EU Y RUSIA ROMPEN HISTÓRICO TRATADO ANTIMISILES

El INF no aguantó más y sucumbió por los nuevos apetitos militares de los presidentes de Rusia y EU.

Redacción
Política
Foto: Especial
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El deshielo de la Guerra Fría fue históricamente posible debido a la buena sintonía entre el mandatario estadunidense Ronald Reagan y su homólogo ruso Mijail Gorbachov, tras un acercamiento decisivo en Reikiavik el 11 y 12 de octubre de 1986.

Había entonces la voluntad mutua de ceder y conceder —un quid proquo— en el delicado terreno de la militarización y la industria bélica, que implicaba frenar en ambas partes el acopio de armamento.

Lograr el entendimiento no fue fácil. En esa ruta fue necesario invertir tiempo entre Reagan y Gorbachov a lo largo de cinco diferentes cumbres hasta converger en una opinión en común de lo que debería ser el nuevo orden internacional dejando atrás la bipolaridad entre estadunidenses y soviéticos.

Entonces la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) venía de un proceso de transformaciones: Gorbachov como secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética impulsó una serie de reformas desde 1985 hasta 1991.

Las dos más conocidas y torales fueron la perestroika (significa reestructuración en ruso), orientada a reformar el tejido económico soviético; y la glasnost (significa liberalización en ruso), destinada a liberalizar el rígido y rancio sistema político soviético.

En esa vorágine de cambios internos, también había el deseo de restar tensión internacional en un mundo acostumbrado a sufrir la ríspida y muchas veces peligrosa bipolaridad entre estadunidenses y soviéticos tras finalizar la Segunda Guerra Mundial.

De esta forma, en Washington, Reagan y Gorbachov signaron el 8 de diciembre de 1987 el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés), que implicaba el compromiso real de eliminar los misiles balísticos de Crucero nucleares o convencionales con un rango operativo de alcance entre los 500 y los cinco mil 500 kilómetros, ubicados en instalaciones tanto de Europa occidental como de Europa oriental.

Europa se dividía prácticamente en dos bloques porque el este concéntricamente orbitaba en la llamada Cortina de hierro, terminología utilizada para referirse a la división entre la Europa capitalista y la otra comunista bajo la bota de la URSS.

Quitarle entonces elementos de tensión a la geopolítica implicaba una desmilitarización de la zona y ello se logró gracias al pacto de destrucción de misiles: el 1 de junio de 1992 EU dio cuenta de la demolición de 846 misiles y la URSS lo hizo asimismo con mil 846. Los dos países aceptaron la inspección constante para evitar la remilitarización futura.

La semilla del cambio había sido sembrada y floreció con la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, que propició la reunificación alemana; y no paró la cosecha hasta que sucedió el desmantelamiento del bloque comunista y el desmoronamiento de la URSS en 1991.

Se soñó entonces con otro mundo posible, con una paz menos amenazada y manoseada por las dos potencias hegemónicas del momento. Pero no duró para siempre: el INF no aguantó más y sucumbió por los nuevos apetitos militares del presidente estadunidense, Donald Trump, y el dignatario ruso, Vladimir Putin.

Riesgos

El tratado prácticamente quedó disuelto 31 años con un mes y pocos días después de su firma con el anuncio de la Casa Blanca del viernes 1 de febrero en el sentido de que “Rusia lo violaba desde hace tiempo” y, por ende, no tenía caso continuar en él.

Fue una promesa de campaña de Trump sacar a su país del acuerdo bajo el argumento de que no sirve, lo que en realidad le permite legitimar los planes de Washington en pro de incrementar los contratos hacia las empresas fabricantes de misiles y armas no convencionales.

Al día siguiente del comunicado el presidente Putin reunió temprano por la mañana en el Kremlin tanto a su ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, como al de Defensa, Serguei Shoigu, para analizar la situación y la estrategia del “oso eslavo” y en reciprocidad retirar a Rusia también del INF.

Convertido en un fantasma del pasado el documento negado ahora por ambas partes implica abrir el telón a una nueva carrera armamentista que si en el pasado era peligrosa en el presente-futuro es riesgosísima para el equilibro de fuerzas y la paz global en un mundo multipolar.

Se espera que para el mes de agosto próximo entre en vigor la retirada del acuerdo. El Kremlin, que al día siguiente reaccionó haciendo lo mismo, solicitó “no negociar nada por el momento con Washington”.

