AUTOS ELÉCTRICOS, EN CAMINO A LA RENTABILIDAD

Será hasta 2050 cuando se pueda tener una mayor presencia de automóviles híbridos y eléctricos en el país.

Martha Mejía
Política
Foto: Especial
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De enero a octubre de 2018 se comercializaron 665 mil 548 vehículos híbridos y eléctricos en México. Del total de unidades colocadas mil 296 corresponden al segmento eléctrico, 58 mil 516 son híbridos y mil 736 son híbridos enchufables, según la clasificación de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).

Y es que a pesar de que tener un coche híbrido o eléctrico no es barato (los precios en México van desde los 320 mil hasta los cuatro millones de pesos), existen algunos estímulos fiscales para quienes por cuenta propia han decidido poner su granito de arena para consumir menos recursos y disminuir la contaminación.

Osiel Velázquez Rodríguez, director de operaciones del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi) México, explica en entrevista que los vehículos eléctricos emplean un motor que trabaja mediante baterías que se recargan ya sea por corriente alterna o frenado regenerativo y son libres de emisiones contaminantes, aunque no de la huella de carbono.

Por lo que respecta a vehículos híbridos el directivo apunta que son una mezcla entre un automóvil eléctrico y uno que tiene motor de combustión. Su batería tiene un periodo de vida de ocho a diez años, pueden realizar pequeños recorridos usando la carga eléctrica y son más amigables con el medio ambiente.

“Existe una variedad dentro de los híbridos: los híbridos eléctricos enchufables (Plug-In Hybrid Electric Vehicle o Plug-In Hybrid Vehicle) son vehículos cuyas baterías pueden ser recargadas conectándolo a una fuente externa de energía eléctrica”, indica.

En estos, explica, la clave radica en su batería de impulso —mayor que la de un híbrido convencional, pero menor que la de los autos eléctricos—, que se recarga externamente, conectada a un enchufe tradicional o a una estación de carga específica, con la ventaja de que al ser más pequeña tardará mucho menos tiempo en recargarse.

Velázquez Rodríguez agrega que a escala mundial diversas naciones están a favor de los autos no contaminantes, por lo que tienen plazos establecidos para la venta solo de vehículos 100% eléctricos. Es el caso de Noruega, Alemania, India, Israel, Holanda, Escocia, Francia y Reino Unido.

En tanto, México se prepara poco a poco para este cambio de su parque vehicular, por lo que a julio de 2018 el total de estaciones de carga establecidas en el país era de dos mil 17, tanto públicas como privadas.

De estas estaciones, llamadas electrolineras, la entidad que más tiene es la Ciudad de México, con 384; le siguen Nuevo León, Jalisco, Estado de México y Querétaro.

Incentivos y trabas

Osiel Velázquez señala que actualmente existen tres tipos de incentivos para fomentar la adquisición de vehículos híbridos y eléctricos en México, algunos federales y otros estatales, debido a lo cual quienes usen o gocen temporalmente autos de este tipo podrán tener un monto diario de deducción de 285 pesos por automóvil.

Para Velázquez estos incentivos fiscales son interesantes porque compensan el alto costo de estos autos. Por ejemplo, no generan pago por tenencia, están exentos de la verificación y tienen tarifas preferenciales para caminos y puentes de cobro.

No obstante, reconoce que podría ser hasta dentro de 30 años cuando se masifique el uso de automóviles más amigables con el medio ambiente, ya que a pesar de los estímulos el mercado aún ve algunas limitantes, como el miedo a quedarse sin energía, así como la capacitación con la que cuentan los mecánicos y hojalateros para brindar servicio a estas unidades.

“Consideramos que en 2050 podríamos tener una mayor presencia de automóviles híbridos y eléctricos”, puntualiza.

Reparación

En este sentido, de acuerdo con el directivo, pocos talleres cuentan con personal calificado para reparar autos con esta clase de tecnologías, por lo que la primera recomendación es “que los tomadores de decisiones en los talleres de servicio busquen profesionalizar a su plantilla en estos segmentos”.

Agrega que en caso de un choque no se presentan daños significativamente mayores a vehículos convencionales, solo diferenciándose en el costo de partes, refacciones y mano de obra.

Mientras que en caso de inundación no debería pasar nada mientras el agua llegue debajo de la altura de los asientos, ya que el sistema eléctrico viene herméticamente sellado. “En caso de que superara ese nivel hay que retirar el vehículo del agua y desconectar la batería. No hay riesgo de descargas, ya que el sistema eléctrico está completamente aislado”, explica.

Batería

El elemento central de esta clase de autos son las baterías, pues los vehículos eléctricos se mueven gracias a una gran cantidad de energía almacenada en ellas. Estas se colocan generalmente en la parte central interior a fin de proteger a la unidad. Esto modifica el espacio de la plataforma o chasis, además de sumar peso al vehículo.

Velázquez comenta que lo primero que hay que tomar en cuenta para reparar este tipo de unidades son los métodos para desconectar y poner en modo seguro el sistema de baterías del auto.

Añade que las baterías suponen riesgos eléctricos, mecánicos, químicos y explosivos, por lo que manipular el vehículo en situación de mantenimiento, reparación o rescate de emergencia requiere de conocimiento técnico, ya que estos autos cuentan con líneas de alta tensión, así como estructuras reforzadas que pueden dificultar los procedimientos habituales poniendo en riesgo al personal de intervención.

“Saber distinguir el origen y función del cableado en el auto garantizará que no comprometemos nuestra integridad ni el buen funcionamiento del automóvil”, expresa.

Finalmente señala que gracias a la alianza con el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (Conocer) ahora Cesvi México podrá dar un valor agregado a los especialistas del sector brindándoles no solo capacitación del más alto nivel sino además la certificación con carácter oficial a nivel nacional en más de 13 estándares de competencia.