EL PRESIDENTE AMURALLADO

El cierre del gobierno de EU para obtener su anhelado muro es una clásica política nacionalista.

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
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Una vez más el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quedó atrapado en su laberinto. En el mismo escenario donde John F. Kennedy informó sobre la crisis de los misiles de Cuba y George W. Bush trató de calmar al país después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, él se dirigió al pueblo estadunidense para crear su propia realidad: en un discurso televisado a nivel nacional el martes último el republicano intentó vender su innecesario e inhumano muro fronterizo de cinco mil millones de dólares fabricando una “crisis de seguridad nacional”.

El cierre del gobierno de EU para obtener su anhelado muro es una clásica política nacionalista. En su discurso Trump, como todos los nacionalistas, inventó un enemigo. Una vez más criminalizó a los inmigrantes llamándolos violadores o asesinos; y presentó a sus oponentes demócratas como débiles, incapaces de proteger al pueblo estadunidense.

Con su demagogia Trump logró alimentar una sensación de inseguridad e incomodidad a lo largo de su campaña, junto con la idea de que solo él podría regresarle su grandeza a América. En el cargo ha intentado perpetuar esa angustia proclamando amenazas existenciales constantes: ya sea a causa de terroristas musulmanes o de caravanas migrantes.

Sin duda hay graves problemas humanitarios en la frontera pero casi todos son producto de las crueles políticas de detención y asilo del gobierno de Trump. El número de solicitudes de asilo procesadas cada día ha disminuido drásticamente, mientras cientos de familias de migrantes centroamericanos que huyen de la violencia y pobreza de sus países de origen siguen llegando a la frontera en México y EU.

Dos niños ya han muerto bajo la custodia de autoridades migratorias estadunidenses. Cientos de menores no solo han sido separados de sus familias sino que también son alojados en centros de detención diseñados para adultos. A esto se suman los incidentes en la frontera entre San Diego y Tijuana, cuando integrantes de la caravana migrante buscaron saltar el muro y fueron repelidos violentamente por fuerzas de seguridad estadunidenses.

Contrapeso

En las semanas previas a las elecciones de noviembre Trump utilizó la “invasión de la caravana migrante” para promover su política migratoria, al calificarla como una grave amenaza para la seguridad nacional. Luego perdió la mayoría en la Cámara de Representantes ante los demócratas y, de repente, ya no hubo más tuits presidenciales sobre la supuesta invasión.

En cuanto al cierre del gobierno Trump se ha convertido en su propio muro. Y aun si decide declarar una emergencia nacional para eludir al Congreso y levantar una valla en la frontera con México el costo político será muy elevado porque podría perderlo todo en litigios.

A medida que la estrategia de Trump se abre paso de cara a las elecciones de 2020 los demócratas tendrán que pensar detenidamente cómo contrarrestar la política de miedo que al mandatario le ha consolidado una base republicana de votantes que se mantiene a su lado contra viento y marea. Y esto se ha convertido en el caldo de cultivo perfecto para una crisis humanitaria de un lado de la frontera y un creciente nacionalismo xenófobo del otro.