Hace unos meses un análisis interno del Pentágono situó a Rusia y a China como dos “enemigos” potenciales de la Unión Americana, una información que saltó a la prensa internacional y obtuvo la condena diplomática de Beijing asegurando que no son “amenaza para nadie”.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tan maltratada con sorna y despecho por el inquilino de la Casa Blanca (ante sus reproches constantes de que el erario norteamericano paga la defensa de los europeos), se alineó inmediatamente con EU tras el abandono del convenio.

En la postura de Trump: “Es una amenaza para todos, incluidos China y Rusia y cualquier otro dispuesto a jugar ese juego. Rusia no se ha adherido al espíritu del acuerdo. Y no, desde luego que no se trataba solo de Rusia: hace años que China ha desarrollado una serie de proyectiles nucleares que rompen las guías básicas del INF, incluidos una serie de misiles, como los DF-26, con capacidad para alcanzar objetivos situados a cuatro mil kilómetros de distancia”.

La OTAN, que estos días incluyó a Macedonia como uno de sus integrantes (el número 30) emitió una postura oficial respecto de la nueva situación especial entre EU y Rusia. “En los últimos seis años, a petición de Estados Unidos a sus aliados, hemos seguido con detenimiento el caso de Rusia y la situación de sus misiles; la OTAN ha declarado que Rusia ha desarrollado un sistema de misiles, el 9M729, que viola todas las normas del tratado INF; se constituye además en un riesgo significativo para la seguridad euroatlántica”.

La Alianza del Atlántico Norte respalda que Rusia ha venido violando “sistemáticamente” en el último sexenio el convenio y ha vuelto a fabricar de manera irrefutable misiles balísticos que originalmente están prohibidos desde hace años en dicho convenio mutuo.

El organismo defiende que los aliados están firmemente de acuerdo en preservar un efectivo control de armas internacionales, de coadyuvar al desarme y evitar la proliferación de nuevo armamento. Y por ello “invitamos a Rusia a que en un plazo de seis meses regrese a las revisiones y a las verificaciones que marca el tratado”.

Nuevos y más misiles

A todas luces, el gélido acercamiento entre Trump y Putin el 16 de julio del año pasado durante la Helsinki Summit no sirvió para absolutamente nada más que para mostrar músculo entre EU y Rusia sin una mesa de diálogo concreta.

La muestra más fehaciente de lo fallido de esa cumbre en Finlandia fue que prácticamente dos meses después Rusia realizó sus maniobras militares del 11 al 15 de septiembre, conocidas como Oriente-2018. El Ejército ruso desplegó casi 300 mil soldados, más de mil aviones junto con helicópteros y dos flotas; a sus ejercicios, el Kremlin invitó a China para participar con sus flotas, ante el enojo de Japón por las maniobras.

También la OTAN entonces condenó el despliegue militar ruso-chino. Dylan White, portavoz del organismo internacional, advirtió que el presidente Putin está muy interesado en incrementar su gasto en defensa y continuar con el entrenamiento de tropas “como si estuviese preparándose para un conflicto bélico a gran escala”.

La preocupación de Europa es clara al respecto: el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio distendió en su momento la polaridad al interior de Europa y facilitó el deshielo Este-Oeste. Sin la amenaza de misiles al interior del Viejo Continente apuntando unos contra otros la geopolítica europea se orientó entonces a continuar construyendo su propio andamiaje de paz duradera utilizando el cauce de la Unión Europea.

No obstante, en la última década aumentaron las tensiones en el Mar Negro entre Rusia y las naciones ribereñas, como son Turquía, Bulgaria, Rumania, Ucrania, la propia nación rusa y Georgia.

La anexión de Crimea a Rusia y la situación de Osetia del Sur respaldada por Moscú frente a Georgia ha puesto bastante nerviosos a los antiguos feudos territoriales que el siglo pasado formaron parte del bloque soviético-comunista.

Las tensiones emergen bajo un marco de Guerra Fría 2.0, esta vez multipolar. En opinión del analista y periodista Lluis Bassets: “Regresa la tensión entre Washington y Moscú” y hasta Venezuela parece un “avatar” del castrismo.

“El mundo globalizado no se organiza en dos polos enfrentados ni se halla dividido en mitades separadas por un telón de acero. Hay amenazas y rearme nuclear, pero son muchos los participantes. Y en sentido estricto ni siquiera son todos ellos Estados reconocidos internacionalmente como antaño”, reflexiona.

El último episodio, agrega Bassets, es la denuncia por parte de Washington respecto del INF, catalogado como “la joya de la corona” del desarme nuclear en Europa.

“Tanto Washington, que es quien promueve la ruptura, como Moscú, que la provoca, quieren tener las manos libres porque ambos miran hacia Pekín, la nueva y ascendente superpotencia que concentra su arsenal precisamente en el tipo de misil prohibido por este tratado al que no está vinculada China”, puntualiza.

