VUELVEN RECARGADAS LAS MARIPOSAS MONARCA A MÉXICO

Un aumento de 144% respecto del monitoreo de la temporada anterior.

Martha Mejía
Bienestar
Foto: Especial
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Enclavado a más de tres mil metros de altura entre montañas cubiertas de oyamel y pinos se encuentra el santuario de la mariposa Monarca de la Sierra Chincua, en el oriente de Michoacán, un rincón donde la naturaleza mantiene uno de esos misterios de la vida: la migración de la mariposa Monarca.

Guadalupe del Río Pesado, presidenta de Alternare, organización que trabaja en la conservación del área de hibernación, explica en entrevista que la Monarca se ha convertido no solo en símbolo de Michoacán y del Estado de México sino de todo el país.

Indica que es en esta zona boscosa y sus alrededores donde se han establecido una serie de santuarios para garantizar la pervivencia de esta especie, que por su gran valor ecológico, pero también por el gran trabajo de sus comunidades para mantener en buen estado sus bosques, se han ganado el título de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.

La Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca la conforman más de 16 mil 100 hectáreas que comprenden los municipios michoacanos de Contepec, Senguio, Angangueo, Ocampo, Zitácuaro y Áporo; y Temascaltepec, San Felipe del Progreso, Donato Guerra y Villa de Allende, en el Estado de México.

Santuario

Para acceder al santuario hay que subir alrededor de una hora 20 minutos o más, todo depende del visitante. Se puede hacer a pie o a caballo, “pero la experiencia de hacerlo a pie es muy reconfortante”, indica Leticia Hernández, turista del Estado de México, quien señala que es la primera vez que realiza un avistamiento de este tipo, pero lo repetirá en cuanto pueda; dice que este espectáculo natural es uno de los más hermosos y de costos accesibles.

Adolfo Ambrosio, guía del parador turístico Sierra Chincua, explica a Vértigo que la mejor hora para visitar a las Monarca es antes del medio día y que los mejores meses para su avistamiento son febrero y marzo, cuando aumenta la temperatura y comienzan una actividad frenética de reproducción y búsqueda de alimento para iniciar su migración al norte, por lo que están dispersas y no en racimo como cuando llegan en noviembre.

Se debe ir, indica, con ropa y zapatos cómodos. Para disfrutar aún más el trayecto se puede llevar un termo o una botella de agua para hidratarse. Agrega que si bien no está prohibido subir con comida es importante cuidar al bosque y mantenerlo limpio.

“Se debe, aunque no todas las veces se hace, subir con un guía que explica el ciclo y algunas características de la especie ya que solo se cuida lo que se conoce”, comenta.

Por ejemplo, apunta, muchos turistas nacionales y extranjeros no saben que ellas son una generación muy especial que se conoce como Matusalén. Nacidas a finales de verano o principios de otoño, la generación Matusalén es la única que puede realizar la migración y hacen un único viaje de ida y vuelta: recorren alrededor de 120 kilómetros por día. “Como son diurnas se resguardan por las noches en lugares para ellas seguros” y realizan su trayecto en 33 días, aproximadamente.

Para cuando comience la migración invernal de la siguiente temporada varias generaciones de verano habrán vivido y muerto; y serán las tataranietas de las migrantes del año pasado las que realicen el viaje.

Ya en la zona del avistamiento, Adolfo indica que es importante guardar silencio: “Aunque las mariposas no escuchan sí sienten las vibraciones del sonido a través de sus antenas, y al ser receptoras de muchas vibraciones se pueden estresar”.

También es importante no tocarlas ya que las líneas que se ven en sus alas constituyen su sistema óseo que es muy frágil y se puede quebrar con cualquier tocamiento brusco. Asimismo se debe tener cuidado con las que estén tiradas en el piso ya que “aunque algunas parezcan muertas solo están descansando o tomando agua en los riachuelos”.

El guía con 14 años de experiencia expone que esta actividad es vital para mantener la economía en la zona. “Es un grupo de 36 ejidatarios; 18 personas, entre hijos y parientes de ejidatarios trabajamos como guías; el resto de la comunidad se divide para atender el área de sanitarios, taquilla y tirolesa. Los demás comuneros trabajan como comideras y artesanas. En total somos unas 50 familias que dependemos de esta actividad”, explica.

De ahí, expresa, la importancia de los cursos y talleres que les brindan instituciones como Conanp, Conafor, así como WWF México, “para profesionalizarnos, cuidarlas y atender mejor al turismo”.

Aumentan

Andrew Rhodes, comisionado nacional de Áreas Naturales Protegidas, dio a conocer que en el periodo actual de hibernación en bosques de Michoacán y el Estado de México se establecieron 14 colonias, con una ocupación total de 6.05 hectáreas, lo cual significa un aumento de 144% respecto del monitoreo de 2017-2018.

Explicó que el monitoreo de este año es una noticia muy positiva al detectarse la mayor superficie ocupada por la Monarca (Danaus plexippus) desde 2006-2007, cuando el área forestal que empleó este lepidóptero para hibernar fue de 6.87 ha. Recordó que en 2013-2014 se registró la ocupación más baja (0.67 ha) en los bosques de hibernación desde que se iniciaron los monitoreos en 1993-1994.

Resaltó el esfuerzo que realizan Canadá, Estados Unidos y México desde febrero de 2014, cuando se definió en la Cumbre de Líderes de Norteamérica establecer un Grupo de Alto Nivel para conservar la migración de la Monarca ante el declive de la población registrado en la temporada 2013-2014.

El Comité Científico Trilateral definió en 2015 que seis hectáreas era la superficie adecuada para tener una población viable de Monarcas en Norteamérica.

“Sin embargo es importante destacar que las poblaciones de esta mariposa son fluctuantes, por lo que no se puede bajar la guardia en atender amenazas como el cambio climático, el cambio de uso de suelo y la degradación forestal”, resaltó.

Agregó que esta mayor densidad de mariposas se debe a que durante la primavera pasada las Monarca que regresaron a Texas concentraron la puesta de los huevecillos en el centro del estado, donde las pupas y las larvas se desarrollaron favorablemente, dando lugar a la primera generación de mariposas de Estados Unidos, que a su vez encontró condiciones climáticas favorables para repoblar todos los sitios de reproducción en Norteamérica.

“En parte es también producto del trabajo entre sociedad civil, científicos y gobiernos desarrollados estos últimos años”, dijo.

En este sentido Jorge Rickards, director de WWF México, señaló que en Estados Unidos la sociedad responde a un llamado para sembrar algodoncillos, las plantas de las que se alimentan las larvas de las Monarca, “y en México WWF y otras organizaciones trabajamos para establecer jardines con flores para alimentarlas con néctar durante su viaje”.