Columnas
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Aquí les mando esto que me enviaron. Lo circulé hace un par de semanas y no he recibido ninguna confirmación ni refutación ni comentario. Por favor: ¡que alguien me diga algo al respecto!

“Más de 59 mil 381 millones de pesos es el costo del paquete inicial de deuda del NAIM. Son tres mil millones de dólares que contrató el gobierno para subsidiar a cinco grupos empresariales que hacían la obra en Texcoco. Los costos de la obra se elevaron 69% en cuatro años. Eso hubiera significado que, por ley, la SHCP debía solicitar una actualización de la evaluación costo beneficio pero se exentó al GACM (Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México) de ese requisito. La ley establece que si la evaluación costo beneficio de una obra pública revela una tasa interna de retorno social (TIRS) inferior a 10% la obra es inviable y debe cancelarse. En el caso del NAIM la TIRS era menor a 10%, cuando los sobrecostos excedieron 35% del presupuesto total.

“El NAIM era una bomba de tiempo financiera que al final nos iba a costar a todos. Tenía errores muy serios de planeación y ni la SHCP ni el GACM se ponían de acuerdo en los costos. Hacienda calculaba el costo en 168 mil millones de pesos. GACM en 285 mil millones y eso con un avance de únicamente entre 20 y 30% de la construcción, y sin contar las obras complementarias, que corrían a cuenta del contribuyente. Es decir: de ti y de mí”.

Otros cálculos

“La Academia de Ingeniería de México estimaba los costos en 439 mil 330 millones. GACM nunca tuvo suficiente dinero para completar la primera fase del proyecto. Tenían solo 197 mil millones. Para reunir el dinero proponían vender todos los activos y terrenos del actual AICM (que ellos mismos comprarían), los terrenos de Aerotrópolis (que ellos mismos comprarían), emitir una nueva Fibra E (un instrumento de deuda para infraestructura, no revisable) y crear un nuevo impuesto aeroportuario: la TUA de interconexión, con lo que se pagaría un adicional sobre cada viaje con escalas.

“A esos costos habría que agregar que las calificadoras modificaron el nivel de riesgo cuando el GACM tuvo que cambiar, sobre la marcha, el método constructivo de la terminal, porque el sistema holandés de pilotes y plataformas no funcionaba para el suelo de Texcoco y había que sustituir todos los suelos lodosos con material pétreo. ¿Por qué aumentaban los costos de manera exponencial? No solamente por la complejidad de la obra sino también por la opacidad. La deuda pública se transfería a dos fideicomisos que legalmente no podía auditar la ASF y eso permitía sobreprecios en las contrataciones y las compras.

“Esa era la certidumbre que ofrecía el NAIM. Los que se preocupan por el aumento del dólar pueden estar seguros que continuar la obra hubiera sido peor. Era un barril sin fondo que transfería las ganancias a los privados y las pérdidas a la ciudadanía”. Fuente: www.torredecontrol.org