De hecho, el sábado 2 de febrero pasado el Kremlin difundió una imagen de satélite que demuestra el arsenal estadunidense como aval para demostrar que “son los norteamericanos” quienes lo han violado primero.

La foto del Ministerio de Defensa de Rusia evidencia una planta de la corporación militar estadunidense Raytheon, un gran contratista norteamericano y el mayor productor de misiles guiados del mundo, con ventas anuales por 24 mil 69 millones de dólares.

En el mundo hay cinco grandes corporaciones líderes en el terreno de las armas y la tecnología militar son: 1. Lockheed, el mayor contratista de EU, muy popular por su sistema de defensa antimisiles THAAD; sus ventas son por 47 mil 248 millones de dólares; 2. Boeing, líder en aviones de guerra tripulados y no tripulados, sistemas satelitales de defensa e inteligencia; tiene el famoso cohete Space Launch System (SLS); 3. BAE Systems, de Reino Unido, un contratista militar y constructor aeronáutico que entre sus gemas tiene al Eurofighter Typhoon; 4. Raytheon, estadunidense, vende tecnología para aplicaciones militares aeronáuticas para tierra y mar pero su mayor negocio son los misiles, y 5. Northrop Grumman, la multinacional norteamericana ha tenido ganancias por 24 mil 508 millones de dólares; es bastante competitiva en la fabricación aeroespacial de defensa y buques de guerra.

Y mientras cunden las acusaciones mutuas entre la Casa Blanca y el Kremlin acerca de qué bando violó primero el acuerdo INF y el Kremlin muestra imágenes de satélite inculpatorias apuntando a Norteamérica en menoscabo de la paz, el presidente Putin advirtió de la nueva fabricación de misiles hipersónicos terrestres.

Esta respuesta simétrica implica que la nueva producción rusa incluirá misiles terrestres y el desarrollo de un nuevo misil balístico de alcance medio supersónico; ambos alcanzarán distancias superiores a los 500 y cinco mil 500 kilómetros.

La contrarréplica norteamericana al anuncio de Putin aconteció el pasado 5 de febrero: en Vandenberg, California, se lanzó un misil balístico intercontinental de los llamados Minuteman III.

Se trató de la primera prueba del año ordenada por Trump, cuyo objetivo fue alcanzar Kwajalein, en las islas Marshall. El Minuteman III existe desde 1970 con la finalidad de “contener armas nucleares durante la Guerra Fría”. Cuenta con una base terrestre en EU. Y lo más relevante, claro: su radio de alcance es de doce mil kilómetros.

Desde luego, Rusia no se quedó atrás y ese mismo día probó con éxito un proyectil balístico intercontinental, el RS-24 Yars. Lo hizo desde Plesetsky. El objetivo fue alcanzar la zona de la península de Kamchatka. ¿Su alcance? Doce mil 800 kilómetros.

Este es el nuevo rostro de la Guerra Fría 2.0. A falta de voluntades queda mostrar músculo…

Qué es el INF

El Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (Intermediate-Range Nuclear Forces) es un documento base entre EU y la Unión Soviética firmado en Washington el 8 de diciembre de 1987 por el entonces presidente Ronald Reagan y su homólogo ruso Mijail Gorbachov; entró en vigor el 1 de junio de 1988. “El tratado eliminó los misiles balísticos y de Crucero, nucleares o convencionales, cuyo rango operativo de alcance estuviera entre 500 y cinco mil 500 kilómetros (denominados euromisiles), instalados en bases militares de Europa occidental y Europa oriental, en los países bajo influencia de la Unión Soviética que podrían atacar a las naciones europeas integrantes de la OTAN, como Alemania, Francia, Inglaterra y Noruega, con sus territorios bajo alcance de este tipo de misiles nucleares o convencionales”. Bajo este tratado ambas partes tenían permiso para inspeccionar las instalaciones militares de la otra, para comprobar los trabajos de destrucción de misiles. El acuerdo es un compromiso entre las partes para evitar construir más misiles de corto alcance y medio alcance en el futuro. Quedó disuelto el 1 de febrero de 2019 por parte de EU y el 2 de febrero por parte de Rusia.

Gasto militar en países seleccionados

(% del PIB 2016)

Mundo2.22%

Rusia5.40%

EU3.29%

Corea del Sur2.30%

Corea del NorteN.d.

China1.90%

Japón0.93%

N. D. No disponible.

Fuente: Elaboración propia con datos del Factbook CIA