¿MILITARIZAR LA SEGURIDAD PÚBLICA?

Vivimos una democracia  agobiada por la actividad criminal organizada.

Javier Oliva Posada
Columnas
Cuarto Oscuro
Cuarto Oscuro

A partir del anuncio de la creación de una cuarta Fuerza Armada, la Guardia Nacional, se intensificó el debate no únicamente en torno de la puesta en marcha de esta corporación sino del contenido y sentido mismo de la política de seguridad pública que aplicará el nuevo gobierno de la República.

Sin duda el principal punto de polémica se ha establecido en cuanto a la señalada “militarización” de la propia seguridad pública en virtud de que se hará cargo, sobre todo, la Secretaría de la Defensa Nacional.

Cabe destacar que el concepto y verbo militarizar se refiere a la puesta en práctica e imposición de medidas propias de los cuarteles a la sociedad en su conjunto. Por ejemplo: horarios estrictos, toque de queda, restricciones al tránsito con fines de control del movimiento de los ciudadanos, censura a todos los medios de comunicación, entre otras muchas medidas propias de gobiernos dictatoriales.

Esto por supuesto que no sucede en México: vivimos una democracia consolidada que desde hace poco menos de 25 años se ve agobiada por la actividad criminal organizada y común.

Desde entonces el principal recurso e institución para hacerle frente al flagelo criminal han sido, en efecto, las Fuerzas Armadas. Como he tenido oportunidad de señalarlo en múltiples ocasiones es el ámbito civil el que no atina a precisar método y objetivos en los diversos programas (que no estrategias) de seguridad pública. Hoy nos encontramos de nueva cuenta en la disyuntiva de por dónde y cómo avanzar para recuperar la tranquilidad y la plena vigencia del Estado de Derecho.

Como sucede desde el gobierno de Ernesto Zedillo, se recurre al Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina-Armada de México como principal y exclusiva opción. Recordemos que en ese sexenio se creó la entonces Policía Federal Preventiva, teniendo como pie veterano a la III Brigada de Policía Militar, destacada en al Campo Militar Número 1. De allá a nuestros días la tendencia ha sido continua. Sexenio a sexenio, de una forma o de otra.

Debate

Hoy no es diferente. La consideración de que en su totalidad el personal que integra la Policía Militar y la Policía Naval sean la columna vertebral de la Guardia Nacional, junto con la Policía Federal, implica en primer lugar reconocer que hay un elevado grado de efectividad de las Fuerzas Armadas para atender la emergencia de los desafíos y antagonismos que representa la criminalidad en todas sus expresiones.

Es importante frente a la discusión de consignas —más que de argumentos— que predomina en los medios de nuestro país ofrecer números y porcentajes. Durante el sexenio anterior se produjeron cada día alrededor de 17 eventos en donde participó personal militar en labores de seguridad pública. Eventos que iban desde enfrentamientos hasta persecuciones, patrullajes, establecimiento de puestos de seguridad, entre otras muchas medidas enfocadas a garantizar la tranquilidad de la población.

Si la suma de todos esos eventos se contrasta con el número de recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no hay duda de la constante capacitación y efectividad de los militares en tareas de apoyo a la población civil y sus gobiernos.

Por último, y como tema a tratar en siguientes entregas: las policías por su parte son corporaciones paramilitares (término no muy afortunado en Latinoamérica), ya que tienen jerarquías, adiestramiento, armas, doctrina e instalaciones. Algo que debiera aprovecharse tanto en el debate como en la política de seguridad pública del gobierno federal.