REFORMA DEROGADA

Derogar la reforma educativa significa un golpe muy fuerte para la educación del país y en especial para los alumno.

Sergio Sarmiento
Columnas
Ilustración
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La mal llamada. Así se ha referido a ella todo el tiempo Andrés Manuel López Obrador, desde mucho antes de asumir la Presidencia. Es como si se le atragantara decir, con todas sus letras, “reforma educativa”. Este 12 de diciembre, sin embargo, el presidente pudo finalmente echar para atrás esta malquerida reforma: durante su conferencia de prensa mañanera firmó la iniciativa para derogar la reforma que el ex presidente Enrique Peña Nieto consideró como la más importante de su sexenio.

Los sindicatos de maestros, tanto el SNTE como la CNTE, celebraron la contrarreforma. Si bien el SNTE aceptó la reforma en su momento, como cientos de miles de maestros con vocación educativa, la CNTE le declaró la guerra desde el primer momento. La razón es que la reforma educativa le quitaba a la Coordinadora el control sobre los sistemas educativos de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas. Este control le ha dado dinero y privilegios a los líderes pero ha hecho que los niños no tengan ciclos lectivos completos y sufran de una educación de nivel muy inferior a la del resto del país y, por supuesto, a la de otras naciones del mundo. La CNTE ahora considera, sin embargo, que la derogación no es suficiente ya que exige que se elimine todo tipo de evaluación de los maestros.

La posición del SNTE, por otra parte, ha cambiado. Si bien el Sindicato aceptó la reforma educativa después de la detención de su líder, Elba Esther Gordillo, esta se alió posteriormente con López Obrador y ha regresado triunfante con él. Ya logró desplazar a Juan Díaz de la Torre, quien estuvo como secretario general en su ausencia, y ahora trabaja por recuperar el control total de la organización. A ella, también, la reforma educativa se le atraganta porque le quitó al Sindicato muchos de sus privilegios y porque es símbolo de un gobierno que a ella la persiguió y la encarceló.

Consecuencias

Derogar la reforma educativa significa, sin embargo, un golpe muy fuerte para la educación del país y en especial para los alumnos. La reforma llevó a cabo un censo de maestros para evitar que siguiera habiendo personas que cobraban como docentes pero que no se presentaban a trabajar. Suponemos que estos “aviadores” regresarán ahora a sus plazas. Estableció, también, exámenes de oposición para optar por nuevos puestos docentes. Al parecer el Sindicato volverá a escoger a los profesores nuevos aunque no sean los mejores. La reforma creó también evaluaciones para los maestros en funciones. Este es el punto que ha sido más cuestionado por los líderes sindicales y por el presidente López Obrador desde la entrada en vigor de la reforma. Para ellos las evaluaciones son punitivas. Es incorrecto medir la capacidad de los maestros. Todos ellos son igualmente buenos y todos deben permanecer dando clases sin importar su desempeño.

La derogación de la reforma educativa tendrá seguramente consecuencias negativas sobre el nivel de calidad de la educación en México. La medición de resultados es un proceso imprescindible para mejorar la calidad de cualquier proceso productivo o de instrucción. Seleccionar a los mejores aspirantes para darles plazas como maestros es también un elemento fundamental para tener un buen sistema educativo. El Sindicato no puede hacer esta selección. El control de los sistemas educativos, de hecho, debe estar en manos del gobierno y no de los sindicatos. Lo que había antes era una privatización indebida de la educación pública. Parece que vamos de regreso a esa situación.